Ecuador: Máscaras del autoritarismo
Varios
artistas salieron en cadenas respaldando la Ley de Comunicación. Creo
que esto tiene explicaciones profundas y personales.
Por un lado está la tradicional atracción que sienten los artistas
por el mito de la revolución, por la utopía que esta promete. Cualquier
cosa que se aparte de la utopía de la cual se han enamorado les parece
algo rechazable que merece ser destruido en búsqueda del paraíso
terrenal. Esto los puede llevar a apoyar terribles abusos como en su
época lo hicieron Pablo Neruda y Julio Cortázar, dos gigantes de la
literatura mundial.
Por otro lado está la sensación de merecerse más aprecio del que la
sociedad les muestra. Por ejemplo, la cantante Olga María, quien ganó el
Premio a la Mejor Intérprete Femenina en el Festival Mundial de la
Canción, dice: “Lamentablemente cuando regresé a mi país, los medios no
supieron valorar la noticia de que yo gané”. En una sociedad en la que
la gente decide libremente qué ver, qué leer y qué obras de arte
comprar, puede que un artista que se esforzó tanto en una obra que a él
le parece maravillosa no obtenga en dólares o en fama lo que él cree que
se merece. El sistema de precios, por lo tanto, le parece injusto. Pero
la maravilla del sistema de precios, si se le permite funcionar
libremente, es que miles de millones de personas “votan” con sus dólares
para seleccionar la oferta de arte, cultura y contenidos en medios que
desean. Los intermediarios son los empresarios, quienes estudian las
preferencias reveladas de los consumidores de artes, cultura,
información, etcétera, para descifrar qué oferta les resultará más
atractiva a sus clientes. Cuando no ofrecen lo que los consumidores
prefieren, a estos empresarios les toca perder plata.
Por supuesto que si uno cree que la gente en general no aprecia “el
buen arte”, “la buena cultura” y “la verdadera información”, uno
considerará apropiado que alguien o un grupo de personas tenga la
autoridad de coartar esa libertad de elegir de las personas
imponiéndoles, por ejemplo, la nacionalidad de la música que deben
escuchar, de la publicidad, o de los contenidos en televisión. Si “la
gente no sabe”, pues los iluminados que sí saben les tienen que enseñar.
Esto es el “esnobismo cultural”. La cruda realidad es que las
preferencias del público no siempre convienen a la carrera de un artista
y pueden parecerle de mal gusto. Pero la alternativa es que un grupo le
imponga sus preferencias al resto de la sociedad.
En estas cadenas varios artistas sugieren que sin el respaldo del
Estado los artistas ecuatorianos no tendrían la oportunidad de triunfar.
Considero que hay mucho talento nacional que ha triunfado a nivel
internacional y mucho más que podría hacerlo sin necesidad del respaldo
estatal. Así lo han mostrado Julio Jaramillo, Oswaldo Guayasamín,
Tranzas, entre otros.
Por cualquier razón que hayan decidido prestarse para apoyar la Ley
de Comunicación, estos artistas no deberían olvidar una advertencia de
Octavio Paz:
“El Estado no crea el arte, difícilmente puede impulsarlo sin
corromperlo y, con más frecuencia, apenas trata de utilizarlo lo
deforma, lo ahoga o lo convierte en una máscara”.
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
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- 25 de noviembre, 2013
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