Reforma migratoria: Siria, la gran excusa
Los congresistas de Estados Unidos, además de
sufrir unos patéticos niveles de popularidad, tienen una bien ganada
fama de no poder hacer dos cosas al mismo tiempo. No se trata de comer
helado y jugar al yoyo, por ejemplo. O de dictar una carta mientras
juegan ping-pong. Mi gran temor es que vayan a dejar a un lado el debate
sobre la reforma migratoria mientras se resuelve el conflicto con
Siria.
Damasco, la capital siria, está a 9,458 kilómetros (5,877
millas) de distancia de Washington D.C. Pero estos últimos días
parecería estar mucho más cerca del interés del Congreso norteamericano
que los 11 millones de indocumentados que viven en Los Angeles, Houston,
Chicago y Miami. El sentido de urgencia que hay respecto a Siria no
existe sobre la reforma migratoria. Eso es muy preocupante.
Entiendo
que lo que está ocurriendo en Siria es una masacre y un verdadero
crimen contra la humanidad. También, como muchos, vi (en la BBC) los
cuerpos de cientos de niños asesinados con sustancias químicas; sus
caras estaban llenas de un polvillo blanco y sus cuerpos inundados de
gigantescas ampollas. Murieron lentamente y con dolores insoportables.
Solo el dictador Bashar Al-Assad tiene armas para ocasionar ese tipo de
heridas en Siria. Comprendo que hay que hacer algo para evitar que
vuelva a ocurrir. Pero ¿qué tiene que ver todo esto con la reforma
migratoria en Estados Unidos?
Por principio, nada. Los 435
miembros de la Cámara de Representantes podrían, perfectamente, discutir
y monitorear la situación en Siria y, al mismo tiempo, continuar el tan
atrasado debate sobre la legalización de los inmigrantes sin papeles en
Estados Unidos. Pero no lo van a hacer.
Siria se ha convertido
en la gran excusa para retrasar e, incluso, aniquilar las posibilidades
de una reforma migratoria este año. Las enormes consecuencias
internacionales de un ataque a Siria le están dando a los republicanos
más conservadores el pretexto que buscaban para no darle un camino a la
ciudadanía a los indocumentados.
“Desafortunadamente esto va a
retrasar el debate sobre inmigración”, me dijo en una entrevista el
influyente congresista republicano Raúl Labrador. “Y si no lo hacemos
ahora en el 2013, no va a suceder en el 2014 (porque hay elecciones para
el Congreso) y tendríamos que esperar hasta el 2015.” Labrador cree que
el debate migratorio programado para este octubre se tendría que
retrasar hasta Noviembre y, ya para esas fechas, no habría tiempo
suficiente para discutir y aprobar una multitud de polémicos y
complicados asuntos (que van desde reforzar la frontera hasta otorgar
miles de visas a trabajadores temporales).
No se trata de restarle
importancia a Siria. La tiene. Tras el trágico error de la guerra en
Irak, Estados Unidos no puede equivocarse con Siria. Además, la
comunidad internacional tiene que encontrar una forma efectiva para
lidiar con dictadores que matan a su propia gente. Hasta el momento no
hay una fórmula que funcione. Tiene que existir un camino distinto al de
usar fuerza para acabar con la violencia. Eso solo genera más muertos y
sangre.
Pero los hispanos y los inmigrantes en Estados Unidos se
merecen un mejor trato. La última reforma migratoria fue en 1986 y en
el 2007 murió por inanición una débil propuesta de legalización en el
Congreso. ¿Cuánto más tenemos que esperar?
Cada día, en promedio,
el gobierno del presidente Barack Obama deporta a 1,400 indocumentados.
Cada día. Dicen que tratan de deportar a criminales. Pero la realidad
es que también deportan a padres y madres que solo quieren trabajar.
Ningún gobierno estadounidense ha separado a más familias hispanas que
el actual.
Obama, como todos sabemos, está empujando fuertemente
por una reforma migratoria. Pero en la cámara de representantes,
controlada por el Partido Republicano, no hay ninguna urgencia para
sacar adelante este asunto. Tablas. Y cuando hay tablas nada se mueve.
Ahí estamos.
El conflicto con Siria solo endurece las posiciones
políticas –a favor o en contra del presidente; a favor o en contra de un
ataque- y le da tiempo a los republicanos que no quieren una reforma
para manipular un asunto que los perseguía y angustiaba. Ante la
pregunta ¿por qué no han hecho nada sobre la reforma migratoria? su
respuesta será: porque estamos lidiando con temas de vida y muerte en
Siria. Pero esa es una repuesta que no debemos aceptar.
En este
mundo globalizado siempre habrá una crisis internacional al alcance de
la mano. Y eso no nos debe paralizar. Los jóvenes de hoy en día son
maestros del multitasking. Hacen varias
cosas a la vez. (El otro día sorprendí a unos amigos de mis hijos viendo
televisión, jugando con videos en su iPad, texteando en su celular,
comiendo porquerías y conversando en dos idiomas. Todo al mismo tiempo.)
Los congresistas de Estados Unidos tienen mucho que aprender de sus
hijos.
Retrasar el debate sobre la reforma migratoria por el
conflicto en Siria es, simplemente, una excusa inaceptable. Las cosas
verdaderamente importantes no se retrasan. Siria e inmigración pueden y
deben discutirse y resolverse antes que termine el año. Ese es, al final
de cuentas, su trabajo. Chupar helado y jugar al yoyo, bueno, eso puede
esperar.
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