México, cómplice de la dictadura cubana
Recién terminaba en el Congreso mexicano una ríspida discusión sobre
el aumento generalizado de impuestos para el año 2014, cuando el
presidente Enrique Peña Nieto anunciaba que su gobierno condonaría al de
Cuba 341 millones de dólares (mdd), el 70% de la deuda cubana con México,
la cual asciende a 487 mdd (deuda, por cierto, concedida en la última
etapa del gobierno del PRI, para congraciarse con el régimen castrista,
sin resultados, antes de su derrota en el 2000). Adicionalmente, México
concedió al gobierno castrista un plazo de 10 años para pagar el 30%
restante y una “ampliación de la línea de crédito para mayor comercio e inversión”, sin especificar a cuanto ascendería tal ampliación.
Desde hace mucho tiempo era un secreto a voces en México que el
gobierno Peña Nieto concedería tal condonación, como paso previo exigido
por la dictadura castrista para invitar al presidente mexicano a Cuba y así, “relanzar” las relaciones entre ambos países, alicaídas tras los duros intercambios entre los entonces gobiernos de Vicente Fox y Fidel Castro por el ya célebre “comes y te vas” en la Cumbre de la ONU sobre el Financiamiento al Desarrollo celebrada en Monterrey, en abril de 2002. Agravadas un año después (abril de 2003) por el voto de México contra Cuba en Ginebra a favor de que se revisaran los derechos humanos en la isla, y el chantaje político cubano tras la detención del empresario Carlos Ahumada (marzo 2004) cuando éste arribó a Cuba.
Quizá Peña Nieto crea que es muy importante ser el primer presidente
mexicano en visitar Cuba tras más de una década. Al respecto, Luis
Echeverría (1970-1976) realizó una visita a Cuba de tres días, igual que
lo hizo José López Portillo (1976-1982). Miguel de la Madrid
(1982-1988) realizó una visita oficial de dos días en octubre de 1988;
Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) fue por 6 horas hacia finales de
su mandato; Ernesto Zedillo (1994-2000), ya cuando las relaciones eran
más bien malas, acudió a la Cumbre Iberoamericana en La Habana, aunque
no en visita bilateral, en noviembre de 1999. En tanto, Vicente Fox
(2000-2006) realizó al inicio de su sexenio, en febrero del 2002, una
visita de trabajo de dos días a Cuba, y que derivó en la invasión por parte de un grupo de disidentes cubanos de la Embajada mexicana en La Habana,
la cual fue desalojada días después a petición del Gobierno de México.
En contraste, Felipe Calderón (2006-2012) nunca visitó Cuba a pesar de
desear profundamente recomponer las relaciones entre México y la isla.
En cualquier caso, lo magro de las visitas de los presidentes mexicanos a
Cuba me parece que no justifica gastar en dicho propósito tan crecida
suma, y que supuestamente Peña Nieto tenga así, su primer éxito
internacional tras casi un año de gestión; esto si no es que en realidad
Peña Nieto y su gobierno esconden (como casi todos en el PRI y la
izquierda mexicana) una secreta y malsana admiración por el régimen
cubano, como sospechan algunos. Mas hay un agravante adicional.
Condonar a la dictadura cubana es premiar con dinero de los
contribuyentes mexicanos a violadores sistemáticos de los DDHH, en forma
de detenciones arbitrarias, restricciones a las libertades de expresión
y de prensa, golpes y encarcelamiento a opositores políticos pacíficos,
campañas de espionaje y desprestigio a periodistas y disidentes
políticos, juicios sin la mínima legalidad… Al respecto, tan sólo en
octubre pasado se alcanzó el récord de 909 detenciones ilegales por el régimen cubano. En contraste, la media mensual en los 3 últimos meses ha sido de 721 detenciones políticas ilegales,
según la independiente Comisión Cubana de Derechos Humanos y
Reconciliación Nacional (CCDHRN). A ese régimen es al que Peña Nieto
decidió ayudar, tal vez sin consultar a nadie (al menos no a los
contribuyentes), a solas con su conciencia…
La reciente “reforma fiscal” promovida por el presidente Peña Nieto y aprobada por el Congreso
mexicano, por el voto mayoritario del PRI y el PRD (izquierda),
acrecentará el IVA en las zonas fronterizas y el pago del Impuesto sobre
la Renta (ISR) a trabajadores formales, mayoritariamente de clase
media, creará nuevos impuestos a las bebidas azucaradas, a la llamada
comida chatarra, al alimento para mascotas, al transporte terrestre
foráneo… Y el beneficiario inicial de los nuevos recursos públicos será,
precisamente, la dictadura cubana. Quienes entusiastamente se sumaron a
las propuestas del gobierno mexicano (con la esperanza de captar algún
beneficio, para sí o para “el pueblo” mexicano) se vendrán dando cuenta
ahora de que terminaron beneficiando a la única dictadura militar viva
en America Latina, excrecencia de una ya lejana Guerra Fría. Dados los
antecedentes políticos de algunos de ellos, ese destino inopinado tal
vez hasta los haga felices; otros, que quizá apoyaron las propuestas
oficiales de buena fe, tendrán que cargar con el peso de su equivocada
decisión y, ahora, además, con su seguro y vergonzante silencio.
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