Las patitas del lobo
SALAMANCA. – Por arriba de las sábanas se comienzan a ver los ojos y hasta diría que las puntas de los colmillos mientras Caperucita Roja, visiblemente confundida, no logra caer en la cuenta de que es el lobo que se oculta abajo de las mantas y no su abuelita. El lobo es hoy en Bolivia Evo Morales, quien ya deja ver las pezuñas abajo de la piel de cordero al dar los pasos necesarios para lograr la reelección a pesar del obstáculo que le pone la Constitución que solo permite dos periodos consecutivos y este sería ya el tercero. Como en 2009 entró en vigor una nueva Constitución, Morales sostiene que a partir de una nueva Carta Magna se comienzan a contar de nuevo los periodos presidenciales. Poco o nada importa, para los defensores de esta idea, que en las disposiciones transitorias se deja establecido que “Los mandatos anteriores a la vigencia de esta Constitución serán tomados en cuenta a los efectos del cómputo de los nuevos periodos de funciones”.
Si a un niño le contamos el cuento de Caperucita Roja y le decimos que después de ser devorada por el lobo al día siguiente regresó y le pasó lo mismo, estoy seguro que el niño protestará porque lo considera inverosímil.
Pues en la realidad es perfectamente posible. He aquí un ejemplo. Nuestra historia lo ilustra de manera clara: Alfredo Stroessner asumió el poder en agosto de 1954 después del golpe del 4 de mayo y una presidencia interina de cuatro meses y días de Tomás Romero Pereira. En la Constitución de 1940 se establecía que el periodo constitucional duraría cinco años y permitía nada más que una reelección. Hasta ahora estamos como Bolivia. Se adujo más tarde que en realidad los primeros años interinó la presidencia para completar el periodo que había dejado inconcluso Federico Chaves derrocado por el golpe del 4 de mayo de 1954.
Comenzó entonces el nuevo conteo. Transcurrieron diez años y en agosto de 1967 se decidió elaborar una nueva Constitución. En 1967 Stroessner decidió “sacrificarse” una vez más y accedió a los “ruegos” de sus seguidores (y guay del que se resistiera a rogar) y como “Constitución nueva, vida nueva” se comenzó a contar de nuevo, hasta que en 1977 se decidió cortar el problema por lo sano y sus seguidores propusieron modificar la Constitución para lo que se convocó una Convención Nacional Constituyente que después de incontables e interminables discursos poniendo de resalto las excelsas cualidades del “único líder” se aprobó la enmienda del artículo 173 que decía: “El Presidente de la República será elegido en comicios generales directos que se realizarán por lo menos seis meses antes de expirar el periodo constitucional que estuviere en curso y solo podrá ser reelecto para un periodo más, consecutivo o alternativo”. Aquel 25 de marzo los convencionales decidieron poner punto y aparte al final de “que estuviere en curso” borrándose lo demás. Quedaban las puertas abiertas para un nuevo dictador supremo perpetuo. Sus seguidores así quedaron felices y lo sabían muy bien por qué.
Stroessner no fue el único tirano que inventó este procedimiento, o bien otros parecidos, para permanecer en el poder atribuyéndose el mérito de ser el único capaz de poder gobernar un país de por sí indisciplinado. Lo hicieron muchos otros. Lo doloroso es ver cómo una y otra vez dejamos que la historia corra en este sentido. Más claro: Caperucita vuelve una y otra vez a la casa de la abuelita sin tener en cuenta que abajo de las mantas está siempre el lobo.
En su libro “Democracia: Conceptos políticos fundamentales” (Alianza Editorial, Madrid 2011) Joaquín Abellán dice que el objetivo de todo gobierno es lograr la reelección (p. 271). La reelección en sí no es mala siempre que averigüemos antes con qué intenciones tal o cual gobernante quiere ser reelegido. En la mayoría de los casos ello obedece a intereses bastardos: perpetuarse en el poder para satisfacer esa embriaguez que el mismo causa.
Casi nadie lo dice, pero tratándose de Bolivia Evo Morales ha tenido la decencia de reconocerlo ya que al asumir la Presidencia en 2006 dijo en su discurso inaugural que “los indígenas han llegado al poder para quedarse por lo menos quinientos años”. Claro que para cumplirlo Evo Morales tendría que modificar algo más que la Constitución.
- 28 de diciembre, 2009
- 10 de abril, 2013
- 8 de junio, 2015
- 4 de septiembre, 2015
Artículo de blog relacionados
Por Brian Fincheltub El Republicano Liberal Más que por sinceridad, en un acto...
4 de marzo, 2014El País, Madrid Irán y Venezuela no podrían ser países más diferentes. Piadosos...
22 de junio, 2009La Segunda Santiago.– En un primer momento, los expertos de la industria estimaron...
2 de octubre, 2009- 17 de octubre, 2008