El ‘jolgorio’ de la legalización de la marihuana
El proyecto de ley de legalización de la
marihuana del gobierno uruguayo ha sido descripto como el más audaz del
mundo, y podría contribuir a reducir los delitos relacionados con la
droga, pero una conversación que sostuve esta semana con el ex
presidente uruguayo Julio María Sanguinetti me despierta dudas sobre si
no resultará contraproducente.
Según el proyecto de ley aprobado la
semana pasada por la Cámara de Diputados de Uruguay, que según se espera
será aprobado por el Senado y se convertirá en ley muy pronto, Uruguay
legalizará el cultivo, la distribución y la venta de marihuana. El
consumo ya está permitido en el país.
Lo que es más, el estado se
convertirá en un gran proveedor de marihuana: concederá licencias a los
productores, les comprará la marihuana y la distribuirá a las farmacias
de todo el país, donde consumidores previamente registrados de más de 18
años podrán comprar el equivalente de 30 cigarrillos mensuales.
Además,
los uruguayos podrán cultivar hasta seis plantas de marihuana en su
hogar, y crear “clubes de consumidores” de hasta 45 miembros, que podrán
proveerse la droga entre sí.
Desde mi perspectiva de alguien que
en general respalda las propuestas de legalización de la marihuana, y
que coincide con el presidente uruguayo José Mujica sobre la necesidad
de buscar alternativas a la guerra contra las drogas que ha dejado
decenas de miles de muertos en Latinoamérica, le pregunté al ex
presidente Sanguinetti —un opositor del gobierno— cuáles son sus razones
para oponerse a la ley.
Su primera crítica no fue tanto a la
legalización en sí misma, sino "a la atmósfera de jolgorio" en que se
está llevando a cabo. El ex presidente teme que conducirá a un
incremento generalizado del consumo de drogas.
"Se ha instalado
un clima de permisividad, cuando hoy día se conocen los resultados
nocivos de la marihuana", me dijo Sanguinetti.
Según Sanguinetti,
la propuesta de legalización de la marihuana fue resultado de “una serie
de improvisaciones” que empezaron cuando Mujica mencionó en una
oportunidad, al pasar, la idea de que el gobierno debería asumir el
control del comercio de la marihuana, para quitárselo a los carteles.
Sanguinetti
dijo que Mujica “es un anarquista romántico que habla todo el día" de
lo que se le ocurra, y que Mujica "lanzó una idea, y cuando vio que se
formó un gran debate internacional, y que el estaba en el centro de la
escena, siguió adelante".
La mayoría de los uruguayos se oponen al
proyecto, entre otras cosas porque temen que hará aumentar el consumo
de marihuana entre los jóvenes, y podría inducirlos a pasar a consumir
drogas más duras. Según una encuesta de la empresa Cifra, el 63 por
ciento de los uruguayos se oponen a la ley, y sólo el 26 por ciento la
apoya.
Pedro Bordaberry, un importante senador de la oposición, me
dijo en otra entrevista que duda de que el gobierno pueda ser un
administrador responsable del negocio de la marihuana.
Uruguay es
un país en el que la implementación de las leyes es un problema, dijo.
"En Uruguay está prohibida la reventa de entradas de partidos de fútbol,
y hay una gran reventa de entradas. Si el gobierno no puede controlar
la reventa de entradas de fútbol, como va a controlar la reventa de la
marihuana?", senaló.
Bordaberry agregó: "¿Como van a evitar que
alguien que no es consumidor se registre, se lleve sus 30 cigarrillos, y
los revenda en la calle, y a menores de edad?".
Los partidarios
de la ley dicen que muchos gobiernos ya regulan la industria de la
marihuana, incluyendo los de Holanda, Portugal, y el estado de Colorado.
“Siempre
hay peligros, tales como el de crear una mayor burocracia, y de
sobornos”, dice Bruce Bagley, un conocido experto en políticas de drogas
de la Universidad de Miami. “Pero hay muchos gobiernos que ya están
involucrados en la regulación, el monitoreo y la inspección de drogas
recetadas. Y en Massachusetts, el estado vende alcohol por medio de
tiendas estatales”.
Mi opinión: En general estoy a favor de la
legalización de la marihuana, porque el modelo prohibicionista de las
últimas cuatro décadas ha provocado guerras que han costado decenas de
miles de vidas en México y Centroamérica, con pocos resultados
positivos. Y la represión ha costado miles de millones de dólares, que
estarían mejor empleados en la prevención, educación y en campañas de
rehabilitación.
Pero la legalización de la marihuana debería
realizarse en medio de campañas nacionales contra las drogas mucho más
grandes de la que estamos viendo en Uruguay. De otra manera, si se hace
en medio de una "atmósfera de jolgorio" que conduce a la permisividad,
como dice Sanguinetti, vamos a terminar con muchos más consumidores de
drogas de los que existen en la actualidad.
- 28 de diciembre, 2009
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