Rousseff pronto tendrá más razones para quejarse
The Wall Street Journal Americas
LONDRES. – Dilma Rousseff tiene mucho trabajo en sus manos.
La presidenta brasileña posiblemente no lo sepa, pero la guerra de divisas que desprecia tan profundamente posiblemente empeore antes de mejorar.
De hecho, mientras el lunes se quejaba ante el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sobre el perjudicial impacto que las devaluaciones competitivas están teniendo en países como el suyo, se intensificaba la batalla entre Estados Unidos y Japón.
En el último mes o dos, hubo expectativas de que disminuirían las presiones. La economía estadounidense parecía lista para recuperarse e incluso las presiones deflacionarias en Japón parecían estar cediendo.
La necesidad de manipular el valor del yen frente al dólar se hacía menos apremiante. Pero las tensiones claramente han regresado.
En parte, esto se debe a las decepcionantes cifras de nóminas no agrícolas de Estados Unidos publicadas el viernes, las cuales aumentaron en solo 120.000 empleos, en lugar de los 200.000 que se anticipaba. Esto inmediatamente generó especulaciones de que la Reserva Federal de Estados Unidos tendría que recurrir a una mayor flexibilización cuantitativa, al tiempo que los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años de Estados Unidos cayeron a un mínimo de un mes levemente por sobre el 2%.
Está de más decir que la caída en los rendimientos de la deuda estadounidense socavó aún más la reciente apreciación del dólar.
No obstante, fue la respuesta de Japón a la apreciación del yen lo que ilustró cuán intensa sigue siendo la guerra de divisas.
Después de una reunión de estrategia de dos días que finalizó el martes, el Banco de Japón anunció que dejaba sus tasas sin cambios y que el programa de compras de activos se mantenía sin variación.
Esa fue la versión oficial del banco central.
Pero, la respuesta a observar fue la versión política.
Los políticos japoneses han estado incrementando de manera constante su influencia sobre las decisiones del Banco de Japón, dejando en claro que preferirían que el banco central adopte medidas expansivas adicionales para ayudar a la economía. Aunque el banco central ha intentado preservar cierto nivel de independencia, hay señales de que los políticos están ganando gradualmente.
Esto significa que a medida que el yen comience a apreciarse nuevamente frente al dólar, el Banco de Japón estará bajo presión para relajar nuevamente la política en su próxima reunión del 27 de abril.
Ciertamente, las presiones para que el banco adopte mayores medidas solo aumentarán si hay alguna señal por parte de la Fed de que está considerando nuevas medidas para estimular la economía.
En un sentido global, es poco probable que esta batalla entre el dólar y el yen para seguir siendo los más competitivos llegue pronto a una conclusión.
Tras las recientes cifras económicas que sugieren que la demanda interna de China no es tan fuerte como se esperaba, y como la mayoría de los indicadores apuntan a otra desaceleración de la economía mundial, Japón podría descubrir que presionar por la depreciación del yen frente al dólar es un reto muy grande.
Y la presidenta de Brasil verá que en el futuro tendrá muchas más razones para quejarse en la guerra de divisas.
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