La economía venezolana también tiene cáncer
El Colombiano, Medellín
"Cuando
el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable",
Voltaire.
Cuando
no se quieren tomar las medidas para evitar los males mayores de una enfermedad
por las molestias y las limitaciones que el tratamiento exige, y se opta por
intervenciones que solo reducen los síntomas de hoy, pero no se atacan
realmente las causas, solo es cuestión de tiempo que la enfermedad avance tanto
que las medidas que se tomen solo aumenten el dolor y la agonía.
Esta
sería una buena aproximación al tratamiento de la enfermedad del que casi desde
el "más allá" del territorio venezolano, en la ultratumba habanera,
gobierna por medio de un "médium" vicepresidente, que están
intentando madurar a la brava como los plátanos y los bananos por medio de etileno,
envuelto en las mismas chaquetas tricolores de su líder.
Pero
las mismas decisiones y criterios equivocados que terminaron agravando la salud
del dictador de Venezuela, y que hoy lo tienen en lamentable situación al
parecer irreversible, han sido aplicadas al tratamiento de la economía
venezolana. Porque cuando no son las razones lógicas sino ideológicas las que
guían tanto a la política como la economía, el camino al abismo se ha iniciado,
así en el entretanto el bienestar temporal y la repartición gratuita de muchas
cosas, parece desmentir a quienes advierten el peligro que se avecina.
El
modelo chavista que se empecinó en implantar a ultranza un modelo económico
comprobado históricamente que no funciona, tenía incubado desde sus inicios el
virus que va a acabarlo.
El
modelo socialista venezolano de expropiación del aparato productivo que no
quiso doblegarse al ego del clon bolivariano de Fidel, está dejando sin clase
dirigente y sin capacidad productiva al país.
El mismo modelo que con tal de sostener sus discursos congeló los precios de
venta, pero sin poder hacer lo mismo con los costos, terminó garantizando que
lo único que hay fijo en los mercados, es el desabastecimiento.
El que convirtió a la que otrora fuese la mejor y mayor empresa de Latinoamérica,
PDVSA, en la caja menor para regalar dinero a los limosneros en que ha
convertido a más de la mitad de la población, sin importar el deterioro de la
capacidad de producción de petróleo, que es la sangre del gobierno.
Una
expansión fiscal con un gasto público insostenible y sin precedentes en América
Latina, financiado en gran medida a través de emisión. Con un boom artificial
de consumo, no proveniente de la productividad, que disparó las importaciones.
Con una inflación superior al 25 %, que puede ser más porque seguramente
recibió la metodología de Cristina Fernández para calcularla. En un ambiente de
baja inversión, a excepción de la china e iraní, y de amenazante rigidez
laboral, con apreciación cambiaria que se corrige pero no se cura, con el
PIB/per cápita real de hace cuarenta años, con la cobertura de reservas para
importaciones más baja en casi veinte años y un subsidio a los combustibles que
no podrá ser para siempre.
El
precio del petróleo y las devaluaciones cumplirán el mismo papel de los
esteroides y opiáceos que sostuvieron por meses al líder ahora mudo, pero solo
es cuestión de tiempo. Lo mismo que tumbó a Carlos Andrés, tumbará al chavismo.
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 16 de junio, 2012
- 25 de noviembre, 2013
Artículo de blog relacionados
Clarín La batalla por el Presupuesto ha sido la primera gran confrontación en...
14 de noviembre, 2010Prensa Libre Aumentar el salario mínimo en una época tan económicamente difícil no...
30 de diciembre, 2008Perspectivas Políticas Desde hace más de doce años, quienes se han ocupado de...
24 de junio, 2015- 18 de agosto, 2020