Uruguay: El mundo del revés
El País, Montevideo
La Federación de Profesores de Secundaria (Fenapes) decidió declarase en conflicto para intentar frenar el Proyecto de Fortalecimiento de las Instituciones para la Mejora Educativa (Profime), que se promueve desde el Codicen. La iniciativa surge de una propuesta del consejero Daniel Corbo y apunta a otorgar mayor autonomía a los centros educativos, a la vez que instala una nueva lógica de financiamiento. La idea es que cada centro sea capaz de formular una propuesta educativa específica y firme un contrato con las autoridades, cuyo cumplimiento sea condición para la liberación de recursos.
La asamblea de Fenapes acaba de denunciar esta iniciativa como un intento de "chilenizar" la educación uruguaya, empujándola hacia "concepciones neoliberales" orientadas a generar "una educación rica para ricos y una pobre para pobres".
El documento reúne todos los vicios típicos del discurso sindical sobre la enseñanza, incluyendo el empleo de recursos retóricos de brocha gorda (¡otra vez la culpa es el neoliberalismo!) y el uso exacerbado del término "autonomía" para reivindicar un poder corporativo que escape a todo control ciudadano. La declaración confirma asimismo que los sindicatos de la enseñanza son la fuerza más conservadora de este país, y que su tarea sigue siendo la misma de las últimas décadas: oponerse a todo intento de cambio, pese a los costos sociales cada vez más alarmantes que estamos generando.
Pero lo más interesante es que la declaración muestra con especial claridad una inversión digna de Orwell: los sindicatos denuncian como calamidades a evitar aquellos resultados que ellos mismos están promoviendo. "Una educación rica para ricos y una pobre para pobres" es exactamente lo que tenemos hoy. El gran problema de nuestra enseñanza es que expulsa a los pobres y enseña poco a los que consiguen seguir estudiando. En cambio, los sectores favorecidos (ya sea porque van a institutos privados o a institutos públicos con población seleccionada, equipos docentes estables y fuertes aportes de los padres) consiguen una educación de razonable calidad. Las pruebas Pisa revelan que la enseñanza más inicua del continente no es la chilena, sino la uruguaya.
Los sindicatos de la enseñanza son responsables directos de esta situación. Su rechazo a ser evaluados y su constante negativa a aceptar transformaciones los coloca entre los principales fabricantes del drama que estamos viviendo. Pero en sus declaraciones presumen que la verdad es lo contrario y que la amenaza proviene de quienes intentan desmontar los vicios que ellos promueven. El divorcio entre lo que dicen y lo que hacen no puede ser más completo.
Vivimos en el mundo del revés. Pero no se trata de una confusión sino de una estrategia deliberada. Para entenderlo es bueno releer a Orwell. En el agobiante mundo que él describió, el órgano encargado de engañar a los ciudadanos se llamaba Ministerio de la Verdad y el encargado de hacer la guerra se llamaba Ministerio de la Paz. La manipulación del lenguaje con fines políticos parece haberse instalado también entre nosotros.
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