¡Merci, Gerard!
El astro cinematográfico francés Gerard Depardieu
se equivocó cuando gestionó la ciudadanía belga y la rusa para evitar
pagar un nuevo impuesto a los millonarios en Francia: tendría que
haberse ido a México.
Según estudios recientes de las Naciones Unidas y
la Organización para la Cooperación Económica y de Desarrollo (OECD),
los super-ricos en México, Guatemala, y otros varios países
latinoamericanos pagan muchos menos impuestos que en Europa o en Estados
Unidos. En general, Latinoamérica es una de las regiones del mundo
donde los ultra-ricos pagan menos impuestos, dicen.
Depardieu ha
dicho que está renunciando a su ciudadanía francesa debido al plan del
presidente francés François Hollande de aumentar los impuestos a los
ingresos que superen 1 millón de euros —alrededor de $1.3 millones— en
un 75 por ciento.
Aunque la Suprema Corte francesa días atrás
dictaminó en contra del aumento del 75 por ciento, el gobierno francés
ha dicho que presentará un nuevo proyecto de ley proponiendo un aumento
similar.
La semana pasada, el presidente ruso Vladimir Putin le
concedió oficialmente a Depardieu la ciudadanía rusa, después de que el
actor francés estableció su residencia en Bélgica para conseguir la
ciudadanía belga.
Según Andrés Solimano, un economista chileno
coautor de un reciente estudio publicado por la Comisión Económica para
América latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL), el impuesto
promedio a los ingresos personales para los super-ricos en Latinoamérica
es de alrededor del 37.5 por ciento, uno de los más bajos del mundo.
Comparativamente,
en Estados Unidos —a partir del aumento impositivo del “abismo fiscal”
aprobado por el Congreso el 31 de diciembre— es de 39,9 por ciento, y en
los países del norte de Europa es de alrededor del 60 por ciento.
“Claramente,
los super-ricos en America Latina pagan mucho menos proporcionalmente
que sus pares en Europa o Estados Unidos”, me dijo Solimano. “Es así
especialmente en México y en los países centroamericanos”.
El estudio de la CEPAL publicado en el 2012 por Solimano y Juan Pablo Jiménez, titulado Elites económicas, desigualdad y tributación,
señala que la persona más rica del mundo —el magnate mexicano Carlos
Slim— y muchos otros super-ricos latinoamericanos se benefician gracias a
sistemas impositivos distorsionados.
La evasión impositiva es
flagrante en la región, y los gobiernos reciben la mayor parte de su
recaudación fiscal de impuestos “indirectos” sobre el alcohol, el tabaco
y otros productos que pagan todos los ciudadanos, afirma el estudio.
Otro
estudio de la OECD dice que —aunque en algunos países como Brasil y
Argentina se cobran más impuestos— el promedio de impuestos a los
ingresos personales en América latina representa el 1.5 por ciento del
PBI regional, mientras que en países industrializados como Estados
Unidos, Alemania y Japón, representa un promedio del 9 por ciento.
Asimismo,
en Latinoamérica casi todos los impuestos se aplican a las
corporaciones —que pasan el costo de los aumentos impositivos a los
consumidores— y no a los individuos, como ocurre en las naciones más
ricas del mundo, expresa el estudio de la OECD.
Cuando le pregunté
a Solimano si los países latinoamericanos debían aumentar los impuestos
de los super-ricos, Solimano respondió que “aumentar los impuestos de
los super-ricos por sí solo no ayudará mucho a resolver el problema de
la desigualdad en Latinoamérica”.
La razón es que, en el mundo
globalizado de hoy, los super-ricos pueden hacer sus maletas e irse a
otro país, como hizo el año pasado el co-fundador de Facebook Eduardo
Saverin, cuando renunció a la ciudadanía estadounidense y se mudó a
Singapur.
Una manera más inteligente de reducir la desigualdad en
Latinoamérica sería aprobar leyes antimonopolio, o hacerlas cumplir,
para evitar así la concentración excesiva de riqueza y estimular la
competencia, dijo Solimano. Además, muchos países de la región podrían
mejorar sus regulaciones a las compensaciones de los directivos de
empresas, agregó.
Mi opinión: No hay una solución única, porque
cada país tiene realidades diferentes. En países como Argentina y
Venezuela, por ejemplo, los organismos de recaudación impositiva se han
convertido en mafias políticas que usan buena parte de sus energías para
perseguir a los críticos del gobierno, o a empresarios que no sean
cortesanos del gobierno. Darles más poder a esos mecanismos oficiales de
extorsión política no sería una buena idea.
Algunos países de la
región harían bien en aumentar los impuestos de los super-ricos,
mientras otros se beneficiarían haciendo lo contrario y —tal como lo
hizo Putin en Rusia— atrayendo a extranjeros acaudalados como Depardieu.
Pero,
tal como lo señalan la CEPAL y la OECD, la mayoría de los países de la
región necesitan urgentemente una reforma impositiva. Tal vez los
titulares sobre Depardieu y el 75 por ciento de impuestos que le quieren
cobrar en Francia sirvan para hacer que se discuta el tema en la
región. ¡Merci, Gerard!
- 28 de diciembre, 2009
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