España: Asco de sindicatos
Libre Mercado, Madrid
El deleznable mensaje de despedida que Comisiones Obreras (CCOO) ha otorgado a la tristemente fallecida Rosalía Mera es una muestra inequívoca -una más- de la profunda mezquindad y vileza que ostentan los grandes sindicatos en España.
Así, lejos de reconocer su excelente labor empresarial como cofundadora
de Inditex, una de las principales multinacionales del país, la
organización sindical que dirige Ignacio Fernández Toxo se limitó a
despreciar su persona, juzgándola de forma despectiva, ruin y macabra
por el mero -y muy legítimo- hecho de ser millonaria gracias al esfuerzo
y tesón de toda una vida dedicada a su empresa.
"El hueco que deja Rosalía Mera (DEP) en la lista #Forbes ya ha sido ocupado por otro/a. Que también se morirá, tarde o temprano", rezaba el tuit lanzado inicialmente desde la cuenta oficial de CCOO en Castilla-La Mancha,
pese a que luego fue oportunamente borrado. Como si amasar fortuna
mediante el éxito empresarial, en un mercado libre regido por la oferta y
la demanda, fuera motivo de condena y, por tanto, digna de aplauso la
muerte de cualquier millonario.
De hecho, en lugar de corregir semejante atrocidad moral, el
sindicato trató de justificar su alegato con varios mensajes extra para
recordar a sus seguidores que la muerte es perfectamente igualitaria,
pues a todos alcanza tarde o temprano, con independencia del tamaño de
la cartera, en un incomprensible intento por restar relevancia mediática al fallecimiento
de Rosalía Mera, y, de este modo, desmerecer su admirable figura:
"Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar… pasando o no por
la lista Forbes. DEP Rosalía"; "La acumulación de riqueza no garantiza
la vida eterna. Es una aspiración humana, pero no humanista. Rosalía lo
supo (DEP)"; “Diez personas perdieron la vida en accidentes laborales en
los primeros seis meses del año en CLM [Castilla-La Mancha]”; “Hoy
hemos ofrecido una rueda de prensa sobre siniestralidad laboral en CLM.
También mueren trabajadores… DEP Rosalía”.
Estos absurdos y pueriles guiños ideológicos, nacidos desde
la envidia de la peor calaña, levantaron, como es lógico, encendidas
críticas entre muchos tuiteros de bien, que no tardaron en
afear la miserable conducta de los sindicalistas. ¿La reacción de CCOO? A
la defensiva: "No hay celebración ninguna en el tuit". A lo que otro tuitero responde: "Tampoco hay muestra de condolencia, así que os podíais haber ahorrado excretar ese tuit".
Chapó. Se puede decir más alto, pero no más claro. La muy sibilina
argucia de desmerecer a Mera enfrentando su muerte a la del obrero, de
forma absolutamente maniquea y ridícula, refleja la inconmensurable bajeza moral del sindicalismo patrio.
El problema de fondo es que CCOO y UGT siguen instalados en la tan manida "guerra de clases",
una entelequia carente de sentido, ya que la clase social, propia de
regímenes arcaicos como el feudal, ni existe ni puede existir bajo el
capitalismo, pues cualquiera, con independencia de su origen, puede
prosperar y llegar a lo más alto por méritos propios. Rosalía Mera y su
exmarido, Amancio Ortega, son una prueba más. Ambos, de origen humilde,
crearon un imperio gracias, única y exclusivamente, a su perspicacia,
trabajo y tesón. Inditex, cuyo modelo de negocio es estudiado en medio
mundo, tiene presencia en casi 80 países y emplea a más de 120.000 personas,
sin contar los miles de puestos indirectos que genera a su alrededor.
Mera y Ortega formaron un tándem genial, levantando de la nada una
compañía textil líder a nivel mundial. Y el secreto de su enorme éxito
no fue otro que el de satisfacer de forma idónea las necesidades de
millones de personas, ofreciéndoles ropa de diseño y alta calidad a bajo
precio. Su fortuna es el reflejo de su éxito, la forma en la que el
mercado (todos nosotros) expresa su satisfacción por el servicio
ofrecido.
Los sindicalistas españoles son incapaces de comprender esta
verdad, ya sea por pura incapacidad o ceguera ideológica. No entienden
que los empresarios tan sólo triunfan si sirven correctamente a sus clientes
(consumidores), generando así riqueza y empleo de la nada gracias al
virtuoso proceso creativo que posibilita el libre mercado. Piensen si no
por un momento en la también desaparecida figura de Steve Jobs, fundador de Apple.
¿De dónde procedía su riqueza? Miren a su alrededor: Iphone, Ipad,
Mac… Fue el padre de la nueva era informática, facilitando con ello la
vida a cientos de millones de personas en todo el mundo. El mercado
(nosotros) compró y sigue comprando voluntariamente sus productos. He
ahí su fortuna. Nuestra satisfacción es su recompensa, y viceversa. De
ahí, la vital función de todo empresario. Así funciona el bendito
capitalismo.
El sindicalismo español,
por el contrario, opera de forma inversamente proporcional. ¿A quiénes
sirven? A ellos mismos -liberados-. ¿A costa de quién? De los demás
-generando paro-. ¿Con qué dinero? Con el del resto -impuestos-.
¿Pruebas? Para aburrir…
Los sindicalistas de CCOO deberían besar cada palmo que Rosalía Mera -y
tantos otros empresarios- pisaron en vida. O, como mínimo, respetar su
memoria cerrando la boca. Su vergonzoso pésame, simplemente, sobraba.
Que todo lo bueno hecho en la tierra, que ha sido mucho, sea debidamente recompensado en el cielo. Rosalía Mera, descanse en paz.
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