Argentina: Soluciones de ayer, problemas de hoy
Ya comentamos, la semana pasada, que no existe “indexación para todos
y todas” de los ingresos de los argentinos. Los que más se aproximan a
ese “argentine dream” son los trabajadores sindicalizados del sector
privado que, habiendo logrado un fuerte incremento del salario real
desde el dramático piso del 2002, ahora pierden sólo unos puntitos
anuales derivados del rezago con que se negocian las paritarias.
Algo similar ocurre con los jubilados, que reciben ajustes
automáticos semestrales. Aunque en este caso no es lo mismo el que gana
la mínima, que tuvo, anteriormente, un aumento real, que aquellos que
recibían jubilaciones superiores, licuadas, en estos años, por falta de
ajuste, o mal cálculo de la base, y cuyo nivel de ingresos depende de
fallos judiciales y del cupo anual que establece Anses, para cumplir con
tales fallos.
Para el resto de los trabajadores, empresarios, profesionales, sus
ingresos reales están en función del particular mercado en que actúan,
no sólo por cuestiones de índole micro, local o global, como debería
ser, sino por la multiplicidad de tipos de cambio, retenciones a la
exportación, impuestos y restricciones a la importación, subsidios,
controles de precios, tasas de interés negativas, prohibiciones de
atesorar dólares, entre otras.
Obviamente, no hay que olvidar la variable empleo, cuya recuperación,
también desde el dramático piso del 2002, resulta innegable y la clave
del voto oficialista. (Si no tenía trabajo y ahora lo tengo, la ganancia
en términos reales, a pesar de la inflación, es cuasi infinita). Aunque
a medida que se aleja el recuerdo del desempleo, el deterioro salarial
cobra más importancia.
Volviendo a la inflación, cuando el impuesto inflacionario es
relativamente bajo, la dispersión en la evolución de los ingresos de
estos diferentes grupos, más allá de las otras intervenciones estatales,
es baja. Pero cuando la tasa de inflación es alta, los precios e
ingresos relativos se descalabran, y la dispersión entre ingresos, dado
todo lo demás, es muy elevada. Dispersiones elevadas e “injustas” dan
lugar a situaciones sociales cada vez más complejas que generan,
claramente, conflictos crecientes.
Y estos conflictos, esta semana, han sacado a la luz, viejos problemas.
En efecto, cuando la Argentina tiene crisis fiscales, se inventa la
“solución” de pagar, en el sector público, aumentos salariales que no se
computan como salario. En el caso presente de las Fuerzas Armadas y de
seguridad, para eludir las leyes que obligan a pagar a los retirados,
cierta proporción fija del salario de quienes están en actividad.
Lo mismo ocurre en el sector privado, cuando, en contextos
inflacionarios, pero simultáneamente recesivos, y con problemas de
competitividad derivados, precisamente de la alta inflación y de la
caída del tipo de cambio real, se inventa pagar “montos no
remunerativos”.
El sector público, para no subir el gasto, elude la ley y, a la vez,
para que se puedan aumentar los salarios privados, pero sin incrementar
más los costos laborales, le permite también eludir la ley. Pero esta
solución dura poco. En el caso del sector público, lentamente los
damnificados, empiezan a presentar acciones judiciales para que sus
salarios o jubilaciones se ajusten a las leyes. En el caso del sector
privado, se aprovecha alguna mejora de la economía o una explosión
inflacionaria/ devaluatoria, para reacomodar los conceptos salariales,
en el momento en que no implican un aumento de costos intolerable.
Los gobiernos de turno pagan ilegalmente, hasta que los jueces los
limitan institucionalmente. De allí, entre otros motivos, la vocación de
algunos gobiernos por destruir la independencia de los jueces. Y los
privados, tanto dirigentes empresarios como sindicales, pagan
ilegalmente, sabiendo que, en algún momento, tendrán que “blanquear” la
situación.
Por supuesto, con tasas bajas de inflación y entornos menos
“dispersos” en materia de ingresos estas “soluciones” duran más tiempo.
En alta inflación, en cambio, con la injusta y aleatoria dispersión
de los ingresos, aquellas soluciones de ayer, se transforman en los
problemas de hoy.
Por lo tanto, mientras no se ataquen los temas de fondo vinculados
con la alta inflación, el zafarrancho fiscal y monetario y la baja
competitividad, habrá cada vez más problemas y menos soluciones.
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