Cuba: La historia se repite
La visita del papa Benedicto XVI a Cuba, una vez más me recuerda la entrevista de Chamberlain y Deladier con Hitler y Mussolini en Munich con el propósito de evitar la guerra. A su regreso, Winston Churchill declaró: “Han perdido el honor para evitar la guerra y ahora tendrán la guerra sin el honor”. El evitar la guerra con Alemania en aquella oportunidad era un proyecto tan imposible de cumplir, como intentar lograr la libertad de los cubanos en Cuba, en tanto y en cuanto permanezcan los Castro en el poder. Ya deberíamos saber que dialogar con criminales en el poder es un sueño de una noche de verano. Y al respecto vale recordar las palabras de José Martí: “Ver un crimen en calma, es cometerlo”.
Es fácil pasar de lo sublime a lo ridículo. El pensar que la reconversión de Fidel Castro al catolicismo puede provocar un cambio en la situación política de Cuba es otra fantasía que a los únicos que beneficia es a los criminales más grandes que ha producido América Latina. Por supuesto con la cooperación irrestricta del Che Guevara. Por tanto no puedo menos que pensar que las palabras de Churchill son igualmente válidas en el caso que nos ocupa.
La tristeza embarga mi alma y la preocupación mi mente, al ver con cuanta insensibilidad se desconocen los crímenes de lesa humanidad cuando éstos se cometen en nombre del pueblo. Tanto así que ya anteriormente el Papa había enviado a La Habana al Cardenal Bertone a felicitar a los Castro porque estaban a favor de los pobres y la solidaridad (SIC). No puede menos que preocuparme que la influencia que como tal tiene la Iglesia Católica en América Latina contribuya a desconocer los principios que lograron la libertad por primera vez en la historia. Principios que han sido violados por más de cincuenta años en Cuba y que continúan violándose ante la indiferencia de la supuesta civilización occidental.
Tal como señalara Thomas Sowell en su obra The Vision of the Annointed (La Visión de los Ungidos) “La izquierda ha monopolizado la ética, los que se le oponen no solo están equivocados sino que son pecadores”. Y en ese sentido se pronunció Rush Limbaugh en su obra: “See I Told You So” (Ves Yo Te Lo Dije) “La izquierda ha hecho limpieza política”. Lamentablemente esa parece ser la visión de nuestro mundo occidental y así se puede explicar la crisis europea, por más que se pretenda definir como la crisis del capitalismo. Ante esa situación vale recordar asimismo la atinada observación de Von Misses en su obra El Socialismo publicada en 1922, cuando dijo: “El problema con el socialismo es que aun los que se le oponen aceptan sus premisas éticas básicas”
Creo que es asimismo importante recordar la historia. Cuando Fidel Castro fue puesto preso legalmente por su participación en el ataque al Cuartel Moncada, donde mataron a reclutas indefensos que se estaban bañando, fue el arzobispo de Santiago de Cuba Monseñor Pérez Serantes quien le pidió a Batista que lo liberara. Y Batista, el supuesto tirano, accedió y se inició la revolución en la Sierra Maestra, mientras en La Habana, como bien recuerdo había que cuidarse de las bombas que los idealistas ponían en los cines. Asimismo recuerdo como cuando bajaban de la Sierra Maestra venían con rosarios en la mano al tiempo que comenzara la matanza y encarcelamiento de los opositores Y dicho sea de paso se apoderaban de todos los colegios católicos, y consecuentemente curas y monjas se vieron obligados a emigrar.
No obstante esa realidad que por largo tiempo permaneció en Cuba, el Papa pretende ignorarla en lo que puedo considerar un nuevo Concordato de Letrán. Es decir el acuerdo de Pío XI con Mussolini, de donde surgiera la encíclica “Quadragésimo Anno” de corte eminentemente fascista y por supuesto en evidente contradicción con la Rerum Novarum de León XIII, que había hecho resurgir a la Iglesia del denominado ultramontanismo, contenido en la Quanta Curae de Pío IX. Si alguna duda cabe al respecto leamos el predicamento respecto al Estado: “la caída del Estado el cual tiene; el cual libre de todo partidismo, debería estar erigido soberano y supremo árbitro de las ambiciones y concupiscencias de los hombres” Por supuesto los hombres que componen el estado no tienen ambiciones y por tanto el resultado es el poder político absoluto.
No voy a entrar en pormenores de la inconsistencia de la llamada doctrina social de la Iglesia que en su momento Pablo VI mediante creara la Teología de la Liberación, a la cual le debemos el acuerdo de montoneros y nacionalistas y la subversión en Argentina y en el continente. No puedo por tanto obviar el pensamiento de Benedicto XVI tal como surge de la encíclica Veritatis Splendor, que a mi juicio también se contradice con la “Centesimus Annus” y allí dice: “Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos en la medida que lo requieran los derechos fundamentales de los hombres y la salvación de las almas”.
Una vez más en la historia ¿dónde quedó el “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. O sea que por supuesto Benedicto XVI no cree en la separación del Estado y de la Iglesia y por ende parece dispuesto a llevar al cielo a Fidel Castro en tanto que se adhiere a la propuesta de la izquierda de culpar los males causados a Cuba por el régimen comunista, al embargo americano. Embargo que ya desde hace tiempo en la práctica no existe, y hay comercio entre Cuba y Estados Unidos, amén de que una gran parte del ingreso de los cubanos en la isla se lo proveen sus familiares en Miami.
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