La nueva revolución industrial
The Wall Street Journal Americas
Una oscura noche de tormenta hace dos semanas en Schenectady, en el
estado de Nueva York, Ken Hislop se relajaba en su casa cuando su
celular comenzó a vibrar en su bolsillo. Era un mensaje de texto urgente
de la fábrica de General Electric Co.
GE +0.96%
donde trabaja.
Poco después, llegó un segundo mensaje y luego
otros dos. Los textos eran enviados por pequeños sensores incrustados
dentro de una serie de máquinas, algunas de los cuales parecen enormes
mezcladoras de cemento invertidas. Una violenta tormenta con truenos que
pasaba por la zona había causado problemas.
"Supe enseguida que nos habíamos quedado sin
energía en la planta", afirma Hislop, un ingeniero de fabricación.
Rápidamente encendió su iPad y accedió a mapas animados que le mostraban
todo lo que sucedía en las instalaciones de US$170 millones que
fabrican enormes baterías de torres para teléfonos celulares, plantas
energéticas y otros usuarios. Aunque el apagón había sido momentáneo,
gran parte del equipo en la fábrica tuvo que reiniciarse y cualquier
problema, por mínimo que fuera, podía significar costosas demoras de
producción. "Recibía un informe en primera persona y en tiempo real",
relata Hislop, quien también podía ver un video de la tormenta tomado
desde el tejado de la planta. La información le permitió cerciorarse de
que las máquinas se reiniciaran en la secuencia apropiada y que el
material sensible de las baterías no hubiese sufrido daños.
Bienvenido a la Nueva Revolución Industrial, una ola de tecnologías e
ideas que están haciendo que las manufacturas automatizadas tengan poco
que ver con los talleres polvorientos y sucios de antaño. La revolución
amenaza con hacer añicos los modelos de negocios que han imperado desde
hace mucho tiempo, modificar los patrones del comercio global y revivir
la industria estadounidense.
Las grandes empresas tienen a su
disposición una variedad de nuevas herramientas para construir fábricas
más inteligentes y simples y explorar productos, materiales y técnicas
innovadoras que antes eran inviables. Gracias a la caída de los precios,
las pequeñas empresas tienen acceso a equipos de manufactura y
herramientas de diseño más baratos, que le dan incluso a las firmas
novatas de un solo empleado la posibilidad de crear innovaciones que
pueden sacudir el mercado.
Muchos comparan la era actual con los primeros días de la
computación, cuando personas con iniciativas que practicaban un hobby en
su garaje introdujeron grandes avances que cambiaron la faz de una
industria.
Pequeño y ágil
"La manufactura atraviesa por un cambio que es igual de significativo
que la introducción de partes intercambiables o la línea de producción,
tal vez más", afirma Michael Idelchik, quien encabeza la unidad de
tecnologías avanzadas del laboratorio de investigación global de GE,
ubicado a unos 15 minutos de la planta de baterías. El futuro no les
pertenecerá "a las cadenas globales de suministro dispersas conectadas a
una red de grandes fábricas distantes", señala, sino a "operaciones de
manufactura pequeñas y ágiles que usen herramientas altamente
sofisticadas y materiales nuevos".
No cabe duda de que un término como la
Nueva Revolución Industrial suena algo pomposo, dado el profundo impacto
que tuvo la Revolución Industrial original, no sólo sobre los negocios,
sino también sobre los estándares de vida en todo el mundo. Además, no
hay dudas de que a pesar de todo lo que se dice, muchas cosas seguirán
produciéndose con técnicas que fueron perfeccionadas hace mucho tiempo.
Pero el nombre, por grandilocuente que suene, se justifica. Las
repercusiones, aún en una etapa inicial, se están acelerando gracias a
la convergencia de una serie de tendencias: el bajo costo y la
accesibilidad de grandes cantidades de datos asociados a la computación
en la nube; el costo decreciente de los sensores electrónicos,
microprocesadores y otros componentes que pueden usarse para fabricar
máquinas más hábiles, y los avances en software y tecnología de
comunicaciones que posibilitan manejar la manufactura con un nuevo nivel
de precisión y dan lugar a nuevas formas de colaboración.
Fabricación flexible
Los adelantos tecnológicos ahora permiten que las empresas inventen
nuevas formas de fabricar objetos que representan un alejamiento extremo
del modelo clásico de la línea de producción.
El más significativo de estos pasos es,
con holgura, la manufactura aditiva, un proceso de fabricación de
objetos tridimensionales de virtualmente cualquier forma a partir de un
modelo digital. Estas máquinas exóticas pueden usar una gama de
materiales —desde pulpa de celulosa al cobalto— y crear objetos tan
variados como zapatillas, surtidores de combustible para aviones y, a
largo plazo, órganos humanos. Y una sola pieza de equipo de manufactura
puede ser programada para fabricar una variedad de objetos prácticamente
ilimitada.
En un recorrido por un laboratorio de equipos de manufactura avanzada que construye Autodesk Inc.
ADSK +0.88%
en San Francisco, su presidente ejecutivo, Carl Bass, señala una marca
en el piso, donde se ubicará una sofisticada máquina controlada por
computadora.
Bass cuenta que la planta donde se fabrica el
aparato es tan avanzada que casi no hay que prender la luz porque las
máquinas hacen todo. En una universidad en Inglaterra, una impresora de
3-D se replicó a sí misma. De todos modos, los fabricantes también
afrontan grandes desafíos en esta nueva era. Por un lado, la manufactura
aditiva funciona con modelos digitales de objetos y las empresas son
mucho más vulnerables al robo de propiedad intelectual.
