Sin Europa estaríamos mejor
La Gaceta, Madrid
Tras la victoria de Merkel en Alemania se confirman las mismas
políticas en Europa que hemos tenido hasta ahora. Algunas firmas que
suelen relacionarse con el libre mercado han aplaudido esta victoria.
Olvidan, sin embargo, que el liberalismo no es una cuestión de política, sino de ética. El liberalismo es, pura y simplemente, una teoría sobre la justicia cimentada en los derechos del hombre singular: el individuo; la más pequeña de las minorías.
Merkel y la Unión Europa son todo lo contrario a lo que a lo que se
refiera a la libertad. Como dijera Lord Acton: “La libertad es el
dominio sobre uno mismo. Lo contrario, el dominio sobre los demás”. Y precisamente esto último representa la Unión Europea, el totalitarismo económico y social.
La anulación del individualismo y del hombre capaz de decidir sobre su
propio futuro. ¿Tiene sentido, por ejemplo, que los eurócratas acudan a
este absurdo regeneracionismo europeísta en el cual afirman que ellos
son los redentores de los valores europeos? Los valores de un
continente, si es que los tiene, los crean las personas a través de la
historia y no son impuestos con falsos lemas basados en la compra votos.
Es una señal clara de este dirigismo social.
La Unión Europea, hoy día, no es más que la germanización del continente.
Merkel quiere controlar la vida de todos nosotros como si fuéramos los
resortes de una compleja maquinaria. Esto no solo significa es la
austeridad, que no es más que el refuerzo del Estado Omnipotente, sino
el control total de nuestras vidas donde nos dicen qué hemos de comer, qué estilo de vida seguir y hasta qué rentas hemos de tener.
¿Quién es Bruselas para pedir a España que se reduzcan los salarios por ejemplo?
Esto es una decisión del mercado y las empresas y no de políticos que
no han trabajado en su vida. La germanización de Europa, esto es, la
Unión Europea, es el intento de crear un nuevo hombre para que sirva al
Poder mediante leyes y reglamentos donde todo comportamiento y acción
económica e individual está perfectamente detallada y documentada
convirtiendo la vida del individuo en la de un autómata.
La solución a este gran monstruo igualitarista, plagado de lobbies y de cortesanos políticos
no es solo que España abandone la Unión Europa y volver a la política
nacional. No mejoraríamos demasiado. Europa maneja nuestras vidas como
si fuera una fábrica donde en lugar de pagarnos nos cobran, pero los
políticos nacionales la manejan como si fuéramos su cortijo.
Al liberalismo le ocurre lo mismo que a al típico ciudadano de hoy en día, es tan inseguro que necesita recurrir a otros.
El liberalismo se une a los conservadores, y así le ha ido en Alemania
al partido liberal, y el ciudadano al político que se le promete todo.
Es una espiral de decadencia continua que anula la singularidad
ideológica y del ciudadano. La Unión Europea no es más que una picadora
de carne donde por una parte entra el individuo y por la otra sale una
masa de carne moldeable.
La historia de todo el siglo XX nos ha enseñado que el mal menor y
renunciar a nuestra voluntad sólo ha significado un trasvase de nuestros
derechos de propiedad y libertad hacia el Estado y ahora al
mega-estado: la Unión Europea. Hemos de dar la vuelta a ese absurdo proceso y empezar de cero. La
única fuente de bienestar es el hombre singular y su principal enemigo,
el político. Cuanto más alejados estemos de ellos, mejor será nuestro
futuro.
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