EE.UU. y América Latina: El mismo cortejo cuatrienal
El Colombiano, Medellín
“América
Latina, que siempre ha sido importante para nosotros como mercado para nuestros
productos, como fuente de abastecimiento en cuanto a una amplia variedad de
materias primas, artículos de primera necesidad, como campo para nuestras
inversiones y, finalmente, como colectividad de amigos y vecinos, es hoy de
mayor importancia para nosotros que antes en la historia, y continuará siendo
de importancia cada vez mayor en los años venideros”.
Esta
cita parece tomada de algún discurso leído recientemente por la Secretaria de
Estado de EE.UU. de visita en algún país latinoamericano, con excepción de
México, que al parecer ya dejó de hacer parte de Centroamérica; o por alguno de
los encargados de América Latina, si los hay, de las campañas demócrata y
republicana que desesperadamente andan cazando votos. Pero en realidad hace
parte de un discurso pronunciado en Bogotá por el entonces embajador de EE.UU.
en Colombia, Dempster McIntosh , a principios de 1960, cuando Fidel
amenazaba por esos días con expropiar a las compañías estadounidenses y
convertir a la isla, hoy cárcel, en el peón de brega de los soviéticos y en el
portaaviones soviético anclado a pocas millas de su enemigo desde el cual
exportar la revolución comunista. Cosa que algunos ahora quieren olvidar.
La semana anterior en Washington, en la conferencia anual que organiza la
Corporación Andina de Fomento, CAF, en asocio con el Diálogo Interamericano y
la OEA, se presentaron, aunque no oficialmente, representantes de las dos
campañas en disputa, como Dan Restrepo, el colombiano que todo parece
suponer que de ganar Obama tendría un papel importante en el Departamento de
Estado, así como el exembajador en Brasil, Clifford M. Sobel,
colaborador de la campaña republicana.
Ambos parecían haberse aprendido el discurso de McIntosh, o al menos tomarlo
como esqueleto para los suyos. En los dos, el cortejo a los votos latinos se
basó en el intento de convencerlos de que ésta sí va a ser la década de América
Latina, que los latinos son definitivos y valiosos para el candidato de su
partido, y por el contrario, el candidato de la oposición no los quiere, les ha
incumplido las promesas y los ha despreciado sin compasión.
Pero la mayoría de la argumentación fue floja y no muy convincente. Por
ejemplo, la preocupación del candidato republicano de no entender cómo era que
China fuese más importante que América Latina, si esta estaba apenas a unas
millas de distancia, es muy loable, pero no resuelve nada. Y la contabilidad de
reuniones de Obama con presidentes latinos, no deja de ser un hecho numérico
sin mucha importancia que no representa un interés efectivo.
En
la misma reunión se le hizo un reconocimiento al expresidente Carter, a quien Claudia
Palacios, tan bella como inteligente, le preguntó sobre qué debería pasar
en América Latina para que EE.UU. decidiera ponerle nuevamente atención. Como
si alguna vez la hubiese tenido. ¿Adivinen qué dijeron? Nada importante.
Esto
no lo escribo para deprimir a nadie, ni para criticar a EE.UU. sino para saber
de dónde partimos, qué nos falta y qué tenemos que hacer.
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