Argentina: Volviendo a las políticas monetarias de los 80
El gobierno parece decidido a modificar la Carta Orgánica del BCRA. En rigor, la independencia del BCRA y su función primordial de defender el valor del peso, fue abandonada desde que se salió de la convertibilidad.
Desde que se decidió dejar la convertibilidad, un tema para el debate como sistema monetario, el Central siempre estuvo más concentrado en evitar que el dólar no bajara de precio que en sostener el poder adquisitivo del peso.
En los primeros tiempos del abandono de la convertibilidad se creyó que la solución mágica a los problemas estructurales de la economía argentina se “solucionaban” con un dólar caro. Dicho en otras palabras, se intentó esconder la ineficiencia económica argentina detrás de un dólar caro.
Como en ese momento justo subía la soja, el dólar caro hacía más difícil importar (había que entregar más pesos para comprar un dólar) y la combinación de un dólar barato en Brasil, la soja subiendo y el dólar caro hicieron el milagro de tener un saldo de comercio exterior positivo. Como la oferta de divisas por exportaciones era superior a la demanda de divisas por importaciones, el tipo de cambio tendía a bajar.
Frente a este escenario, como el tesoro no tenía superávit fiscal para comprar los dólares necesarios para sostenerlo artificialmente alto con recursos genuinos, le delegó es función al Banco Central. ¿Qué hizo el Central? Emitía pesos y compraba dólares para sostenerlo alto. Claro que esa emisión, que llegaba a tasas cercanas al 30% anual, fue generando un proceso inflacionario que deterioró el tipo de cambio real, con lo cual comenzamos a tener inflación con caída del tipo de cambio real. La inconsistencia del modelo era que llevaba en su interior la semilla de su propia destrucción.
En enero del 2010 se produjo el enfrentamiento entre el entonces presidente del BCRA con la presidente por el uso de las reservas para pagar deuda del Estado. Renunció Redrado y asumió Marcó del Pont. A partir de ese momento la emisión de pesos fue cada vez mayor, superando el 42% anual, la inflación se aceleró y el tipo de cambio cayó hasta niveles cercanos a la convertibilidad. Se acababa el famoso modelo de tipo de cambio caro, pero, además, el Central entregaba cada vez más dólares al tesoro a cambio de letras intransferibles, deteriorando su patrimonio neto. Cada vez más pesos en circulación, cada vez más bonos de corto plazo que emitía el Central y cada vez menos reservas en el Central. El último dato disponible muestra que si hoy el Central quisiera rescatar todos los pesos en circulación más los bonos emitidos de corto plazo con las reservas que tiene en el activo, el tipo de cambio de rescate sería de $ 7,22 por dólar. Una muestra de que el Central no ha defendido el poder de compra del peso.
¿Cuál es el sentido de reformar ahora la Carta Orgánica del BCRA? Otorgarle mayores grados de libertad para emitir moneda, entregarle reservas al tesoro para enfrentar los vencimientos de la deuda y creer que la emisión monetaria crea crédito. Es decir, se pretende, por una nueva ley volver a las políticas monetarias de los 70 y de los 80 en que el impuesto inflacionario era una de las principales fuentes de financiamiento del tesoro, lo cual generaba serios problemas inflacionarios, corridas cambiarias y retiros de depósitos del sistema financiero. Los típicos estallidos financieros y cambiarios de esos años. Aclaro, no estoy diciendo que esto vaya a ocurrir mañana o en los próximos días, solo digo que el gobierno estaría pavimentando el camino para llegar más rápido a los conocidos estallidos.
Uno de los principales problemas que hoy tiene la economía argentina, en rigor lo viene arrastrando de décadas por aplicar la misma política monetaria que estaría por implementarse, es que no tiene moneda, en el sentido que el peso no sirve como reserva de valor. Si el peso sirviera como reserva de valor, la AFIP y Moreno no hubiese implementado las limitaciones a las compras de dólares. ¿Por qué? Porque la gente compra dólares porque sabe que si se queda en pesos cada vez podrá comprar menos bienes y servicios. Como además el dólar está barato en términos reales crece la tentación por refugiarse en la divisa norteamericana. Si a esto le agregamos las tendencias confiscatorias del gobierno, tenemos más incentivos para comprar dólares. Y si a esto le sumamos las crecientes restricciones para comprar dólares que impuso el gobierno, más tentación de comprar ahora antes que ya no se pueda.
Lo concreto es que al no tener una moneda que actúe como reserva de valor, es imposible tener ahorro en pesos de largo plazo para financiar el crecimiento económico y el consumo.
Con un Banco Central que ahora tendrá las mismas facultades que generaron los procesos inflacionarios y destrucción monetaria, el panorama no es del todo alentador.
Puesto en otros términos, hoy en día las monedas tienen como respaldo la calidad de las instituciones políticas, económicas y jurídicas de un país. Ya no es el oro el que actúa como respaldo de la moneda papel que circula.
La pregunta es: ¿qué calidad institucional, política y jurídica puede otorgarle este gobierno a los pesos que seguirá emitiendo el BCRA? Ninguna, porque su creciente avance sobre la propiedad privada, desborde fiscal, distorsión de precios relativos, medidas arbitrarias y confiscaciones de activos, no constituyen la mejor presentación de antecedentes como para decir: confíen en el peso que emitimos.
Frente al escenario de desconfianza en el peso, lo que le quedaba al gobierno era acumular reservas en el Central, por más que las que se presentan en el Balance del Central estén abultadas artificialmente, para mostrar cierto poder de fuego en caso de fuga de capitales.
Si a pesar de haber acumulado reservas hasta llegar a los U$S 50.000 millones no pudo evitar una fuga de capitales de U$S 80.000 millones desde el 2003 y encima tuvo que cerrar las importaciones, el giro de utilidades y dividendos al exterior y otras medidas cambiarias, parece bastante claro que esta reforma de la Carta Orgánica del BCRA terminará de abrir las compuertas para una inflación más aguda y desconfianza en el peso.
En definitiva, emitir papel moneda que sea aceptado como reserva de valor no lo hace el que quiere, sino el que puede, y poder emitir papel moneda respetable y creíble requiere tener credenciales de confiabilidad para demostrar que esa moneda es de buena calidad. Lo de siempre, previsibilidad en las reglas de juego y disciplinas monetarias y fiscales. Algo de lo que carecen los gobierno de tinte populista. Por eso, veo más el cambio de la Carta Orgánica del BCRA como una profundización del populismo y su efecto sobre la calidad de la moneda, que una medida que le vaya a traer beneficios al pueblo argentino.
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