Seis meses en el manicomio venezolano
Hace unos días, el gobierno venezolano encabezado por Nicolás Maduro festejó sus primeros seis meses en el poder. Y lo hizo como no debe hacerse:
en lugar de destacar sus logros, lo hizo amenazando a la oposición, a
la “burguesía”, a los medios… Y es que poco, muy poco tienen Nicolás
Maduro y el chavismo declinante qué lucir. O de qué hablar hacia el
futuro.
Maduro asumió el pasado 19 de abril, tras un cuestionado proceso
electoral y el desaseado comportamiento de la autoridad electoral de ese
país, y cuya victoria no ha sido reconocida por
Henrique Capriles, el candidato supuestamente perdedor. Al asumir la
presidencia, todo el mundo sabía que Maduro habría que sufrir las consecuencias de los 13 años del mal gobierno de Hugo Chávez,
caracterizado por el arrasamiento del aparato productivo, una alta
inflación, la escasez de divisas, una galopante inseguridad y un clima
político de división y encono. Y esa de por sí pesada herencia Maduro la
ha agrandado y puesto sobre la espalda de los venezolanos.
Así, la inflación anual hoy ronda casi el 50% y
es la mayor en América Latina, y se prevé el país terminará el año con
una hiperinflación superior al 60%. En el país se habla de una nueva devaluación,
probablemente después de las elecciones municipales del próximo 8 de
diciembre, a pesar de la negativa del gobierno, a fin de tratar de
aliviar la escasez de divisas, que ahoga a la planta productiva, y el férreo control cambiario, que lleva ya 10 años de puesto en práctica. En tanto, las empresas continúan abandonando Venezuela sin pausa.
Con un aparato productivo nacional arruinado debido al control de
precios, la falta de divisas y la inseguridad jurídica impulsada por el
Gobierno, el país sufre de una pertinaz escasez de productos —Venezuela
trae desde el exterior el 96% de lo que consume—. Incluso, hoy los
venezolanos importan hasta 50% del café que toman, para hacer alusión a
un rubro histórico del que el país vivía antes del petróleo. Lo que no
evita que muchas de las importaciones se arruinen antes de llegar al consumidor,
por ineficiencia y excesos burocráticos. Adicionalmente, hay cortes de
luz todos los días y en buena medida, Venezuela sobrevive cada vez más
por los préstamos concedidos por China, que hipotecan buena parte de su producción petrolera futura. De allí el porqué el FMI ha calificado como “insostenible” la situación económica del país.
En el plano social, la inseguridad no tiene freno y en estos meses del gobierno de Maduro se ha colocado incluso a niveles superiores que en la gestión de Chávez, agravada por los constantes motines en las cárceles venezolanas. La lucha contra la corrupción prometida por Maduro a lo largo de estos seis meses, ha dado pocos frutos (para
lo cual pidió poderes especiales) incrementando el descrédito frente a
la ciudadanía. En contrapartida, en su política internacional, el
gobierno Maduro tiene también pocos logros concretos, como no sea el enrarecimiento de las relaciones con el gobierno norteamericano. O la reiteración de la misma coreografía de exabruptos e infundios que Chávez sabía hacer mejor. Todo ello pesó, seguramente, en la decisión de la Organización Deportiva Panamericana de negarle a Venezuela y Ciudad Bolívar la sede de los Juegos Panamericanos 2019, a favor de Lima. A nivel internacional, el régimen venezolano sólo genera desconfianza.
A esto súmese los reiterados embates en contra de los medios de comunicación, sea mediante la creación de un centro de espionaje y censura, el Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (CESPPA),
coincidiendo con la salida de Venezuela de la Convención Americana de
Derechos Humanos; la falta de insumos (papel y tinta) para publicar los
diarios, lo que ha provocado el cierre de varios de ellos, el
adelgazamiento de otros y el que unos más dejen de publicarse
diariamente; y la intimidación y persecución a medios y periodistas.
Finalmente,
valórese la difícil situación política de Maduro: Su gobierno ha
recibido la renta petrolera más alta de administración alguna en la
historia de Venezuela: un barril petrolero a 100 dólares. Tiene también a
su servicio 20 gobernaciones, muchísimas alcaldías, el control de la
Asamblea legislativa y de los poderes públicos. Ha tenido todo lo que ha
querido para producir resultados. En cambio, tiene una oposición que no
lo reconoce; está asediado por rumores creíbles de ilegitimidad al
ocupar la Presidencia, ya que habría nacido en Colombia y no en suelo venezolano, como lo manda la Constitución; tiene un chavismo cada vez más desafecto por su incompetencia o la simple acumulación de problemas;
y padece de constantes rumores de un enemistamiento tenaz con el
presidente de la Asamblea Nacional, quien supuestamente estaría
conspirando para un futuro golpe de estado en su contra.
Entonces es natural que el único propósito de Maduro sea mantenerse en
el poder, ya que en su festejo de medio año no se le perciben propósitos
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