Guatemala: La mulada
El Periódico, Guatemala
En
Guate, hace una mulada quien hace una tontería. Las muladas que cometemos en
nuestras vidas privadas tienen efectos limitados; pero las muladas en el sector
público –que es el sector coercitivo de las relaciones sociales– tienen
consecuencias en lo económico, jurídico y ético.
Hay
muladas célebres, en el sector público, como aquella de haber sacado jinetes
para patrullar la ciudad. ¿Recuerdas que los caballos, sin herraduras
apropiadas, se caían? ¿Cuánto tiempo duró aquel sinsentido? Otra inolvidable es
la de Óscar Berger –cuando era alcalde– que dispuso que cabezales con furgones,
para transportar mercancías, podían servir como vehículos para el transporte
colectivo urbano. ¿Te acuerdas de que no cabían en las calles del Centro
Histórico y de que la gente se quejaba del calor intenso que había en esas
cajas de metal?
¿Qué
otra mulada se te ocurre? ¿Qué tal la de prohibir que más de una persona vaya
en moto, o la de que los motoristas deben llevar cascos y chalecos con el
número de la placa de su vehículo visible? ¡Nadie tenía, ni tiene la autoridad
moral para hacer cumplir aquellas disposiciones tontas!, y ahora, ¿quién
respeta semejantes disparates de regulaciones? ¿Qué tal la de prohibir el uso
de capuchas durante las manifestaciones? Tampoco hubo quién tuviera autoridad
moral para quitarle las capuchas a nadie, y menos a los manifestantes
violentos.
¿Cuál
es la mulada premiada? La de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en
Guatemala. A la oligarquía de los derechos humanos y al establishment les
pareció que los chapines éramos incapaces de resolver nuestros problemas; y,
¿qué se les ocurrió para remediar el asunto? Traer fiscales extranjeros “de
rompe y rasga”, con “colas machucadas” e imponer una organización capaz de
ponerse encima de la ley y de corromperla; capaz de fabricar testigos, e
historias con PowerPoint; capaz de intimidar y de forzar para conseguir
objetivos políticos. ¡Y esa mulada es otro fracaso! Y los chapines seguimos sin
resolver nuestros propios problemas, por andar buscando frente a quién doblamos
la cerviz.
Alejandro
Giammattei, político que aplaudió a la CICIG en su momento, debería dedicar
algo de su tiempo para contarnos a los chapines cómo fue su experiencia con
aquella mulada. Para que nos quede claro.
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- 23 de julio, 2015
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