El arancel: un castigo al consumidor
El Día, Santa Cruz de la Sierra
La presidenta de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), Marlene Ardaya,
informó que se cobrará un impuesto al equipaje de pasajeros que traigan
mercadería u otros productos, por más que sean de consumo personal, en
caso de que el valor del mismo supere los 1.000 dólares.
Hace ya más de cien años Adam Smith en su libro “La riqueza de las
naciones” fundaba su defensa del librecambio con este postulado básico:
“En todos los países, el interés de la inmensa mayoría de la población
es y debe ser siempre comprar lo que necesita a quien lo vende más
barato”.
Desde otro ángulo, Smith consideraba el liberalismo como un aspecto de
la especialización en el trabajo. Cualquier persona racionalmente
prudente nunca intentaría fabricar en casa lo que comprado afuera
resultaría más económico. “El sastre no pretende hacer sus propios
zapatos, ni el zapatero confeccionar sus propios trajes”.
Los individuos nos dedicamos por completo a la actividad en la que
poseemos una destreza o habilidad mayor sobre la de nuestros vecinos, y
con una parte de nuestro producto, o lo que es igual, con el dinero
obtenido por el mismo, compramos cualquier cosa que necesitemos.
Lo que se considera norma prudente de conducta en los individuos,
difícilmente puede ser calificado de locura en un gobierno
democrático-de todos supuestamente-. Entonces ¿Qué fue lo que pasó para
que los gobernantes impongan los -tan elevados- aranceles?
Una inmensa red de falacias para el corto plazo camufladas bajo el
sofisma de que el productor interno se vería protegido y beneficiado,
fue lo que conllevó a todo un sistema arancelario contra la importación
de bienes y servicios. Lo que nunca tomamos en cuenta para este análisis
–que al parecer es muy beneficioso-, es el castigo directo al
consumidor y el empobrecimiento a largo plazo que esto provoca en el
país, además de un problema en la balanza de pagos que afectara las
–alabadas- exportaciones en algún momento por falta de moneda nacional
en el exterior.
Lo primero que pensamos luego de este análisis es, por ejemplo, si
quitamos el arancel a la importación de azúcar en Bolivia ¿Qué pasaría
con los productores y obreros nacionales?
Lo primero que pensamos es que desaparecerían muchas empresas nacionales
–las incompetentes claro-y miles de obreros quedarían sin trabajo. Si
lo vemos ahora por el otro lado, los consumidores obtendrían azúcar
importada a menor precio, lo cual resultaría en un ahorro o una mejor
distribución de su ingreso. Ese ahorro se invertiría en nuevas empresas
nacionales las cuales demandarían el empleo de esos obreros que antes
habían sido despedidos. Las empresas extranjeras que proveerían ahora de
azúcar al mercado, gozarían de más dinero boliviano el cual utilizarían
para comprar los bienes o servicios que necesiten y que ellos no
produzcan eficientemente, es decir, Bolivia se los exportaría. He aquí
donde se crea verdadera riqueza, empleo, productividad y libertad.
- 23 de julio, 2015
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