Brasil en la encrucijada
Brasil, el país más grande de América latina,
todavía puede convertirse en el futuro en una súper-estrella de la
economía global, pero para eso deberá dejar de ser un gigante
ensimismado.
Hay nuevos datos que indican que – a pesar del anuncio de
la presidenta Dilma Rousseff de que Brasil tendrá este año una cosecha
récord de granos, del reciente descubrimiento de enormes yacimientos de
petróleo y del hecho de que la Copa Mundial de Fútbol 2014 y de los
Juegos Olímpicos 2016 le darán a Brasil una oportunidad única para estar
en el candelero mundial – las tendencias del comercio brasileño no son
buenas.
Un estudio del Banco Mundial publicado la semana pasada, titulado El precipicio competitivo de Brasil,
revela que las exportaciones brasileras de productos industriales no
van bien, y que Brasil está enfrentando “considerables desafíos
competitivos”.
Traducción: el país se está quedando atrás de otras potencias emergentes, como China, India, Rusia y Sudáfrica.
El
informe, escrito por los economistas Otaviano Canuto, Matheus Cavallari
y José Guilherme Reis, dice que las exportaciones totales de Brasil se
han más que duplicado en los últimos años, en gran parte gracias al
aumento de los precios mundiales de las materias primas. Sin embargo,
siguen estando muy por debajo de las de otras potencias emergentes.
Mientras
que las exportaciones brasileñas aumentaron 262 por ciento durante la
última década, el crecimiento promedio de las exportaciones de otras
potencias emergentes como Rusia, India, China y Sudáfrica fue del 439
por ciento, dice el estudio.
La integración comercial de Brasil
con otros países “está entre las más bajas del mundo”, y no hay “ningún
signo reciente de progreso”, indica.
Aunque Brasil es por lejos
el líder latinoamericano en exportaciones de alta tecnología -sus
aviones Embraer, por ejemplo, están entre las aeronaves más vendidas del
mundo-, “hay una clara reducción en la proporción de exportaciones de
alta tecnología en los últimos años”, revela el informe.
Las
exportaciones de alta tecnología de Brasil disminuyeron del 10.4 por
ciento del total del país en el 2000 al 5 por ciento en el 2010.
Inversamente, la proporción de exportaciones de materias primas de
Brasil aumentó del 46 por ciento al 63 por ciento de las exportaciones
totales en el mismo período, consigna el estudio.
En otras
palabras, Brasil se ha vuelto demasiado dependiente de las exportaciones
de alimentos, y demasiado dependiente de China.
Durante la
década pasada, las exportaciones de alta tecnología de Brasil crecieron
en un “modesto” 36 por ciento, mientras que las de China e India
aumentaron en un 873 por ciento y un 389 por ciento respectivamente,
señala el informe.
Entre las razones del mediocre crecimiento de
las exportaciones brasileñas se cuentan una moneda sobrevaluada que
encarece los costos laborales, la baja productividad, los altos costos
logísticos y la burocracia gubernamental, explica el informe.
“El
gobierno brasileño es muy consciente de estos problemas”, me dijo en una
entrevista telefónica Canuto, principal autor del estudio. “Pero debe
implementar rápido sus planes, porque los factores de crecimiento que
funcionaron bien para el país en los últimos años se han agotado. Los
precios mundiales de las materias primas no seguirán aumentando como en
los últimos 10 anos”, agregó.
Otros economistas ven un cuadro más
optimista, acentuando que la economía brasileña probablemente se
recuperará y crecerá un 3.5 por ciento este año, y que el gobierno de
Rousseff planea nuevas licitaciones de infraestructura para el sector
privado, que sugieren un alejamiento de las políticas estatistas.
Además, Brasil está tomando medidas drásticas para combatir la
corrupción y mejorar los estándares educativos. Recientemente, Rousseff
lanzó un plan para enviar a 100,000 graduados universitarios brasileños a
hacer maestrías y doctorados en universidades estadounidenses y
europeas.
Mi opinión: Soy un gran admirador de la campaña
anticorrupción de Rousseff, de sus planes para mejorar la educación, y
de sus programas sociales para combatir la pobreza. En casi todos los
frentes -menos en la política exterior, en que el gobierno tiene
relaciones demasiado amistosas con algunas de las peores dictaduras del
mundo-, Brasil es un modelo para sus vecinos.
Pero Brasil tiene
que salir de su aislamiento económico. En un momento en el que el mundo
parece encaminarse hacia enormes mega-bloques comerciales -tal como el
acuerdo de libre comercio que están negociando Estados Unidos y la Unión
Europea, que representaría el 47 por ciento de la economía mundial-,
Brasil no puede permitirse no tener acuerdos de libre comercio con
Estados Unidos, ni con la Unión Europea, ni con cualquier otro bloque
importante de libre comercio extra-regional.
Brasil tampoco puede
seguir basando su crecimiento en el consumo interno, ni en el constante
aumento del precio de las materias primas. Para crecer como las otras
potencias emergentes mundiales y beneficiar con su crecimiento a toda
Sudamérica, tiene que dejar de ser un gigante mirándose el ombligo.
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