La suela de una máquina nueva
La zapatilla Flyknit, de Nike Inc.,
NKE +0.07%
ofrece una idea más concreta de cómo las nuevas tecnologías están cambiando los métodos de fabricación.
Aunque
muchas zapatillas parezcan productos de alta tecnología, casi todas se
siguen fabricando en líneas de montaje que ponen un énfasis sorprendente
en la mano de obra humana. El año pasado, sin embargo, Nike comenzó a
fabricar Flyknit de otra forma.
Los ingenieros de la empresa modificaron una máquina para fabricar
chalecos y la convirtieron en una que teje toda la parte superior del
zapato en una sola pieza que luego se adosa a la lengüeta y a la suela.
Cuando se cose el zapato, un programa de software registrado le indica a
la máquina que altere los materiales que usa —un poco más de poliéster
aquí, un poco menos allá— para añadir resistencia o flexibilidad donde
sea necesario.
Lo más importante es que la máquina hace todos estos ajustes sin
costos adicionales. La tecnología le permitió a Nike fabricar un zapato
con sólo unas pocas partes en lugar de decenas y con hasta 80% menos de
desechos. "El Flyknit de Nike es el primer producto de consumo producido
en masa fabricado con manufactura aditiva", afirma Maurice Conti,
director de innovación estratégica en Autodesk, que trabajó con Nike en
el proyecto Flyknit.
Las implicaciones de esto son obvias y profundas: la justificación
para fabricar zapatos en países de salarios bajos comienza a evaporarse y
las ventajas de ubicar las máquinas más cerca del cliente —en parte
para una entrega más veloz— cobran mayor importancia. Adidas AG
ADS.XE +1.23%
ya está produciendo una zapatilla, la Primeknit, en su país de origen, Alemania.
No nos apresuremos
Pero resta por verse si este fenómeno generará un resurgimiento del
empleo fabril en Estados Unidos que alcanzó su apogeo en 1979 con unos
19,5 millones de trabajadores, los que han descendido a cerca de 12
millones en la actualidad, según la Oficina de Estadísticas Laborales de
EE.UU. La oportunidad real está en el crecimiento de microfábricas
avanzadas y especializadas, y en legiones de pequeños emprendimientos
dedicados a fabricar cosas viejas de formas nuevas y artículos por
encargo.
Un importante signo de los tiempos que corren es que el mayor fabricante de impresoras 3-D de EE.UU., 3D Systems Corp.,
DDD +2.23%
presentó un modelo a botones de US$1.299 el año pasado en EE.UU., un
precio al alcance de la mano de las empresas más pequeñas y los usuarios
individuales. Kits para fabricar una impresora que funciona con
software del proyecto de fuentes abiertas RepRap pueden llegar a costar
apenas US$400.
Una empresa llamada Bespoke Holding Inc., una filial de 3D Systems, ya fabrica extremidades del cuerpo artificiales. Otra, Organovo Holdings Inc.,
ONVO -1.48%
utiliza la impresión en 3-D para crear tejido humano que se emplea en los laboratorios médicos.
Nuevos métodos
La manufactura aditiva podría traer otros cambios que son igual de
radicales que las "fábricas" controladas desde el garaje de una casa. La
manufactura aditiva posibilita crear diseños o estructuras que no eran
factibles mediante las dos formas de fabricación tradicionales: moler
(esculpir material a partir de un bloque macizo) y moldear (verter
material líquido que se endurece en un molde). Ambas técnicas son
notablemente mejoradas por la producción en masa puesto que la calidad
suele aumentar y los costos caen a medida que crece el volumen.
Pero la manufactura aditiva permite la creación de materiales con
muchas partes y componentes móviles sin ensamblar. Y como el proceso es
controlado por completo por computadoras, siguiendo instrucciones
digitales precisas, la primera pieza que se fabrica es tan buena como la
última. El costo incremental de producir una parte se vuelve
estrictamente una función del tiempo y los materiales.
Diseñadores e ingenieros de GE estudiaron objetos antiguos y
esqueletos prehistóricos de aves, y se adentraron en nuevas topologías,
en busca de inspiración para nuevas formas de diseño.
Su razonamiento: siglos de fabricar cosas con las restricciones de
los viejos métodos podrían haber tenido como consecuencia que sus
predecesores descartaran estructuras innovadoras simplemente porque no
había forma práctica de producirlas a través del molido o moldeado. Hoy,
podrían ser muy factibles.
De todos modos, este nuevo contexto plantea grandes desafíos para los
fabricantes. En Internet aparecen abundantes archivos digitales de
objetos físicos con las respectivas instrucciones para fabricarlos.
"Doy muchos discursos sobre este tema ante grupos manufactureros y la
gente suele quedarse callada durante la parte de preguntas y
respuestas", afirma Christine Furstoss, quien supervisa a 450 ingenieros
y científicos que trabajan en materiales, estrategia energética y
tecnología de procesamiento en el centro de investigación de GE.
"Pero posteriormente, se acercan en privado y quieren hablar de lo
asustados que están. La gente tiene una pequeño vistazo de la forma en
que esto podría transformar su negocio, y no están seguros de cómo
reaccionar".
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