Por qué reeligieron a Obama
¿Por qué reeligieron a Obama? Lo preveían y explicaban convincentemente los autores de The Keys to the White House (aproximadamente Las claves para alcanzar la Casa Blanca):
porque la sociedad norteamericana fundamentalmente juzga y decide por
la experiencia de los cuatro años previos del incumbente o titular de
ese cargo.
Sí el pueblo americano está básicamente conforme con el
desempeño de su Presidente, aunque le encuentre ciertos reparos, lo
ratifica en el cargo. Si no es así, lo despide, o rechaza al partido al
que pertenece, si se trata de un segundo término. Ese factor racional
pesa más que las campañas publicitarias y los debates.
Los autores
de este modelo de predicción, que no utiliza encuestas ni asigna
porcentajes de votos en el hipotético resultado, son el historiador
norteamericano Allan Lichtman y el matemático de origen ruso Vladimir
Keilis-Borok. Hasta ahora han acertado en todas las elecciones
presidenciales norteamericanas en que lo han aplicado (las últimas
ocho), y, si les creemos, han podido verificar el carácter infalible del
método en los pasados comicios presidenciales desde 1860, fecha a
partir de la cual se tiene suficiente información disponible.
¿Cómo
funciona esa bola de cristal? Se trata de 13 cuestiones fundamentales
con las que la mayoría de los norteamericanos elabora su juicio sobre la
conveniencia de cambiar o no al inquilino de la Casa Blanca. Si el
presidente falla en más de cinco, no será reelecto. Si lo suspenden en
menos de cinco, le dan otra oportunidad de servir. Obama, a juzgar por
este modelo de predecir, falló en sólo tres y, por lo tanto, lo
mantienen al frente del Ejecutivo.
Las trece consideraciones son las siguientes:
• El
partido al que pertenece el Presidente aumentó el número de
congresistas en las elecciones de medio periodo, a los dos años de haber
sido electo. (Perdió curules en esas elecciones. Primer fallo de
Obama).
• El Presidente, dentro de su propio partido, no tiene retadores que pretendan sustituirlo. (Nadie retaba a Obama).
• Incumbencia. El aspirante es, a su vez, el titular. (Obama es el incumbente).
• No
hay un tercer partido con peso electoral significativo. (No lo hay.
Ross Perot impidió que Bush padre fuera reelecto. Ralph Nader obtuvo
97,000 votos en Florida en el año 2000 y le quitó la presidencia a Al
Gore. Ese año Bush ganó la Florida, y con ella la presidencia, por 537
votos).
• Recesión durante las elecciones. (Estados Unidos no está en recesión. Tiene problemas económicos, pero no está en recesión).
• Estado
general de la economía. (En general, la economía no ha crecido como en
el pasado y se avizoran más problemas. El enorme aumento de la deuda
pública es un asunto muy grave. Segundo fallo de Obama).
• Grandes
cambios en las medidas de gobierno. (En realidad, no los ha habido. La
reforma del sistema sanitario –el seguro obligatorio de salud– no es
exactamente un turning point y el aumento de los impuestos, si se aprueba, sería volver a la situación anterior a George W. Bush).
• Grandes
conflictos sociales. (No los ha habido. Las manifestaciones de los
indignados han sido considerablemente menores que en Europa y se han
limitado a algunas protestas en Wall Street).
• Escándalos. (La
administración de Obama, durante sus primeros cuatro años, no ha pasado
por ningún escándalo público ni privado significativo).
• Fracaso
militar. (El gobierno de Obama no ha sufrido una derrota militar notable
o padecido un acto terrorista importante. Las tropas en Irak
completarán pronto su retirada, como estaba previsto, y las desplegadas
en Afganistán preparan su despedida).
• Éxito militar. (La muerte
de Osama Bin Laden y de otros líderes de Al Qaeda ha podido presentarse
como una victoria en ese terreno).
• Carisma o perfil heroico del incumbente.
(Tercer fallo de Obama. Es un buen comunicador, pero no posee la
atracción o el carisma de un J. F. Kennedy o de un F. D. Roosevelt, ni
es un héroe como lo fue Eisenhower. Es más bien un líder contenido y
discreto).
• Carisma o perfil heroico de su oponente. (Mitt Romney
tampoco proyectaba la imagen de un candidato carismático y mucho menos
era percibido como un héroe. Estábamos ante un hombre inteligente,
decente, apuesto y buen empresario, pero no ante alguien que conectara
emocionalmente con las masas).
Hechas las sumas y las restas, la
sociedad norteamericana, aunque muy dividida, ratificó a su presidente.
De paso, volvió a darle la razón a The Keys to the White House.
El autor ves periodista y escritor. Su último libro es la novela La mujer del coronel.
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