Los ‘estímulos’ de la Fed
La semana pasada, la Reserva Federal (Fed) de EE.UU. anunció la tercera
ronda de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), en
vista de que la economía estadounidense todavía no logra una
recuperación decisiva de la Gran Recesión. Los mercados y los políticos
alrededor del mundo lo han celebrado. Pero ¿funcionará este nuevo
“estímulo” de la Fed?
Hay un consenso entre banqueros centrales
de que cuando se avecinan tiempos difíciles, conviene aumentar la oferta
monetaria (léase crear dinero). La Fed puede hacer esto reduciendo la
tasa de interés de los fondos federales o comprando bonos del Tesoro de
EE.UU. La flexibilización cuantitativa es un término sofisticado para
referirse a una versión mucho más amplia de este segundo método: en
lugar de limitarse a comprar bonos del Tesoro, ahora la Fed compra –a
precios por encima de los que el mercado fijaría– activos financieros,
como títulos hipotecarios.
Steve Hanke, de Johns Hopkins
University, considera que durante el último cuarto de siglo la Fed ha
“sobrerreaccionado a crisis reales o percibidas y creado tres burbujas
de demanda agregada”. Esto, dice Hanke, tiene que ver con la teoría
austriaca del ciclo económico: “Con las tasas de interés artificialmente
bajas, los consumidores reducen sus ahorros a favor del consumo, y los
empresarios aumentan su nivel de gasto en inversiones”. El problema es
que estas inversiones no se generan con base en un ahorro real y
ocasionan burbujas en determinados sectores, como ocurrió recientemente
con el sector inmobiliario estadounidense.
Una de las principales
contribuciones de la Escuela Austriaca de Economía, destacada por su
habilidad para describir y predecir lo ocurrido durante la Gran
Recesión, es que la creación de dinero no es neutral, haciendo lucir
como rentables inversiones que en condiciones normales no lo fueran.
La
Fed no ha logrado con sus “estímulos” una recuperación sustancial de la
economía. Hanke indica que la oferta monetaria está compuesta del
dinero creado por el Estado (base monetaria) y el dinero creado por los
bancos. Aunque la base monetaria se ha triplicado desde la caída de
Lehman Brothers en septiembre del 2008, el dinero bancario se ha
reducido en un 9,54%. Hanke atribuye esta caída a políticas como la Ley
Dodd-Frank de regulación financiera y los requisitos de capital de
Basilea III, que han obligado a los bancos a reducir sus préstamos. “Al
ser el dinero bancario el 94% de la oferta total de dinero al comienzo
de la crisis, es fácil ver porqué su descenso ha sido difícil de
compensar para los productores de dinero del Estado (la Fed)”.
Lo
que estamos viendo es que la crisis actual no ha sido causada por la
mano invisible del libre mercado, sino por la muy visible mano de los
estados y de los bancos centrales más importantes del mundo
–particularmente la Fed–. El economista Jesús Huerta de Soto explica en
el documental Fraude: Por qué la Gran Recesión
que “es importante entender que si hay un sector intervenido en las
actuales economías, es el sector financiero y bancario y que, por tanto,
la crisis que nos asuela no es una crisis de la economía de mercado,
sino todo lo contrario”.
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