La frontera Brasil – Bolivia
El Deber, Santa Cruz
El operativo Agata 3, por medio del cual las Fuerzas Armadas del Brasil barrieron sus fronteras con Bolivia, parte del Perú y de Paraguay, con el objetivo demostrar la presencia del Estado en sus fronteras debe ser motivo de un profundo debate y de reflexión para los bolivianos. La inmensa frontera que tenemos con nuestro gigante vecino, en lugar de convertirse en un espacio de integración, progreso y prosperidad, se esta convirtiendo en un corredor del delito, del cual Brasil busca protegerse.
El operativo de seguridad responde a la preocupación que existe en el vecino país por los problemas de delincuencia, trafico de drogas, trata de personas y robo de vehículos que esta proliferando en esta extensa área. Coincidentemente, el ultimo fin de semana, uno de los programas dominicales más vistos de la televisión brasilera, presentó un documental sobre la impunidad con la cual los vehículos robados en Brasil son internados a Bolivia y la indignación que existe en dicha nación por la amnistía aprobada en nuestro país por el gobierno del Movimiento al Socialismo, para la legalización de los automotores internados de contrabando en los últimos años.
Sin embargo, esto no debiera ser así. Brasil y Bolivia comparten una frontera de 3.423 kilómetros, una distancia mayor a la frontera entre los Estados Unidos y México. Cuatro estados brasileros, Mato Grosso do Sul, Mato Grosso, Rondonia y Acre, comparten frontera con tres departamentos bolivianos, Beni, Santa Cruz y Pando. Los estados brasileros se encuentran entre las zonas productoras de alimentos más importantes del mundo, con decenas de millones de toneladas de granos y de carne en producción.
Brasil, con doscientos millones de habitantes y uno de las economías más importantes a escala global, es uno de los principales países emergentes del siglo XXI, estimándose que para el 2050, estará entre las cinco economías más grandes del planeta. Bolivia, con diez millones de habitantes y un PIB de tan solo 20.000 millones de dolares, es inmensamente más pequeña que Brasil en términos económicos y poblacionales, aunque su territorio tiene extensiones similares a las de Colombia, Perú y Venezuela, además de una rica diversidad geográfica y una estratégica ubicación en el centro sudamericano.
Porqué en lugar de construir un muro de seguridad entre nosotros no pasamos a generar un espacio de desarrollo y oportunidades para ambas naciones. Ambos tenemos la culpa y la responsabilidad. Bolivia, por nuestro propio aislamiento, fruto del trauma histórico que sufrimos por las perdidas territoriales que hemos experimentado con todos nuestros vecinos y por la falta de un Estado con visión de desarrollo que controle efectivamente su territorio. Brasil, por mirarnos como una fuente de aprovisionamiento energético y no como un verdadero socio en el conjunto de los sectores económicos, además de su propia incapacidad para controlar al crimen organizado. Ambos debemos dejar de vivir de espaldas e integrarnos con respeto, solidaridad y desarrollo mutuo.
El autor fue presidente del Senado de Bolivia.
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