El silencio ante la masacre de Siria
La respuesta de los países latinoamericanos a la masacre de más de 100 civiles —incluyendo a 49 niños y 34 mujeres— en la aldea siria de Houla ha sido en general escandalosamente tibia para una región que ha sufrido graves violaciones de los derechos humanos en un pasado no muy lejano.
La semana pasada, cuando Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, España y otras cinco naciones importantes expulsaron a los embajadores de Siria tras la matanza de Houla para enviar una fuerte senal de condena a la dictadura de Bashar al-Assad, ningún país latinoamericano hizo lo mismo.
Según las Naciones Unidas, la matanza fue llevada a cabo en gran medida por milicias pro-gubernamentales que irrumpieron en viviendas particulares y ejecutaron a mansalva a familias enteras. Las fuerzas paramilitares han sido las principales responsables de los 12.000 muertos de Siria desde el principio de la sublevación contra Assad trece meses atrás.
Asimismo, los funcionarios del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU han dicho que casi 20 de los muertos de Houla fueron aniquilados por la artillería del gobierno, y que la masacre de Houla podría llegar a ser catalogada de "crimen contra la humanidad".
En America latina, sólo un país, Panamá, anunció que ha “suspendido temporalmente” las relaciones diplomáticas con Siria, aunque la medida es simbólica, porque Siria no tiene embajada en Panamá. Entre las otras reacciones oficiales:
Cuba y Venezuela apoyan abiertamente a la dictadura de Assad. El viernes, cuando el usualmente timorato Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó por abrumadora mayoría una resolución condenando el “escandaloso uso de la fuerza contra la población civil" por parte de “elementos pro-gubernamentales” de Siria y pidió una investigación independiente del caso, Cuba fue uno de los pocos miembros del Consejo que votó en contra de la resolución, y Ecuador se abstuvo.
El presidente venezolano Hugo Chávez, quien en 2010 condecoró con la “Orden del Libertador” a Assad y lo calificó como “uno de los libertadores del nuevo mundo", ha enviado 600.000 barriles de diesel al gobierno de Siria en el último ano, según el gobierno venezolano.
– Colombia y Guatemala, que actualmente integran el Consejo de Seguridad de la ONU, han condenado la masacre de Houla y apoyado una resolución del 27 de mayo del Consejo de Seguridad que condena los acontecimientos, pero sin culpar directamente al régimen de Assad. Los diplomáticos de la ONU me dicen que, durante los debates, Colombia fue mucho más enérgica que Guatemala en su condena al régimen sirio.
-México, Chile y otros países han emitido declaraciones condenado la matanza de Houla y apoyando la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, pero no han tomado ninguna medida diplomática con respecto a los diplomáticos sirios, o a sus propios diplomáticos en Siria.
-Brasil respaldó la resolución del Consejo de Seguridad, pero señaló que no expulsará a los diplomáticos sirios porque eso cerraría toda posibilidad de diálogo con el régimen sirio. El gobierno de Argentina ha permanecido en silencio ante la masacre.
“Brasil no está haciendo nada”, senala José Miguel Vivanco, de la organización de derechos humanos Human Rights Watch. '"Brasil y otros países latinoamericanos que han sufrido dictaduras, cono Argentina, deberían estar encabezando los reclamos internacionales por medidas concretas, como llevar a los responsables de esta atrocidad ante el Tribunal Penal Internacional. Pero no lo están haciendo”.
Sanjeev Bery, del grupo de derechos humanos Amnesty International, dice que “los países latinoamericanos han aumentando su influencia geopolítica, y con eso viene la responsabilidad de defender los derechos humanos. Ahora ha llegado el momento de que actúen".
¿Que argumentan los diplomáticos latinoamericanos? Muchos dicen que una escalada de las sanciones contra Siria conduciría a una intervención militar extranjera en Siria, tal como ocurrió en Libia. Algunos también dicen que los países europeos y Estados Unidos son hipócritas, porque no expulsan a los embajadores de China, Arabia Saudita y otros importante violadores de los derechos humanos con los que mantienen estrechas relaciones comerciales.
Mi opinión: Estos últimos argumentos son tramposos, y peligrosos. No tomar acciones diplomáticas solo hará que la dictadura de Assad mate aún más civiles, y que el conflicto sectario se propague más rápidamente a los países vecinos, aumentando la posibilidad de una intervención extranjera.
Y el argumento de la hipocresía de Estados Unidos y Europa es una excusa para no hacer nada. Los países latinoamericanos pueden –y deben – actuar contra todos los violadores de los derechos humanos en el mundo, incluyendo los que Estados Unidos y Europa a veces critican con mayor suavidad.
La defensa de los derechos humanos a nivel global es la mejor línea de defensa de Latinoamérica contra futuras violaciones a los derechos humanos en sus propios países. Pero aparentemente la mayoría de los gobiernos han olvidado las enseñanzas de su propio pasado.
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