La proeza de Heidemarie Schwermer
Libre Mercado, Madrid
Los medios celebraron la noticia de que una señora alemana, Heidemarie Schwermer, vive sin dinero desde hace casi dos décadas. Toda su economía se basa en el trueque.
La propia Schwermer está encantada, asegura que dejar de usar el dinero "fue una liberación",
y se ve a sí misma como una heroína: "Mi actividad, que tiene como
misión llamar la atención sobre la injusticia, es mi vocación". Ha
fundado una asociación de trocadores y ha publicado un libro, Mi vida sin dinero, sobre el que existe un documental que ha podido ser visto en más de 30 países.
Esto dijo la prensa sobre ella, en páginas de información:
Valiente reto (…) una gran lección con su hazaña (…) Tal
heroicidad no podía pasar desapercibida y quedar abandonada en el tiempo
(…) Schwerner ya ha demostrado que es posible vivir sin un sólo euro;
sólo cabe esperar para ver si su doctrina es capaz de hacer mella en la
sociedad, en la que impera el refrán español "quien dineros tiene, hace
lo que quiere".
Nada de esto tiene sentido, empezando por la idea misma del trueque como un progreso. El trueque es lo más atrasado que existe,
y sólo las hordas y tribus más primitivas lo practicaron. Es algo tan
disparatadamente costoso para el intercambio que se comprende que los
seres humanos inventaran el dinero hace ya miles de años. El trueque no
tiene nada que ver con liberarse de nada y mucho menos con la
"injusticia", como dice Frau Schwermer, que sólo podría tener razón en
este último caso si hubiera observado un aspecto muy interesante que
caracteriza al dinero desde hace mucho tiempo: el Estado interviene en
él abiertamente. Eso sí que podría ser calificado de injusto, como
también podrían serlo las múltiples incursiones que el poder perpetra
contra sus súbditos a raíz de ese intervencionismo, desde la inflación
hasta los (otros) impuestos.
Al revés de lo que dijo la prensa, el trueque no es valiente ni aleccionador.
Valientes son los ciudadanos que intentan mejorar su propia condición y
salir adelante con el dinero y a pesar de las exacciones públicas.
Quizá el disparate mayor sea pensar que quien no tiene dinero no tiene
nada. Esto es obviamente falso: Frau Schwermer tiene cosas, porque en
caso contrario no podría establecer trueque alguno. El dinero también lo
conseguimos los seres humanos intercambiando nuestros recursos. Y es el
dinero, y no el trueque, el que permite que los intercambios sean
infinitamente más provechosos para los pueblos que el primitivo trueque.
Sin embargo, desde Virgilio hasta hoy prevalece el disparate de la auri sacra fames.
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