Gran Bretaña reclama a Europa otra orientación

Clarín

David Cameron fijó esta semana la política de Gran Bretaña respecto a
Europa continental en las nuevas condiciones globales. “Los británicos
tenemos las características de una nación isleña y no podemos cambiar
esa sensibilidad, así como tampoco podemos secar el Canal de la Mancha.

La geografía define nuestra psicología”, advirtió Cameron.

El premier señaló que el referéndum para decidir la permanencia o el retiro británico de la Unión Europea
(UE) tendría lugar en 2017/2018, previas negociaciones de Londres con
Bruselas para establecer nuevas condiciones de continuidad. “El desafío
de Europa no es hoy asegurar la paz, como ocurrió después de 1945, sino desatar el crecimiento económico en las nuevas condiciones mundiales, con eje en los países emergentes, que son los que fijan las reglas de la competitividad global”, indicó Cameron.

Hay que agregar que hay un retraso de Europa frente al nuevo contexto internacional.

En 20 años, la población europea pasa de 7% a 3% del total mundial y su
participación en el producto global, que es hoy 25% del PBI del
planeta, cae 30% en 2030, mientras el promedio de edad se aproxima a los
60 años y los costos de producción son 30%/40% superiores a los
asiáticos.

La Europa que surge de la crisis sigue el rumbo fijado por Alemania.

La República Federal tiene 82 millones de habitantes y es el primer
exportador de productos manufacturados del mundo, por encima de China y
EE.UU.

Dos tercios del crecimiento alemán son obra de sus
exportaciones y sus ventas al mundo emergente crecen tres veces más
rápido que las dirigidas a Europa. Entre 2000 y 2010 las colocaciones en
China, India y Brasil han crecido 366%.

La competitividad/productividad excepcional de la industria alemana no es un hecho de la naturaleza, sino resultado de una drástica reestructuración
realizada por el gobierno socialdemócrata de Gerhard Schröder
(1998-2005), a través del cierre sistemático de los sectores incapaces
de competir, ante todo astilleros, indumentaria, y fabricación de
equipos de telefonía móvil.

El Reino Unido también sigue la vía establecida por la República Federal.
El PBI industrial es 10% del producto, pero desde 2007 contribuye a más
de 20% del crecimiento, y tiende a aumentar, con exportaciones que se
expanden 6%/8% anual, dirigidas primordialmente a Asia y América latina
(Brasil/México).

A la cabeza de las exportaciones manufactureras se encuentra la industria de alta tecnología, que ha convertido a Londres en una segunda Silicon Valley y que destina 65% de su producción al mundo emergente, ante todo India y China, en ese orden.

Gran
Bretaña, al igual que Alemania -y en realidad que todos los países del
mundo dotados de cierta consistencia interna-, establece las prioridades
de su política exterior de acuerdo a las exigencias de su inserción
internacional, que es el camino de doble vía por el que transcurren el
comercio y las inversiones.

Por eso, los objetivos de la política
exterior británica referidos a las inversiones y al comercio no son más
ni Europa ni EE.UU., sino China, India y Brasil; y esto ocurre
cuando ha dado por terminada -de común acuerdo- la “relación especial”
con Washington que mantuvo a lo largo de casi 200 años. La lucidez
británica, herencia de su pasado imperial, ha advertido que EE.UU. es
un poder global, y que por eso su compás estratégico sigue el rumbo de
la balanza de poder en el mundo y ésta se ha volcado hacia los países emergentes y ante todo los asiáticos.

Gran
Bretaña es un vecino muy cercano a la Argentina, con una historia de
más de 100 años de relación simbiótica, a punto de que ocupa parte de su
territorio (Malvinas), que insiste en denominar Falkland. El mensaje de
Cameron sobre el Reino Unido, Europa y las nuevas condiciones de la
política y economía internacionales integra por necesidad el debate argentino.