«Enriquecerse es glosioso»
La frase que obra de título de esta nota fue pronunciada en su momento por el líder chino Deng Xiaoping, en procura de entusiasmar a los suyos con la transformación que había puesto en marcha. Muchos chinos hoy viven, es cierto, “en la gloria”. No sólo los multimillonarios. También más de 200 millones personas que, gracias a la transformación (milagro) económica china, pudieron salir de la pobreza todo a lo largo de la última década, especialmente.
En nuestra propia región Panamá está inmerso en un proceso de cambio también fenomenal. El año pasado ese país creció vertiginosamente. Al ritmo del 10,6% de su PBI. Este año agregará un nuevo 7%. Mucho más que nosotros o los brasileños o los mismos chilenos o peruanos, ciertamente. En rigor, más que nadie en la región. Muchos venezolanos que han escapado de la chatura en que Hugo Chávez ha sumido a su país están radicándose en Panamá, en procura de aprovechar sus oportunidades.
Los rascacielos crecen como hongos. La construcción es febril. Tanto las viviendas como la infraestructura avanzan sin pausa. Copa, la empresa aérea regional es un reloj y genera algo así como el 4% del PBI local.
Los dínamos que empujan el proceso son tres. El primero es el Canal de Panamá, nacionalizado desde 1999, que opera como un relojito. Por él circula el 4% del comercio mundial: una barbaridad. Y será ampliado en una obra que concluirá en el 2014. El segundo es el enorme plan de inversión pública en marcha, equivalente a unos 13.000 millones de dólares. Las supercarreteras que están en construcción acercarán a Panamá a la realidad de una ciudad del futuro, a la manera de Dubai, por ejemplo. El tercero es el presidente Ricardo Martinelli, una suerte de Sebastián Piñera centroamericano. Un clásico empresario en el gobierno. Pero más audaz y con algunos problemas serios, como sus ataques a los medios libres, ejemplo de lo cual es la persecución al diario La Prensa, sometido a toda suerte de abusos y presiones mediante el poder de policía administrativo, inspecciones, multas, etc..Su empuje, además genera problemas por alguna improvisación, como el que generara el corte de la carretera panamericana por parte de los indios Ngobe-Buglé, en protesta por el impacto ambiental de un gran proyecto hidroeléctrico y por la evolución, casi sin fronteras, de la gran minería, en este caso la del cobre.
Como en el siglo XIX, el gran inversor extranjero es Gran Bretaña, que apuesta a un sistema financiero sofisticado y moderno y lo que luce como a una máquina de hacer puesta en marcha por el mencionado Martinelli. Por ahora, todo más o menos bien. Pero cuidado, las atropelladas tienen sus riesgos. El hostigamiento a los medios de comunicación masiva independientes tiene que terminar. De una vez.
Emilio J. Cárdenas fue Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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