El clamor de las Pussy Riot
Otro año más concluye y en el mundo hay miles de disidentes que sufren presidio político bajo regímenes que violan sistemáticamente los derechos humanos.
Los gobiernos de China, Cuba, Corea del Norte, Zimbawe, Guinea Ecuatorial, Siria, Egipto o Venezuela son sólo algunos de los que amordazan y encarcelan a los opositores por motivos políticos o religiosos. Desafortunadamente, es poca o nada la atención que el mundo les presta a quienes llegan a pasar media vida en la cárcel por sus convicciones o por atreverse a denunciar el atropello reinante.
Precisamente acaba de fallecer Nelson Mandela, símbolo y figura irrepetible de la batalla por la libertad y la igualdad. Su ejemplo, marcado por una evolución de la lucha armada a la pacífica por medio de la perseverancia a lo largo de los veintiséis años que el gobierno de apartheid de Sudáfrica lo mantuvo encerrado, sirve de hoja ruta para todos aquellos que tienen el coraje de alzar su voz en medio de la tibieza de una mayoría dispuesta a que le arrebaten lo más preciado que tiene el hombre: su libertad individual y el derecho a disentir.
Y en este año 2013 que ya se va sobresalen las integrantes del grupo alternativo Pussy Riot. Un puñado de mujeres que no ceja en su empeño por denunciar el peligroso y creciente autoritarismo del presidente ruso Vladimir Putin. Después de un performance irreverente en la catedral ortodoxa hace dos años, cuyo objetivo era protestar contra la instrumentalización de la religión en un Estado supuestamente secular, tres de ellas fueron encarceladas y cumplieron condenas en ese gulag llamado Siberia que en el pasado inmortalizó, el más renombrado disidente en la Unión Soviética del siglo XX.
Como parte de una maniobra de lavado de imagen de cara a las Olimpíadas de invierno que se celebrarán en la localidad de Sochi, hace unos días Putin extendió una amnistía a una serie de prominentes presos políticos. Tras el indulto, el magnate y opositor Mijail Jodorkovsky ha sido liberado después de cumplir una condena de diez años. Y Nadezhda Tolokonnikova y Maria Aliojina, las dos miembros de las Pussy Riot que aún permanecían encerradas, fueron puestas en libertad a pocos meses de cumplir su condena.
Lejos de mostrarse amedrentadas, ambas jóvenes han convocado una rueda de prensa en Moscú para desenmascarar la burda estrategia de Putin. Tolokonnikova y Aliojina le han pedido a Occidente que no se deje manipular por un gobierno que sólo pretende capitalizar el negocio de la Olimpíadas a la vez que reprime a los opositores y persigue a los gays y lesbianas. Es más, son partidarias del boicot al evento deportivo y no aceptan el perdón presidencial porque nunca lo pidieron y estaban más que dispuestas a permanecer en la cárcel el tiempo que hiciera falta.
Las aguerridas Pussy Riot han declarado que continuarán defendiendo los derechos humanos y lo harán poniendo en marcha una fundación, Zona Legal, junto al conocido opositor Alexei Navalny, quien también está bajo el constante acoso del Kremlin. Su propósito es no permitir que las cortinas de humo que lanza Putin oculten la verdadera situación de un país que parece sufrir una regresión a los tiempos oscuros del comunismo.
Con inteligencia y frescura, las Pussy Riot le quitan importancia a Putin, para ellas un mero agente al que hay que echar del poder por representar los intereses de un sistema corrompido. Ellas representan la tenaz modernidad frente a quienes pretenden perpetuar los crímenes y abusos del pasado.
El nuevo año será un reto para los rusos que buscan espacios de libertad y se niegan a hacerle el juego a Putin con sus Juegos de Invierno. Pura fachada de marketing para el dirigente alpha y ex funcionario de la KGB. Las Pussy Riot harán mucho ruido si no las devuelven a Siberia.
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- 23 de julio, 2015
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