Algo más sobre las elecciones venezolanas
Deberíamos tener presentes cuatro aspectos para las elecciones presidenciales que pueden llevar al candidato de la unidad opositora, MUD, a Miraflores:
1 . El fracaso y la deriva de la izquierda en general, de los supuestos militares de izquierda, todos entregados al comunismo socialismo cubano y en el ejercicio del poder, por ahora;
2. El fracaso del supuesto centro político representado, hoy, por lo que queda de la socialdemocracia y social cristianismo y otros grupos políticos;
3. Una mayoría electoral, con “ni-ni” y “mita-mita” incluidos, y
4. Un deseo, una necesidad de cambio.
Veamos:
01. El fracaso y la deriva de la izquierda en general, de los supuestos militares de izquierda, todos entregados al comunismo socialismo cubano y en el ejercicio del poder, por ahora.
Para referirnos a parte de quienes opinan, se puede argumentar que no fue Henrique Capriles Radosky quien ganó las primarias, sino que es el actual estamento político (izquierda, izquierda militar, comunista socialista, cubana) en el poder, por ahora, quien ha perdiendo el apoyo del pueblo y el que, seguramente, perderá, si hay elecciones sin trampas, el 7-Octubre-2012.
Los comunistas socialistas no quieren admitir que la derrota se deberá, entre otras causas, a la mala calidad del candidato militar continuista y auto escogido; a la desastrosa gestión administrativa que se observa luego de 13 años en el poder; al uso y abuso del poder; a la entrega total a la dictadura castro comunista de cuba y a todos los actos de represión, terror y crimen utilizados, con descaro y desparpajo, contra la población para tratar de imponer el comunismo socialismo.
La izquierda ha perdido adeptos en estos pasados 13 años. Estos militares que detentan el poder están bien lejos de ser ideológicamente comunistas socialistas consustanciados y consumados. Parece que les cuadra mejor “obedientes”, “obsecuentes” y, algunos dicen que mejor el término “oportunista”, “aprovechador”, “cómplices”, “alcahuetas”. La izquierda ideológica esta fuera del poder.
El partido comunista, PCV tradicional, y quienes se autocalifican de socialistas, apoyando a este régimen, no han recibido otra cosa que gotas, migajas, de poder y de dinero, su participación en el régimen es escasa por no decir nula y, electoralmente, poco o nada aportan a la alianza roja, rojita. No exhiben estos partidos aliados del régimen ningún tipo de líder ni liderazgo en ninguna área y/o sector. Y los oportunistas lo saben.
Han centrado sus ataques contra el candidato opositor en opiniones al boleo, personales, tratando de descalificarlo, sin lograrlo; pero es imposible desconocer su origen social cristiano, su práctica, en lo esencial, democrática y plural, y los más de tres millones de votos libres que lo seleccionaron y respaldan al inicio del proceso. Tampoco pueden desconocer que su estilo de campaña y propuestas y modo de llevarla a cabo le resulto un éxito a pesar de la institucionalizada intervención represiva y terrorista del régimen en su contra, tratando de eliminarlo y “pulverizarlo”.
Deberían admitir, también, que el candidato seleccionado por la oposición MUD, supo aprovechar su indiscutible poder de seducción y los electores pudieron interpretar sus humanos defectos como sencillez y juventud.
Por lo tanto, es posible argumentar, que el problema no reside en el candidato, sino en el entorno, en el ambiente, en el estado en que se siente y encuentra el pueblo por una parte, y por otra, como esta percibiendo al partido rojo y a este régimen entreguista, autoritario, militarista, comunista.
El régimen, según percepciones subjetivas, se muestra dividido en facciones e inflexible con relación a su dependencia cubana, otros exteriores, y aplicación de ciertas políticas en detrimento de conquistas y hábitos propios de la sociedad, tales como la propiedad privada y libertad de elección y religiosa, y sin duda, la inmensa corrupción, inseguridad, impunidad, el mal uso de las fan, falla en todos los servicios públicos, etc., se siente y se palpa como políticas del régimen en contra de la población. Así las limosnas y dadivas crezcan al infinito. Agarran.
