¿Qué harán ahora los Republicanos?
Rick Santorum merece crédito por sus impresionantes victorias en las primarias de Mississippi y Alabama. Newt Gingrich pensó que iba a ganar en ambos estados. No fue así, pero él ha prometido seguir luchando como el candidato “realmente” conservador, en contraste con Mitt Romney que sólo “dice” que es conservador.
Romney todavía tiene una sustancial ventaja en número de delegados, pero está mal en una categoría vital: entusiasmo. Si el candidato Barack Obama les dio a sus partidarios el equivalente político de una subida de azúcar en el 2008, Mitt Romney es brócoli. Es su fe mormona; son sus tendencias liberales percibidas cuando fue gobernador de Massachusetts; es su incapacidad como hombre muy adinerado de conectarse con el votante promedio; es todo lo anterior y quizás más.
Rick Santorum es la Misa en latín en la era del rito católico contemporáneo. El es una máquina de escribir Underwood, no una computadora iMac. El es el Servicio Postal, no el correo electrónico. Santorum cree profundamente en Dios mientras que muchos otros no, o se enfocan más en sí mismos que en una fuerza superior. El es un hombre de familia en una era de divorcio, cohabitación y nacimientos fuera de matrimonio. En fin, él puede que sea demasiado bueno para nosotros; demasiado perfecto; demasiado religioso y demasiado regañón.
Los votantes quieren saber qué es lo que ha ido mal en el país, pero no quieren creer que ellos son responsables por haberlo llevado en esa dirección, o que cometieron un error hace cuatro años poniendo demasiada fe y confianza en el Presidente Obama. Ellos quieren más del lema de John F. Kennedy en 1960 “podemos hacerlo mejor” y menos de “pudieran estar peor eligiendo a otro”.
La última caída del Presidente Obama en las encuestas – de un 50 por ciento de aprobación a un 41 por ciento, según la última encuesta New York Times/ CBS News – presenta una deliciosa oportunidad para el eventual nominado del Partido Republicano. Pero si los candidatos continúan discutiendo y dividiendo el voto, el presidente pudiera mejorar, quizás aprobando un oleoducto Keystone ligeramente desviado, haciendo que los precios de la gasolina bajen, o produciendo un asombroso éxito de política exterior, aunque esto es menos probable debido a que mucho en el Medio Oriente está fuera de su control.
Nada es predecible esta temporada política y lo que parece ser cierto hoy puede cambiar y ser menos cierto, quizás totalmente incierto, mañana.
Las últimas victorias de Santorum no dicen nada sobre la elección general. Cualquier Republicano puede esperar ganar Alabama y Mississippi. Asimismo, la victoria de Romney en Hawaii no significa nada porque ese estado es mayormente Demócrata y se espera que vote por Obama en noviembre.
Newt Gingrich dice que seguirá luchando hasta la Convención Nacional Republicana en Tampa, pero ahora lo único que hace es perjudicar. El calendario no lo favorece y los votantes parecen haber decidido que aunque puede tener algunas grandes ideas entre las muchísimas que regularmente salen de su fértil mente, para él, parece no haber una vía abierta para la nominación. Gingrich no ha ganado una primaria desde Georgia, el estado que él representó en el Congreso, y probablemente no ganará otra.
Así que sólo quedan Romney-Santorun y con ningún otro debate programado – el último debate formal fue el 22 de febrero – los votante posiblemente sigan divididos, algo que le encanta a la campaña de Obama.
Por el momento – y siempre hay que especificar – Mitt Romney todavía parece ser el posible nominado Republicano. Pero la verdadera pregunta que deben hacerse los Republicanos es la siguiente: Si Romney está teniendo tanta dificultad en ganarle a Santorum – y en menor escala a Newt Gingrich – ¿Cómo va a poder tener las fuerzas necesarias para derrotar al Presidente Obama este otoño? La primaria en Illinois la semana próxima nos dirá mucho sobre la fuerza de Romney. Si él no gana allí, pudiera tener un serio problema.
La oposición Republicana al Presidente debería ser suficiente para superar su falta de entusiasmo por Romney, pero es una mala estrategia de campaña que pudiera muy bien fallarles. Al menos eso es lo que la campaña de Obama espera que suceda.
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