El arte de lo imposible
El Deber, Santa Cruz
Normalmente se dice que la política es el arte de lo posible, o la continuación de la guerra por otros medios y bajo estos conceptos se justifican una serie de conductas que no siempre responden a las esperanzas de la sociedad ni a los principios y valores que se esperan practiquen quienes se dedican al servicio publico. Esto no quiere decir que en una sociedad democrática los pactos y los acuerdos no sean algo necesario y una base de la convivencia pacifica sino que los mismos deben ser realizados en función de los intereses generales y mayores de la sociedad en su conjunto y no de los intereses personales de quienes han asumido la representación ciudadana mediante el voto popular.
Esto es lo que debe fortalecer a una democracia y sostener la confianza de los ciudadanos en quienes eligen para que los representen, la creencia de que realmente se busca servir a los demás, atender las necesidades de quienes no han tenido oportunidades, proteger los derechos de quienes piensan igual y de quienes piensan diferentes. En el fondo, muchos de los problemas que hoy enfrentan las sociedades modernas y la crisis que sufren las democracias, los superaríamos si recuperásemos la ética del servicio público, la convicción de que la política es una forma de apostolado, un sacrificio personal en función de una realización mayor.
Realizo estas reflexiones gracias a un discurso de Vaclav Havel que leí recientemente en Nueva Crónica, en el cual afirma que debemos aprender y enseñar que la política no tiene que ser el arte de la posible, especialmente cuando se piensa en especulaciones, cálculos, intrigas, acuerdos secretos y maniobras pragmáticas, sino que puede ser igualmente, un arte de lo imposible, es decir, el arte de mejorar el mundo y de mejorarnos a nosotros mismos.
Havel, fallecido recientemente, fue un ejemplo de como practicar el propio discurso. Presidente de la Republica Checa tras la caída del comunismo, dedicó toda su vida la defensa de la libertad y de los derechos humanos. Intelectual, poeta y activista, fue una lección viva de firmeza, dignidad y consecuencia en la lucha pacifica por la democracia. Junto con el Papa Juan Pablo II, Margaret Thatcher, y Ronald Reagan, fue uno de eso grandes hombres que a finales del siglo XX vencieron a uno de los proyectos totalitarios más poderosos de la historia y liberaron a millones de personas de la opresión del régimen comunista.
Havel creía que el mayor enemigo es nuestra propia naturaleza, la indiferencia ante los asuntos públicos, el habernos acostumbrados a decir una cosa cuando pensamos otra, el haber aprendido a no creer en nada, a no prestar atención a los demás y a ocuparnos solamente de nuestra persona.
Desde que falleció, sentí la necesidad de rendirle homenaje y para hacerlo concluyo con su sueño sobre la Republica: Sueño con una Republica independiente, libre y democrática, con una Republica económicamente prospera y, al mismo tiempo, socialmente justa. En otras palabras, con una Republica humana que sirva al hombre y por ello pueda esperar que el hombre le sirva también a ella.
El autor fue presidente del Senado de Bolivia.
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 14 de septiembre, 2015
- 5 de noviembre, 2015
Artículo de blog relacionados
- 17 de octubre, 2015
Por Alberto Sotillo ABC Usted, que tanto despotrica contra EE.UU., cuando va al...
26 de junio, 2006- 5 de diciembre, 2008
Diario de América La enfermedad de Hugo Chávez se ampara detrás de rumores,...
28 de abril, 2012