El nuevo corralito argentino
Coincidentemente con la aparición de un anónimo que predice que el gobierno de El Salvador va a tener que hacer un corralito en el país en diciembre de este año (una idea absurda que discutí en un artículo publicado hace dos semanas), el gobierno de Argentina, inventor de los corralitos, está haciendo un corralito en estos momentos en su país. Desde que se dio en Argentina el primer corralito –la introducción de restricciones en el uso de los recursos que el público tiene en los bancos, como no permitir retiros de más de cierto monto–, mucha gente ha creído que los corralitos se vuelven necesarios cuando los bancos centrales no pueden crear dinero, como es el caso de las economías dolarizadas (Argentina nunca estuvo dolarizada pero mucha gente cree que sí). Contra toda evidencia, esta gente cree que tener la capacidad de crear dinero y devaluarlo da una gran ventaja a los países en desarrollo, permitiéndoles mantener la economía llena de liquidez y boyante en su crecimiento.
Si usted cree esto, mire lo que está pasando ahora mismo en Argentina. Los depósitos de los bancos están disminuyendo rápidamente, la liquidez del sistema bancario se aprieta cada vez más, y hay una seria escasez de dólares para importar bienes y servicios y hacer pagos al exterior. La pregunta obvia es, ¿cómo puede faltar dinero si el Banco Central de Argentina lo imprime a manos llenas y se lo da a los bancos?
Lo que pasa es algo que aún muchos economistas no logran comprender: que lo que el Banco Central de Argentina imprime –pesos– no es lo que la economía necesita –dólares– y que mientras más esfuerzos haga el Banco Central por introducir pesos, los dólares se volverán más escasos. Para visualizar por qué pasa esto es esencial recordar que aunque una economía en desarrollo tenga su propia moneda, no puede eliminar la necesidad de tener dólares, porque los pesos no son aceptados en las transacciones internacionales. Así, un país no puede pagar las cosas que importa ni las deudas que tiene con pesos. Tiene que usar dólares. De esta forma, una economía que tiene pesos en realidad tiene que manejar dólares y pesos y la tasa de cambio entre las dos monedas, que se rige por un principio sencillo: si la cantidad de pesos aumenta con respecto a la cantidad de dólares disponibles en la economía, el precio de los dólares sube en el mercado, es decir, se devalúan los pesos. Al contrario, si los pesos se vuelven más escasos que los dólares, el peso se aprecia.
El proceso que ha llevado a la creación del corralito es que el Banco Central de Argentina ha estado creando muchos pesos para dar impresión de prosperidad, con lo que el peso se ha tendido a devaluar con respecto al dólar. El Banco Central, sin embargo, no quiere dejar que el peso se devalúe para evitar que suba la inflación. En estas circunstancias, la gente está segura de que el peso tiene que devaluarse, y está sacando los dólares que tiene depositados en los bancos. No los quiere volver a poner en circulación porque quiere protegerse contra la devaluación. Los guardan. Alguna gente está dispuesta a venderlos pero a un precio más alto en el mercado negro. La gente está sacando los pesos también, para cambiarlos por dólares en ese mercado negro. Mientras más pesos crea el Banco Central para dárselos a los bancos, hay más pesos por dólares, y la presión a devaluar el peso es más grande, con lo que el problema se vuelve peor.
El Gobierno trata de que esto no pase poniendo restricciones a la salida de los dólares. Esto también vuelve peor el problema, porque la gente entonces guarda más los dólares, volviéndolos más escasos. Así, imprimir pesos no resuelve corralitos. El hacerlo en exceso es lo que lleva a ellos.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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