Somera taxonomía de los socialistas
La Hora, Guatemala
Defino dos géneros de
socialistas: los puros, y los impuros. Los puros tienen fe religiosa en la
ideología marxista; y ansían abolir la economía libre. Los impuros no tienen
semejante fe. Heréticamente creen que el marxismo debe ser renovado, porque la
historia misma lo exige; y esa renovación prefiere conservar alguna porción de economía
libre.
En el género de socialistas
puros, defino dos especies: ortodoxos, que pugnan por instituir el marxismo por
medio de una violenta revolución; y heterodoxos, que pugnan por instituirlo
pacíficamente. En el género de socialistas impuros, defino también dos
especies: ortodoxos, que prefieren instituir pacíficamente un renovado
marxismo, aunque admiten la posibilidad de instituirlo por medio de una violenta
revolución; y heterodoxos, que prefieren instituirlo sólo pacíficamente.
En cada especie hay variedades. Definiré,
por su licenciosa abundancia, sólo variedades de la especie de socialistas
impuros heterodoxos; y de ellas definiré las seis variedades más notables. Primera:
los versátiles. Están dispuestos a cambiar si las circunstancias políticas
tornan conveniente el cambio. Segunda: los camaleónicos. Transigen para adaptarse
y subsistir. Tercera: los versátiles. Aceptan cualquier modalidad de socialismo.
Cuarta: los pragmáticos. Procuran beneficiarse económicamente de ser
socialistas. Quinta: los resentidos. Sufren la riqueza ajena más que la miseria
propia. Sexta: los histriónicos. No son socialistas ni en la superficie ni en
el fondo; pero se aprovechan de parecerlo. Y séptima: los imbéciles. Son
aquellos que, por causa de un aciago destino mental, jamás comprenderán, en
general, qué es la economía; y en particular, qué es la economía libre.
Algunos socialistas (de cualquier
género, especie o variedad) afirman que la economía libre, que suelen denominar
“capitalismo”, ha fracasado. Hasta creen que ha muerto, y jubilosos se
embriagan sobre su imaginada tumba. Empero, ha fracasado, no la economía libre,
sino el intento gubernamental de dirigirla; y para dirigirla, el gobierno
ejerce su exclusivo poder de fabricar dinero, influye en la tasa de interés y
en la oferta de crédito bancario; subsidia actividades económicas, restringe el
comercio exterior, e impone tributos sobre el capital y la renta. Es decir, algunos
socialistas han confundido, con alucinogéno delirio, la economía libre y la economía
dirigida por el gobierno; y animados por esa confusión pretenden renovar la esperanza en que tendrá
éxito aquello que, por ser intrínseco
error económico, está concebido para fracasar: el socialismo.
El filósofo Ludwig Wittgenstein afirmaba
que nada es tan difícil como no engañarse a uno mismo. Los socialistas brindan
un ejemplo de esa dificultad; y se autoengañan hasta creer aquello que, aunque
repudiado por la realidad, ansían creer: que ha fracasado, no la economía dirigida
por quienes gobiernan, sino la economía libre.
Nunca ha habido economía libre
pura, sino sólo economía libre impura. Ha predominado la impureza, aportada por
el gobierno. La ha aportado porque no ha pretendido normar jurídicamente la
libre actividad económica para que esté sometida al derecho, como debe estarlo
toda actividad humana, sino que ha pretendido dirigirla. Esa pretensión ha sido
causa de espantosas catástrofes económicas, que jamás provocaría la economía
libre.
Post scriptum. Si algunos socialistas quieren
creer que un elegante corcel es un torpe rinoceronte, está permitido que lo
crean, porque ilimitadas son las posibilidades del creer. Y si esa confusión les
causa dicha, entonces muy dichosos sean.
- 23 de julio, 2015
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