El proceso sigue

El Diario de Hoy

Es muy fácil en estos tiempos pensar que la amenaza más grave a la economía mundial proviene de Europa –de los líos de liquidez de España, de las elecciones y prospectos de crear coaliciones en Grecia, y de los problemas que aquejarán a Portugal, Irlanda, Italia y otra vez Grecia y España al acercarse las fechas en las que se vencen sus obligaciones–. Esto es lo más espectacular de lo que está pasando.

Pero hay un proceso mucho más fundamental en acción, cuyo síntoma es la caída progresiva de los precios de las acciones y de los productos primarios. Estos precios, que subieron a niveles récord en uno de los booms más largos de la historia, han comenzado a bajar de una manera que parece irremisible. Ya nadie habla de que los precios de estos productos tenían que subir continuamente porque los chinos, los indios, los rusos y los brasileños se están haciendo ricos y van a comer más. Prácticamente todos los productos primarios han caído de precio en los últimos meses. Aun el petróleo, que se había sostenido aunque los otros precios caían, ha caído más de un 20 por ciento en las últimas semanas (de 105 dólares el barril a 80 dólares el miércoles en la noche). Cada día los precios suben y bajan, pero al pasar de las semanas bajan mucho más de lo que suben.

Esta caída de los precios refleja una tendencia más profunda: la actividad económica está cayendo en todo el mundo. Y esto está sucediendo a pesar de que los bancos centrales han emitido y están emitiendo enormes cantidades de dinero para tratar de mantener el crecimiento. Cada vez dudan más en seguir emitiendo porque imprimir dinero no es gratis. Aumenta la deuda de los países a través de un mecanismo fácil de entender pero que muchos no entienden. Al imprimir dinero, se fomenta que la gente consuma más de lo que produce. La diferencia tiene que pagarse aumentando las deudas, de modo que al imprimirse más dinero, las deudas aumentan. Esto fue lo que llevó al mundo al estado en el que está. Al principio la deuda aumentaba pero también la actividad económica. Ahora esto va cambiando paulatinamente, de manera que la deuda aumenta pero la actividad económica no.

En el fondo, el problema es que el boom sostenido de los últimos diez años llevó a inversiones que sólo eran rentables en el boom. Ahora que el boom está terminando estas inversiones no son ya rentables. Esto comenzó a pasar hace años con las casas en varios países. Casas que se vendían en el boom ya no se vendieron cuando el ritmo de crecimiento de la economía mundial cayó. Los precios de las casas cayeron y siguen cayendo en esos mercados, al igual que lo que están cayendo ahora los productos primarios. Al caer estos precios, se generan grandes pérdidas, alguien pagó costos altos por lo que ahora vale menos, y algunos bancos los financiaron pensando que iban a tener utilidades y ahora sólo tienen pérdidas. Es esa confrontación con la verdad que los bancos centrales han tratado de evitar, creando dinero para que los precios se mantengan artificialmente altos. Pero la realidad se impone porque ya las deudas son demasiado altas en los países desarrollados, y aunque creen más dinero la producción no subirá.

Esto es lo que pasó a principios del 2008 y hasta llegar a septiembre, cuando las instituciones financieras que habían prestado dinero a los que habían adquirido o producido casas y productos primarios, comenzaron a quebrar porque los precios de estos productos estaban cayendo. Hoy estamos en ese limbo, en el que las pérdidas se van acumulando hasta que alguien quiebra y genera muchas otras quiebras, creando una crisis económica y financiera. El país debe prepararse generando condiciones para invertir aquí, ya que invertir afuera no va a ser una buena idea. 

El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.