Sanguinetti: las semillas abiertas de América Latina
Julio María Sanguinetti, ex presidente del Uruguay, quien en pocos días estará visitando El Salvador para hablar en ENADE, escribió recientemente un esclarecedor artículo sobre América Latina, invitando a "distinguir las cenizas del pasado de las semillas del porvenir".
No es sorpresa la categoría intelectual de Sanguinetti, historiador y periodista de extracción socialdemócrata, que desempeñó la presidencia de su país en dos oportunidades (no consecutivas…), y que desde hace muchos años nos tiene acostumbrados a los sudamericanos a disfrutar de su exquisita e incisiva pluma. Enriquecida, en su caso, con la visión que le ha dado el poder.
Las semillas de las que habla Sanguinetti son "el nuevo mundo de la globalidad y la tecnología".
A ellas se contraponen las cenizas de un pasado que, si bien cambió de formas, pues ahora es formalmente democrático, se resiste a darse por vencido. Son las cenizas de "la tentación populista". Y del reeleccionismo. Consecutivo y con pretensión de indefinido…, cabría agregar.
Son también las del clientelismo. Ese "que ya ni siquiera ofrece empleo como antes, sino que da dinero y amarra conciencias". Es cierto, el fenómeno es más marcado en Sudamérica que en Centro América, pero no porque izquierdas y derechas de los barrios centroamericanos no lo anhelen…, sino porque el viento a favor de las materias primas (y del dinero fácil) sopla débil por estos arrabales.
Los vientos generosos permiten manipular, además, las estadísticas de desocupación, pues las dádivas "transforman a un trabajador desocupado en un mendigo presupuestado", según las ácidas y precisas palabras de Sanguinetti. Clientelismo del más miserable.
Son las "utopías regresivas" de las que hablaba otro ex presidente, el brasileño Fernando Henrique Cardoso, con quien su sucesor Lula tuvo muchos más puntos en común de los que algunos creen. Especialmente en materia económica.
A las utopías se las disfraza, para favorecer su propagación, de un falso progresismo, dispuesto siempre a etiquetar de elitista a quien exija calidad institucional. Y de conservador a quien reclame excelencia en la gestión. Se trata, en verdad, de un progresismo de opereta. Regresivo.
Y es ejecutado por el "establishment" cultural de turno, intelectualoides de pacotilla que van para donde sopla el viento (de los billetes…). Mendigos presupuestados, como diría Sanguinetti. Eso si, en versión "high life". Los de Argentina, por ejemplo, se llaman Carta Abierta, y el año pasado quisieron prohibir a Vargas Llosa. Pobres imbéciles.
Eduardo Galeano, uruguayo como Sanguinetti, hablaba hace más de cuarenta años de "Las venas abiertas de América Latina" (1971). Alegórico, sin dudas, al baño de sangre que siguió en la región.
Su obra, mucho más citada que leída…, fue descripta por su propio autor en un anexo posterior, titulado "Siete años después", como un "manual de divulgación que habla de economía política en el estilo de una novela de amor o de piratas".
En dicho anexo Galeano criticaba, con razón, el lenguaje cerrado de la economía, indicando, quizás en una referencia inconsciente a su propio libro…, que "algo parecido suele ocurrir con cierta literatura militante dirigida a un público de convencidos… [con] su retórica revolucionaria, un lenguaje que mecánicamente repite, para los mismos oídos, las mismas frases hechas, los mismos adjetivos". A confesión de parte…
En efecto, expresiones vacías como "nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena", incluídas en la introducción, les achacan a hechos del pasado, mejor cuanto más lejano…, todos los males del presente. Inexorablemente.
¿Culpables? Desde Hernán Cortés hasta las fábricas de Manchester, pasando por la United Fruit Co. Típica pose de latinoamericano víctima de una confabulación planetaria. Que es atractiva. Pero falsa. E inútil.
No son las heridas del pasado, sino la falta de competitividad del presente, lo que mantiene atrasada a América Latina. En vez de abonar las semillas del mañana, izquierdas y derechas retrógradas se ensucian con las cenizas del ayer. Todo por defender el glamour (y el negocio) de un heroísmo, en buena medida, inventado.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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