Los comunistas socialistas no supieron en ningún momento atraer hacia sí a todos los matices de la izquierda, quizás, porque están, algunos de ellos, supuestamente comprometidos con la narcoguerrilla nacional e internacional y eso tiene vigilancia a nivel mundial, trayéndole más problemas que beneficios.
La juventud venezolana, afortunadamente, a pesar de su multiplicación, no ha tomado el camino de los extremistas y asociales y allí los vemos, a diario, luchando gallarda y democráticamente en su gran mayoría, incluso presentando innovaciones en el campo de la protesta y logros. Gran parte de esa juventud esta al lado de la democracia plural y de la libertad, no al lado del autoritarismo, del continuismo y del comunismo, sencillamente porque allí no hay futuro.
El PCV luce hundido, sin brújula y confundido. En algún momento le dio respaldo, aunque no electoral, pero si táctico y estratégico al régimen, y le fue útil, pero ya no juega ningún papel a su lado ni como fuerza política. Supongo que ellos lo sienten.
Da la impresión de que los últimos estalinistas que tenía el PCV desparecieron del panorama, mientras que los demás grupos internos y/o corrientes, no dan señales de vida, eso no significa que no existan.
Sin embargo, la extrema izquierda, por ahora, quizás, no le hace, con su permanencia, figuración y cercanía, ningún bien electoral al régimen ni a su candidato continuista y, ahora, impedido por enfermedad.
Tal vez su primera intención fue presentar una cara electoral contra la derecha, contra el liberalismo y camuflarse en defensa de lo “social”. Dando la sensación de estar mas cerca de los socialismos tipos europeos.
Pero no nos engañemos, esa mascara socialista no tiene nada de cercanías con lo social. Se quedo anclado, por su discurso y propuesta, en la doctrina marxista primitiva. A pesar, incluso, de que alguno de ellos intentara exponer la posibilidad de acercamiento con ciertos socialdemócratas; pero además, de contar con los antagonismos doctrinales internos, están los antagonismos personales y económicos. No olvidemos los orígenes y caminos políticos recorridos por esos ciudadanos antes de anidar allí.
Los comunistas socialistas y la izquierda ha seguido defendiendo un jurasico-marxismo con la justicia social, la lucha de clases, el vanguardismo y la supuesta igualdad como bandera: la sociedad venezolana social-demócrata y social- cristiana y demás, estaría compuesta, por una parte, según ellos, por el poder del dinero, los empresarios, los propietarios y las grandes fortunas, y por otra, por el pueblo estratificado y sufrido.
Unos se divierten y disfrutan de sus privilegios y los otros sufren, son explotados, están alienados y sumidos en la miseria. Unos detentan el poder, incluido el de los medios, y los otros carecen de voz.
La tragedia evidente del partido comunista socialista reside en no haber sabido evolucionar y haberse quedado anclado en la lucha de clases, aspecto que repiten como loros desde el comandante hasta el último rojito.
Mientras en toda Europa los socialistas aceptaban el capitalismo y el mercado, defendían las privatizaciones, los recortes de impuestos y el gasto público, y obligaban a los sindicatos a asumir sus responsabilidades, en Venezuela no ocurría nada de esto. En otros países, se asumía que lo social y lo económico no eran nociones contrapuestas sino complementarias.
En Venezuela, los comunistas socialistas y, sobre todo los supuestos militares de izquierda, se empeñan en decirnos que el poder económico, el malvado empresario y el detestable beneficio son los verdaderos enemigos del progreso social, al hacer retroceder cada día el poder adquisitivo de los asalariados, la contratación de parados y la justicia social.
De esta forma, los comunistas socialistas pierden en todos los frentes: los marxistas ortodoxos les reprochan no acelerar el curso de la historia, los centristas y los socialdemócratas les reprochan que se aferren al programa que execra al capitalismo.
