¿Quijotada?
Durante la VI Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias y a puerta cerrada, el presidente de Colombia Juan Manuel Santos se lanza este domingo a una quijotesca aventura para "desfacer los entuertos" derivados de la actual política antidrogas mundial.
Y todo indica que al presidente de Estados Unidos, Barack Obama le tocará representar el papel de Sancho Panza, aterrizando con sentido común cada una de las ingeniosas fantasías que vayan surgiendo en este nuevo retablo de las maravillas. Estados Unidos ha dicho que "está dispuesto a discutir el tema para expresar su opinión de que (la legalización) no es la manera de enfrentar el problema". Más claro ni el agua. Esto no significa, sin embargo, que el esfuerzo de don Quijote-Santos no sea loable.
Santos acierta poniendo en la mesa el debate sobre el tema ante todos los jefes de Estado del hemisferio, salvo dos de poca monta, porque sabe que problemas complejos como el del crimen organizado, el cambio climático o los derechos humanos exigen acuerdos transnacionales. En aislamiento, ningún país puede resolverlos.
Otro de sus aciertos es haber escogido el que será el tema central de la Cumbre no solo por la gravedad del problema sino para darle relevancia al evento del que es anfitrión.
"El surgimiento de temas controvertidos como la discusión sobre legalización de las drogas es lo que ha llamado la atención de los medios y de los políticos a una Cumbre que pintaba deslucida," me dice Peter Hakim, presidente emérito del Diálogo Interamericano. Según Hakim, "Estados Unidos nunca ha estado tan desatento a la organización de una Cumbre y lo mismo puede decirse de Brasil, Canadá y México. Si se logran resultados positivos el mérito será de Santos".
Mostrando su gran habilidad política, el presidente colombiano ha ido recogiendo declaraciones más o menos ambiguas de algunos de sus colegas presidentes, del guatemalteco Otto Pérez Molina, del mexicano Felipe Calderón, y hasta una declaración del vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, para sugerir que su gobierno no va solo a esta batalla aunque en realidad, los únicos presidentes en funciones que por motivos muy distintos abogan por abrir el debate sobre la legalización son él y Pérez Molina.
México lo sugiere
En lo que respecta a Calderón, la especulación sobre su postura acerca de la legalización surge de un discurso que pronunció en Nueva York en el que dijo que "si el consumo de drogas en Estados Unidos no puede limitarse, entonces (los dirigentes de ese país) deberían buscar otras alternativas de mercado que reduzcan las estratosféricas utilidades de las organizaciones de delincuentes".
Evidentemente el reclamo de Calderón incluía la sugerencia de que Estados Unidos debería explorar la posibilidad de legalizar las drogas pero de esta frase no se puede desprender que el mexicano se haya pronunciado por la legalización de las drogas en su país. Y respecto a la declaración de Biden aceptando debatir resulta desproporcionado argumentar que acceder a discutir implica conceder. Lo extraño, en todo caso, habría sido que Biden se hubiera negado, a priori, a discutir en público un asunto de interés público.
Es verdad que la actual política antidrogas mundial ha fracasado y es indudable que hay que darle el mérito a Santos por proponer una revisión colectiva y exhaustiva de su formulación pero se equivocan peligrosamente quienes sugieren que legalizando las drogas se acaba la violencia criminal. No es cierto, como dicen, que la mafia desapareció en Estados Unidos cuando se levantó la prohibición a la venta de alcohol. La legalización llevó a la mafia a diversificar sus negocios ilícitos pero siguió siendo una organización criminal violenta e igual de próspera. Y fue su diversificación la que obligó a las autoridades a depurar y fortalecer sus instituciones judiciales.
Peor aún, dado que en Estados Unidos la drogadicción es un problema que afecta principalmente a los menores de edad que son los mayores consumidores de marihuana y de anfetaminas, no hay posibilidad alguna de formular una política que no incluya la prohibición. Es decir, digan lo que digan y hagan lo que hagan los políticos, bajo cualquier esquema que inventen siempre habrá un inmenso mercado negro de drogas ilegales que será atendido por las mismas bandas criminales que hoy asedian al mundo.
La propuesta que se discutirá en esta Cumbre es de carácter muy general y, sin duda necesaria, pero la gravedad del asunto exige un debate serio y responsable que produzca propuestas concretas y viables para resolver un problema de enormes complejidades. La violencia hemisférica disminuirá en la medida en la que los países fortalezcan sus instituciones democráticas, sus economías, sus sistemas judiciales y sus sistemas educativos no con falsas promesas.
Termino esta reflexión con una crítica a los participantes principales de esta VI Cumbre de las Américas por su decisión de llevar a cabo esta reunión a puerta cerrada. ¿Será que los mandatarios no quieren que sus electores oigan lo que tienen qué decir?
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