Argentina: Divagues sobre el regreso y cambio de gabinete
En esta Argentina en que un día se habla de la enfermedad de CFK, al
día siguiente de otro desastre en el Sarmiento, luego del resultado
electoral, para pasar a los dos día al fallo de la Corte por la ley de
medios, ahora estamos entretenidos con si vuelve CFK de su reposo, los
posibles cambio de gabinete y algunas medidas económicas. Es como si una
eventual salida de Moreno o Lorenzino creara la expectativa de algunos
cambios en la política del gobierno.
Lo he sostenido hasta el cansancio. Si Moreno hace lo que hace es
porque la presidente se lo permite. ¿O alguien puede pensar que Moreno
hace lo que hace sin el visto bueno de CFK?
De manera que la pregunta que uno debería formularse, es si el
regreso de CFK a su actividad diaria implica un cambio en su visión de
la economía y su relación con la calidad institucional.
Me permito dudar de ese cambio, al menos por ahora, con un sencillo
ejemplo. La payasada de Sabbatella haciendo de cartero yendo a Clarín a
informar algo que tendría que haber informado por medio de un escrito,
me deja pocas esperanzas sobre un posible cambio en el comportamiento
institucional del gobierno. Sobre su política de permanente
confrontación. Sobre su estrategia de amigo-enemigo. Sobre el estás
conmigo o te destruyo.
La economía argentina tiene dos graves problemas a resolver. Uno es
el de la distorsión de precios relativos y otras variables
descontroladas y el otro tiene que ver con el crecimiento de largo
plazo.
El primero de los problemas es el déficit fiscal, la descontrolada
emisión monetaria para financiar al fisco generando inflación, las
artificialmente bajas tarifas de los servicios públicos, el tipo de
cambio real, la constante sangría de reservas y una actividad económica
que tiende a languidecer.
El segundo de los problemas es una economía que desinvierte. Empresas
que se van, otras que suspenden actividades y una infraestructura que
se consumió para financiar el populismo. El sistema energético, las
rutas, los trenes que chocan e infinidad de ejemplos más. Para pasar de
una economía que desinvierte a una economía que invierte no basta
solamente con solucionar el problema de los precios relativos, inflación
y tipo de cambio real. Hace falta un cambio en la concepción de la
organización institucional del país. Caminar hacia una democracia
republicana con límites al monopolio de la fuerza del Estado que
funcione realmente, para frenar los atropellos a la propiedad privada y
permitir que la gente desarrolle su capacidad de innovación. Por ahora,
la única capacidad de innovación que ejerce la gente consiste en
desarrollar su capacidad de supervivencia ante la inflación y la falta
de trabajo.
Ahora bien, dados estos dos problemas, y considerando el resultado
electoral del domingo 27, que pasada una sola semana pareciera ser que
ocurrió hace un siglo, se me ocurren tres escenarios económicos
posibles. Uno de mínima, otro intermedio y uno de máxima.
El de mínima es que el gobierno, aún con cambio de gabinete, siga con
más de lo mismo. Poniendo un parche atrás de otro en una economía que
hace agua por todos lados. Por ejemplo, un absurdo desdoblamiento
cambiario (la semana pasada ya escribí sobre este tema), alguna
corrección marginal sobre las tarifas de los servicios públicos para
intentar vanamente atenuar los subsidios y frenar algo un gasto público
que se dispara, nuevos aumentos de impuestos (ya ocurrió con los
monotributistas) y medidas por el estilo. En definitiva, la propuesta de
mínima consistiría es más de lo mismo pero, dado el lío económico que
tenemos, con parches diarios y anuncios inconducentes como el fracasado
blanqueo, la supercard de Moreno y delirios de ese tipo. Este escenario
de mínima dudo que le alcance al gobierno para llegar al 2015 sin una
crisis económica y social de envergadura.