Puede que aquí resida parte del éxito del candidato de la oposición con esa extraordinaria participación y votación en un solo acto.
02. Fracaso del supuesto centro político representado, hoy, por lo que queda de la socialdemocracia y social cristianismo y otros.
El régimen rojo jamás espero que el candidato de la oposición en la MUD, HCR, obtuviera aproximadamente el 18% del REP, los votos, en una elección primaria, inédita, en ese tipo. Su ascensión en los sondeos realizados durante la campaña era ciertamente sostenida. Y de hecho, sobre todo para el régimen, los adecos, copeyanos, UNT, y otros, ese éxito parecía inexplicable. Sin embargo existen dos posibles explicaciones: el “ni-ni” y el “mita-mita”.
Los ni-ni, “ni lavan ni prestan la batea”, como dice el refrán. HCR se les presentó como un outsider, alguien ajeno a los partidos (a pesar de pertenecer a un partido), un candidato de unidad y reconciliación. Y eso, supuestamente, le proporcionó su atractivo en todo el espectro electoral u arrastro a algunos ni-ni. Si, en todo el electorado porque las primarias fueron abiertas, sin exclusión.
Los comunistas socialistas desencantados, los militares desencantados, la gente de centro derecha y también otros ciudadanos corrientes decepcionados por la clase política en general y hartos del monopolio del poder y del debate ejercido por dos grandes formaciones políticas hegemónicas, los marginados engañados, salieron a votar. Puede que hayamos asistido al nacimiento de una “nueva conciencia”, liberada, en cierta forma, del yugo de las jerarquías y de las mafias políticas. Si así es, ¡bienvenidos!
Pero HCR también se mostró como quien representa el “mita-mita”, es decir, mitad-mitad: mitad izquierda y mitad derecha, para quienes razonan que estamos divididos en dos toletes. Mitad gobierno, mitad oposición. De esta forma se convirtió en el representante de otro modo de expresión de la población, algo que no tiene, por ahora, lógica. Queda la incógnita sobre el porvenir de esa expresión.
Es difícil tener un pie en el mercado y otro en la planificación centralizada, un pie en la descentralización y otro en el populismo.
Sólo algunos ingenuos podrían creer que PJ (el partido de HCR), solo, podría reconciliar a los venezolanos y crear una armonía social que borrara el binomio derecha-izquierda, ad-copey, militares-civiles, capitalistas-comunistas, etc.
Por último, el paso de HCR por responsabilidades publicas, legislativas y ejecutivas, a corta edad, donde, a pesar de los esfuerzos del régimen por eliminarlo, no ha dejado recuerdos reprochables, hasta el presente, contribuyó a lograr el apoyo variado y de su clientela.
Con un electorado heterogéneo que iba desde un izquierdista declarado, a un alcalde, monjas, sindicalistas, laicos, jóvenes, etc., hasta la derecha, en diversos componentes, HCR se hizo con el triunfo.
Un partido centrista parece que no tiene razón de ser en un país en el que hace años que la política tiende a ser desesperadamente centrista (social demócrata y/o social cristiana), donde la izquierda y la derecha se comportan, en general, de casi la misma forma. Los políticos necesitan, hoy, máquinas electorales poderosas, y han adoptado, en este tiempo lo que llaman “el empirismo”, que les dispensa de tener doctrina y convicciones.
Si el centrismo, tal y como se observa, es un ideario político vacío, en Venezuela estamos saturados de centrismo.
No hay duda de que el intento de poner en marcha una tercera fuerza dentro del espectro político de los países desarrollados ha fracasado y esta por verse un intento serio y sostenido en ese empeño.
03. Una Mayoría electoral, con “ni-ni” y “mita-mita” incluidos.
Durante su campaña para obtener el derecho a la candidatura presidencial, HCR uso una bandera, no identificarse con ninguna etiqueta, con ninguna sensibilidad ideológica, para erigirse en el campeón del empirismo y meterse en el bolsillo con gran habilidad votos totalmente dispares y parte de los ni-ni y mita-mita.
