Venezuela pone a prueba la democracia
ste año será absolutamente decisivo para el futuro de la democracia en Venezuela. El próximo 12 de febrero la oposición venezolana, encolumnada en el movimiento Unidad Democrática, tendrá sus elecciones primarias de las que surgirán los candidatos que, en todos los niveles, procurarán imponerse luego en las elecciones nacionales, previstas para el 7 de octubre. Si la oposición lograra derrotar al régimen de Hugo Chávez, su triunfo resonaría más allá de Venezuela y tendría fuerte impacto en toda la región.
Un extenso documento -consensuado y aprobado por toda la oposición el 12 de enero pasado- titulado "Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019)" detalla la propuesta de acción de gobierno que presenta la oposición unificada. El documento fue suscripto por cinco de los seis candidatos presidenciales. Diego Arria, que no lo suscribió, hizo pública su decisión de mantenerse unido a los demás.
El programa de gobierno, de 177 páginas, fue elaborado por 31 grupos de trabajo, con la participación de más de 400 especialistas. Es un documento a la vez claro y exhaustivo. Está dividido en cinco grandes capítulos, en los que se aborda sucesivamente la estrategia de recuperación de la institucionalidad democrática; la futura acción de gobierno; la estructuración de una sociedad productiva sobre la base de una alianza estrecha entre los sectores público y privado, y las propuestas específicas para mejorar la deteriorada calidad de vida de los venezolanos. Incluye, asimismo, los lineamientos de la política exterior.
El candidato que hoy parecería contar con más posibilidades de imponerse en las elecciones primarias es Henrique Capriles, un abogado nacido en 1972, hoy gobernador del Estado de Miranda (donde en 2008 venció a Diosdado Cabello, uno de los hombres fuertes del régimen de Chávez). Capriles tiene una amplia experiencia política y de gobierno, desde que ha sido vicepresidente del extinto Congreso de la República, presidente de la Cámara de Diputados y, por dos veces, alcalde de Baruta. Fundador del partido Primero Justicia, es católico, de madre judía. Como Leopoldo López ha declinado su candidatura a favor de la de Capriles, aparentemente sólo Pablo Pérez podría ser un oponente de algún cuidado.
Dentro del programa de gobierno de la oposición, me referiré solamente al capítulo particular de la política exterior. Los 12 años de gobierno de Hugo Chávez han generado para Venezuela un balance muy negativo, caracterizado por un creciente intervencionismo en los asuntos internos de otros Estados; una estrategia externa sumamente confrontativa; alianzas geopolíticas ajenas a la tradición pacífica y democrática del país (seguramente en referencia a las que Chávez ha enhebrado con Irán, Bielorrusia y la Federación Rusa), y una actitud de corte belicista justificada en supuestas agresiones externas. El petróleo, sostiene, ha sido mal utilizado, esencialmente como arma de chantaje político internacional. Para la oposición, todo ello, más el manejo irrespetuoso de la legalidad internacional, ha contribuido al desprestigio exterior de Venezuela. En rigor, sólo el petróleo ha impedido su aislamiento internacional.
Entre sus diferentes propuestas concretas en materia de acción exterior, cabe mencionar la de crear -dentro de la OEA- una Comisión Interamericana de Protección a la Democracia para evitar que otros sufran un proceso similar al que ha sufrido la democracia venezolana. La estrategia propuesta supone, asimismo, adoptar una política moderada en el seno de la OPEP; el reexamen de las relaciones con Cuba; una actitud firme contra el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado, y una política activa de desarme, en lo que sería una ponderable contramarcha con el armamentismo adoptado desde que Chávez asumió la presidencia de Venezuela.
En el corto plazo se invitará a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a visitar Venezuela. Además, se reanudarán las relaciones diplomáticas con Israel y se impulsará la profesionalización en el manejo de las relaciones externas del país. En el largo plazo, se procurará reorientar los objetivos de Unasur hacia la defensa de la democracia y de los derechos humanos.
Si el pueblo venezolano consigue desplazar del poder a Hugo Chávez podrá recuperar una democracia hoy seriamente deformada como consecuencia de concentrar excesivamente el poder en manos del Ejecutivo. Podrá también poner fin a una inédita ola de populismo desenfrenado, basado en las dádivas, la perversión de todos los principios, la demonización del adversario y la siembra constante de resentimientos con los que se lastima ex profeso al plexo social. Y hasta terminar con una ola de corrupción generalizada.
Para quienes estamos preocupados por el deterioro de la democracia en la región, la interesante gesta que ha puesto en marcha la oposición venezolana apunta a la que -en el plano de la política y las ideologías- puede transformarse en la madre de todas las batallas en América latina.
© La Nacion
El autor fue embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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