Argentina: De leales y mercenarios
El Imparcial, Madrid
Se atribuye al inefable Guillermo Moreno, Secretario de Comercio Interior de la Argentina, una original interpretación del kirchenrismo según la cual dentro de esta variante del peronismo se distinguirían cuatro grupos: los nacionalistas, encargados de llevar “el proyecto a fondo”; los tibios “desarrollistas”; los “desfachatados”, como el Vicepresidente Amado Boudou, que se acercan al Partido Justicialista “por los cargos y los negocios”, y, finalmente, los jóvenes de la agrupación La Cámpora, hoy encaramados en el poder pero también subestimados por Moreno.
En particular me interesa la referencia al tercer grupo, el de los “desfachatados”, que me parece harto lograda y precisa. En efecto, dejando de lado la mención al Vicepresidente, sobre quien recaen no pocas sospechas de enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias, es evidente que en torno al kirchnerismo proliferan no sólo leales defensores del “modelo” sino también arribistas de última hora cuyo historial se da de patadas con las banderas que ahora dicen enarbolar. Si, para peor, alguno o algunos de estos recién llegados han podido experimentar en tiempo récord un llamativo crecimiento patrimonial, resulta claro el motivo de su conversión que durará probablemente lo que dure la fiesta.
Cuando pienso en estos personas, no puedo sino recordar un pasaje del capítulo XII de El Príncipe donde Maquiavelo afirma: “… si uno funda su estado sobre milicias mercenarias nunca se sentirá ni firme ni seguro, porque están desunidas, son ambiciosas, indisciplinadas y desleales; son valientes frente a los amigos y cobardes frente al enemigo, no tienen temor ante Dios ni lealtad ante los hombres, y la ruina sólo se difiere lo que se demora el momento del ataque; en la paz sufres su rapacidad, y en la guerra la del enemigo. La razón de todo esto es que el único deseo y la única razón que los mantiene en el campo de batalla es recibir una pequeña paga, lo que no es suficiente para que quieran morir por ti. Están totalmente dispuestos a ser tus soldados mientras no estás en guerra, pero en cuanto la guerra llega, sólo piensan en huir o en abandonarte”.
Cristina Kirchner debería releer estos consejos del gran florentino a la hora de elegir y mantener en sus cargos a algunos de sus colaboradores inmediatos, que ni siquiera gozan del favor de la opinión pública y a quienes, dentro del oficialismo, se los tolera aparentemente sólo por sometimiento a ella.
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