HCR, frente a los ataques permanentes e irracionales, jurasicos, del régimen, su candidato continuista y equipo burocrático, hizo una observación que no debe pasar por debajo de la mesa, puntualizo que: “el gobernante se aferra al poder y utiliza el sistema judicial para amenazar y meter miedo”. Evidente y esa practica provoca el repudio popular. Eso es ventajismo. Corrupción.
Para empezar, HCR absorbió la totalidad del electorado de Leopoldo López. Una proeza que muchos han alabado y otros, criticado. En todo el país cosechó votos.
HCR se presentó (con razón o sin ella, pero eso es otro problema) como el Presidente que va a resolver el problema de la educación (“educación escogida y no impuesta”), el que va a exigir a los jueces un castigo sin flaquezas, el que va a devolver a Venezuela su fuerza y su orgullo.
El candidato de la unidad proclamo el eslogan “Tranquilidad, Orden y Progreso”. Al alabar la tranquilidad, el orden y el progreso, HCR se gana los votos de la derecha, y tuvo el valor y la habilidad de decir lo que nunca se había atrevido a proclamar públicamente, en franca alusión a la inconveniencia de la reelección presidencial y a los 13 años del actual mandatario: “el poder es un préstamo a fecha fija”. Axiomático.
Para ahondar más en esto, HCR seduce a los que se plantean la política en términos ideológicos puramente: “es hora de elegir entre dos caminos, el camino del progreso que tu quieres o el camino del socialismo comunismo que el gobierno quiere para ti”.
HCR no se olvidó de la juventud y de las nuevas generaciones. Les ofreció, a su lado, la personalidad de Leopoldo López y otras figuras emergentes como Maria Corina Machado, quien de paso, dio un ejemplo y un mensaje extraordinario. Le falta la ubicación de los otros precandidatos. Recordó la idea de los “derechos sociales legalmente exigibles” y la ayuda que merecen y van a tener en su gobierno, así como a los obreros les hablo de la miseria e injusticia que padecen y su compromiso con impulsar una política del empleo y del progreso.
En los barrios periféricos, ha insistido en la idea de la “no discriminación”, prometiendo seguridad y ascenso social.
Tampoco se olvidó de los ecologistas. HCR afirmó, sin dudar, a lo largo de su campaña, su respeto por el medio ambiente. Prometió obligar a la administración pública a esmerarse por el cuido del medio ambiente, y admitió el principio de una “fiscalidad ecológica” que subvencionara las energías renovables y educara a los consumidores de energías no renovables.
Por el contrario, al candidato HCR no le ha interesado mucho fotografiarse con los liberales y capitalistas, por ahora. Estos se congratulan con los anuncios relativos a la propiedad, precios, mercados, comercio y leyes, y otros aspectos que se enumeran en el programa de la unidad. Les gustan sus promesas de reformar la legislación laboral y tratar lo concerniente al monopolio representativo de los sindicatos. Están encantados con el anuncio de la libre elección de escuela por parte de las familias, pero no se habla de competencia entre los establecimientos escolares.
Por último, se nota que el candidato sigue defendiendo el monopolio de la Seguridad Social en lo que concierne a la sanidad y las pensiones. Lo que más les ha impulsado a votar por HCR, según observo por ahora, es la perspectiva de que llegará a Miraflores, un ciudadano no comunista socialista, no militar autoritario, no dependiente de la isla cautiverio, no comprometido con el eje del mal y, menos, con la narcoguerrilla.
Ecologistas, nacionalistas, conservadores, progresistas, socialistas cristianos, socialdemócratas, socialistas moderados, liberales, etc., un grupo de lo más variado, Henrique Capriles Radosky supo huir, hasta el momento, de todas las etiquetas y al mismo tiempo reunir en torno a su nombre a una buena cantidad de ellas.
