México: Los votos y la ley
Cuando hablamos de “comprar”, invariablemente hacemos alusión a
una transacción comercial en donde hay un vendedor que posee una
mercancía y un comprador dispuesto a pagar por ella. La mercancía
cambiará de manos en un intercambio recíproco en el que el vendedor sabe
que vende y el comprador tiene certeza de su compra.
Pero
cuando se trata de votos, la transacción nunca es tan clara ni tan
recíproca porque, como señalan Frederic Charles Schaffer y Andreas
Schedler en ¿Qué significa la compra de votos?, hay una serie de barreras objetivas (¿cómo asegurarse de que los votantes cumplirán con su parte del trato,
cómo monitorearlos, cómo evitar que denuncien?) y subjetivas que pueden
arrojar interpretaciones confusas sobre si se propone o no una
transacción y de qué tipo. Algunos ejemplos:
1. Un
partido reparte dádivas entre un grupo de electores que de cualquiera
manera (habiendo o no regalos de por medio) iban a votar por este
partido. ¿Alguien compró o alguien vendió votos?2. Los votantes aceptan el dinero que un partido les ofrece pero votan como tenían planeado hacerlo. ¿Hubo venta? ¿Hubo compra?
3.
Un partido regala vales de gasolina con miras a establecer relaciones
de intercambio con los beneficiarios (vales a cambio de votos), pero los
“beneficiados” ven en esos vales un merecido acto de justicia que no
les genera ningún tipo de obligaciones. ¿El partido está comprando
votos?4. El partido regala despensas porque considera que es el ticket to play
para que por lo menos la gente acuda a un mitin, pero los beneficiarios
de estas despensas asumen el regalo como una deuda. ¿Están vendiendo su
voto?
El Código Penal Federal dice que es un delito
electoral “solicitar votos por paga, dádiva, promesa de dinero u otra
recompensa durante las campañas electorales o la jornada electoral”. Con
esa descripción, ¿cuántos escenarios hipotéticos de este delito se les
ocurren? Difícil aventurar un número.
Frente a estas
incertidumbres y significados múltiples, Schaffer y Schedler afirman que
es poco probable que los partidos apuesten sus recursos a un mecanismo
tan endeble como la confianza personal, de ahí que recurran a
estrategias secundarias que se tejen meses o incluso años antes de que
arranque la contienda electoral (redes clientelares con las que crean
deudas morales o se fomentan “fuerzas motivacionales”, que es
básicamente lo que los “protagonistas del cambio verdadero” de Morena no
supieron o pudieron hacer). Pero cuando las redes clientelares están
involucradas, ¿hablamos de compraventa, coacción, reciprocidad o
estrategia por parte del votante?
La “compra de votos” no es esa
transacción literal que nos gusta imaginar, y mientras más se alejen los
políticos y los votantes de ese acto “normal” de comercio, más
necesitan replantearse las definiciones, evaluaciones y juicios sobre
esta práctica. ~
- 23 de julio, 2015
- 30 de octubre, 2012
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