Votando con los pies
Es paradójico pero tanto en Cuba como en el
extranjero han provocado más reacciones las recientes disposiciones del
gobierno cubano en relación a la salida de sus ciudadanos al exterior,
que ninguna otra tímida regulación "liberadora" anunciada por el régimen
en el pasado reciente.
Al parecer un número importante de
cubanos y también de no cubanos, consideran que los problemas que
existen en la isla se resuelven con que el gobierno reconozca
parcialmente un derecho que le ha sido conculcado a los ciudadanos por
más de cinco décadas y aunque sin dudas es importante, otros derechos
fundamentales continúan siendo negados de forma sistemática y
permanente.
En realidad la dictadura cubana sigue manipulando
todos los recursos del poder. Aparenta cambios para que sus aliados en
el exterior puedan argüir que el régimen se está reformando y así con
cierto fundamento, para los que lo quieran ver, propongan que es
preciso incrementar las relaciones ya que la solidaridad es necesaria
para incentivar disposiciones gubernamentales más audaces.
El
régimen no ha cedido ni una pizca de su autoridad y lo demuestra el
hecho de que a la vez que elimina un injusto y arbitrario permiso de
salida, declara que conserva la facultad de negarle ese derecho a un
ciudadano, potestad que en Cuba no estará sujeta a la decisión de un
poder judicial independiente, como ocurre en países que respetan los
derechos ciudadanos.
En definitiva los disidentes o personas de
interés para el gobierno, continuarán siendo rehenes de la voluntad de
la nomenclatura.
El fin de la carta blanca, una acción
gubernamental que no merece gratitud porque era un flagrante abuso de
autoridad y los derechos naturales no son concesiones, sino derechos,
que aunque modifica la situación migratoria de los cubanos, el resultado
no es dramático.
Aunque se elimine un impuesto ilegal la realidad
es que para viajar hace falta una visa que en muchas ocasiones hay que
pagar al país huésped, comprar el pasaje, demostrar solvencia económica
para residir y es harto conocido que los cubanos no tienen esos recursos
porque la economía parasita de la isla, apenas les permite devengar lo
suficiente para vivir.
Seguirá siendo la familia en el extranjero
la que continuará pagando por la reunificación familiar y como hasta
ahora, como está expuesto con anterioridad, los viajeros serán aquellos a
los que el gobierno conceda el permiso, pero ese derecho no le será
reconocido a todos los ciudadanos como han apuntado algunos disidentes
desde el interior de la isla.
Es interesante apreciar que hasta
entre las personas que tienden en el exterior a justificar las
disposiciones de la dictadura, hay quienes han reaccionado con
satisfacción al anuncio del gobierno de eliminar la carta blanca, un
abuso que, paradójicamente, nunca fueron capaces de criticar.
Estos
individuos han dicho que la resolución de la dictadura pone en una
situación difícil a los gobierno que criticaban al régimen por el
obligatorio permiso de salida, y por tanto deben concederle a los
cubanos visas para viajar, obviando que es en Cuba donde se violan los
derechos ciudadanos y que es potestativo de cualquier gobierno otorgar o
negar visas a los ciudadanos extranjeros independientemente de sus
actuaciones.
Otro dato curioso es que estas personas no aluden a
la decisión de la dictadura de reservarse el derecho de permitir la
entrada o salida de cualquier nativo de la isla. Otra violación
flagrante.
Hay otros aspectos en estas disposiciones que están orientadas en particular contra Estados Unidos.
Por
ejemplo extender el permiso de permanencia fuera de Cuba de 11 a 24
meses, como ya han apuntado algunos expertos, permite a los viajeros que
hayan viajado por un tercer país e ingresen a Estados Unidos, acogerse a
la Ley de Ajuste Cubano lo que generaría una situación nueva y muy
complicada, por lo que no es de dudar que algunos legisladores se
enfoquen en la abolición de la Ley o su reforma.
Por último los
problemas que se han generado en la sociedad cubana, es indiscutible que
sólo se pueden resolver en la isla y no votando con los pies como hemos
hecho tantos y como afirmó Guillermo Fariñas desde Santa Clara, "Es una
ley oportunista para tratar de sacar un poco de presión de este caldero
social en la que ellos mismos han convertido a la sociedad cubana."
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