La alianza del Pacífico
El Deber, Santa Cruz
El 6 de junio de 2012, Chile, Colombia, México y Perú suscribieron un acuerdo por el cual crearon un espacio para la circulación libre de personas, bienes, servicios y capitales, con 210 millones de habitantes, el 35% de la economía de América Latina y el Caribe y un 55% de sus exportaciones. Pronto se les unirán Costa Rica y Panamá. Este acuerdo marca un punto de inflexión frente a otros convenios de integración, que tienen más motivaciones políticas que económicas, y pone a sus miembros en una senda que apuesta por una economía internacional en la cual el Pacífico tendrá una gravitación central.
Frente al estancamiento del Mercosur, por la inestabilidad y el proteccionismo de las políticas argentinas, o la paralización de la Comunidad Andina de Naciones, por la acción de los gobiernos chavistas, o los procesos casi exclusivamente políticos de la ALBA, Unasur y Celac, la Alianza del Pacífico marca un nuevo rumbo. Mientras algunos andan todavía pensando cómo hacer una OEA sin Estados Unidos y Canadá, otros se integran entre sí, reconociendo la coherencia y continuidad de sus políticas económicas de mercado y de apertura a la globalización, y apuestan decididamente por la integración con las crecientes economías de China, la India, Corea del Sur, Indonesia, Australia, entre otras, además de la siempre importante economía japonesa.
No es ninguna casualidad. Colombia, Chile, Perú y México llevan prácticamente dos décadas de crecimiento económico ininterrumpido y han sabido combinar sus políticas de atracción de inversiones, promoción de exportaciones y seguridad jurídica a la iniciativa privada, con políticas sociales de creación de oportunidades para los sectores más pobres de la sociedad. Han tenido resultados muy valiosos en la lucha contra la pobreza y en el traslado a la clase media de millones de personas, que hoy gozan de niveles de bienestar que antes les parecían inalcanzables.
Seguramente en esta lista de buenos ejemplos para el desarrollo económico y social faltan Brasil y Uruguay, pero ambos están ubicados sobre el Atlántico. Además, Brasil aún anda demasiado encerrado en sí mismo y no se define por procurar un mayor liderazgo para el desarrollo latinoamericano.
Obviamente, con este grupo de naciones, las políticas populistas, retrógradas y aislacionistas de los miembros de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos (ALBA) resultan prácticamente incompatibles. Y las diferencias de resultados están claras: mientras los miembros de la Alianza del Pacífico crecen en producción, competitividad y exportaciones, los miembros de la ALBA siguen derrochando los ingresos extraordinarios obtenidos por los altos precios internacionales de sus recursos naturales.
Pobre Bolivia, tan cerca de Chávez y tan lejos del mundo. Sin embargo, el camino al futuro está claro y los ejemplos muy cercanos. Después de estos años de catarsis por los errores del pasado, estoy seguro de que las nuevas generaciones sabrán construir sociedades que miren hacia adelante y superen los traumas y complejos del pasado.
El autor fue presidente del Senado Nacional de Bolivia.
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