El escenario intermedio es la receta tradicional que venimos
padeciendo desde hace décadas. Tarifazo y devaluación para generar una
llamarada inflacionaria que licue el gasto público (caerían los salarios
y jubilaciones) a través de un cambio de precios relativos para mejorar
la falta de dólares, hacer que el mercado laboral ajuste por salarios
reales más bajos en vez de mayor desocupación, aceptando una caída en el
consumo. El problema es que, a diferencia del 2002 y 2003, la suerte de
la soja ya no alcanza y el mundo no es un viento de cola como en esos
años. Con una devaluación, más que incrementar las exportaciones se
frenarían las importaciones, algo que ya hace Moreno a dedo. Pero ojo
que a diferencia del 2002, ahora no tenemos en gran cantidad lo que los
keynesianos llaman capacidad ociosa. En el 2002 la industria trabajaba,
en promedio, al 50% de su capacidad de producción, lo cual permitió
incrementar la producción sin necesidad de invertir. Solo con pasarle el
plumero a las máquinas y algo de capital de trabajo comenzó a
producirse el proceso de sustitución de importaciones. Insisto, hoy no
hay una capacidad ociosa tan grande como en el 2002 porque las empresas
han desinvertido y no estamos con una caída del PBI del 15% como ocurrió
ese año.
Además, en 2002 y 2003 se heredaron las inversiones en energía,
rutas, puertos e infraestructura que, mal o bien, se hicieron en los 90.
Ya sé que decir esto es una herejía política, pero hablo como
economista, no como político.
Finalmente, el escenario de máxima consistiría en un giro de 180
grados en el discurso y la acción de la presidente, convencer que ese
discurso es cierto, asumir el costo político de corregir la distorsión
de precios relativos y lograr convocar a gente realmente capacitada para
iniciar el proceso de reestructuración del sector público, la política
impositiva, la laboral y demás reformas que se necesitan para atraer
capitales y se hundan inversiones. Es decir, el escenario de máxima
requiere de asumir el costo político del cambio de precios relativos y
además girar 180 grados en el relato. De esta forma el costo que debería
asumir la gente por reconocer que se acabó la fiesta populista sería
menor, pero existiría de todas maneras.
Si estos son los tres escenarios posibles, el último tiene muy bajas
chances de ocurrir. Digamos que tendría que ocurrir un milagro. Como
creyente no puedo descartar los milagros, pero sería un flor de milagro.
El segundo escenario, el de cambiar solamente los precios relativos
al estilo 1975, 1985, 1989, 2002 no lo veo. ¿Por qué asumir ese costo
político y dejarle limpio el camino al próximo gobierno? Francamente
creo que no está en el ADN del cristinismo ese tipo de acciones.
De manera que el escenario que me parece tiene más chances de ocurrir
es el primero. Más de lo mismo. Más parches, más medidas arbitrarias y
aguantar hasta que se pueda. En lo posible aguantar para llegar al 2015 y
dejarle el lío a otro gobierno.
Por eso creo que todas la versiones sobre la vuelta de la presidente
de su convalecencia y de un posible cambio de gabinete es un divague.
Porque CFK no volverá con las ideas totalmente opuestas a las que tenía
cuando se tomó licencia por su enfermedad, y si hay algún cambio de
gabinete será para que otros hagan lo mismo que los que hacen los que
están actualmente pero intentando mostrar nuevas caras. Menos
desgastadas, pero nada nuevo en el fondo.
El tema es muy claro. La visión policía de la presidente no es la de
una democracia republicana en la que el Estado tiene poderes limitados y
se ocupa de crear las condiciones para atraer inversiones que creen
nuevos puestos de trabajo, mejoren la productividad de la economía y
suban los salarios reales. Su visión se limita a quitarles a unos para
darles a otros. El problema es que los que producen se cansaron de
trabajar para sostener a los otros y, por lo tanto, cada vez producen
menos. El resultado es que los que viven a costa de los que producen
pueden recibir cada vez menos. Por eso la derrota del oficialismo en el
conurbano bonaerense y la merma de votos en el NOA y el NEA.
En síntesis, no divaguemos con cambios en el gabinete. Mientras no
cambien las ideas de la presidente es cambiar para que nada cambie. Y si
ella vuelve con las mismas ideas, todo seguirá como hasta ahora. ¿O
acaso alguien vio algún desorden mayor en el campo de la economía
mientras ella se mantiene en Olivos? Puede ser que las peleas dentro del
gabinete sean ahora mayores, pero el rumbo económico sigue siendo
exactamente el mismo al que había cuando estaba al frente del ejecutivo.
¿Por qué su regreso cambiará algo en materia económica?
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