04. Un deseo, una necesidad de cambio.
Sin embargo, el llamado permanente de HCR de “reagrupar, reconciliar, al pueblo venezolano” no hubiera tenido alguna acogida si la población venezolana no deseara, con mucha fuerza interior, un cambio auténtico de gobierno.
HCR sigue diciendo que estructurará… “un gobierno orientador, no controlador” y que… “trabajara en equipo con el esfuerzo privado”.
En este caso, el de elecciones primarias, el índice de participación es un dato significativo. Si más del 75% de los electores se movilizan y van a las urnas el 7 de Octubre 2012, eso quiere decir que esperan “algo mas” del resultado y no, precisamente, una derrota.
Algunos han llegado a pensar que una parte de la capa política venezolana empieza a recuperar, de repente, credibilidad, y que sólo los malintencionados hablaban de la existencia de un muro entre el pueblo y sus representantes, entre “el país real y el país legal” (Maurras).
Otros argumentaron que la campaña había sido más atractiva porque era la primera vez que se daba la palabra a la gente de la calle, en programas radiales, televisados, en los que hombres y mujeres expresaban sus preferencias electorales libremente, sin coacción, como le impone el régimen a la población y, en especial, a los rojitos.
Puede que esto tenga algo de verdad, pero creo que la voluntad de cambio, era y seguirá siendo, la principal motivación de los electores, sobre todo de los electores jóvenes. La mayoría de los candidatos son “nuevos”. Los viejos caciques han desaparecido del mapa.
¿A quién le puede extrañar las ansias de cambio del pueblo venezolano? Se le ha obligado a asumir todos los peligros que corre el planeta: cambios climáticos, contaminación, fanatismo comunista socialista, religioso, guerra económica, expropiaciones, invasiones, inseguridad, escasez de todo tipo, ambiente, agua, alimentos, enfermedades de regreso, y otras amenazas sanitarias, persecución, impunidad, represión, terror y crimen, etc.
Y por si esto fuera poco, los “tocadores de alarmas” que alertan todos los días a los venezolanos (sin indicarles como evitarlas y/o como salir de ellas, en lo inmediato y practico) sobre la peculiaridad de su situación: más paro por venir, mas escasez, menos crecimiento, menos competitividad, una Venezuela desprestigiada en el ámbito diplomático, un gentilicio en decadencia, jóvenes y capitales huyendo del país, una escuela que ha dejado de enseñar, una policía que ya no protege, nada de moral y ética, etc., etc.
Sin embargo, millones de personas oyen, ven y leen, a esos “tocadores de alarmas”, porque el declive de Venezuela es evidente, se palpa por todos los medios, de comunicación, revueltas e incendios, manifestaciones dantescas, huelgas por los pésimos servicios públicos, escándalos financieros, indemnizaciones, comida podrida, despidos, cárceles en llamas, ausencia de justicia, corrupción, etc., etc. Pero a los venezolanos les gusta eso y saben y conocen ya como seguir de pie y en la vida. Hay un aprendizaje histórico de cómo lidiar con dictadores y con dictaduras y como quitárselas de encima, a pesar del tiempo transcurrido. Todavía se trasmite boca oído. Y hasta escritos fabulados y jocosos circulan todavía.
La debilidad de las ideologías hoy, de la política y de los políticos, solo alimenta el narcisismo de algunos actores políticos. Surge el populista sin visión de nada y a sus electores y seguidores no les importa nada, solo sirve para dar rienda suelta a frustraciones y tensiones, para generar motines y destrucción, para dar paso, posiblemente, a los Hitler, Stalin, Castro, etc.
Las próximas elecciones presidenciales han suscitado grandes esperanzas en un sector muy importante de la población. Se reflejo en esa participación y votación de primarias.
Henrique Capriles Radosky tendrá que hacer algo más que llamar a la población a que se “suba en el autobús del progreso”, tendrá que saber “orientar” al pueblo para que cada cual haga realidad el cambio con el que sueñan muchos venezolanos, de asumir la Presidencia de la Republica.
Caracas, Venezuela, 20/03/2012.
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