Correa y el Control del Universo
Vieja aspiración de muchos. Sueños faraónicos. Supremacía de uno sobre otros. Megalomanía. Necesidad de imponer sus criterios. Inmortalidad ante la historia. Delirios de grandeza. En fin, hay muchas formas de explicar ese fenómeno de quien aspira a que nadie ni nada se le anteponga entre su YO y sus deseos. Suelen tener explicación para todo. Tuercen las respuestas. Se salen siempre con la suya. Atropellan y no distinguen entre el bien y el mal, pues todo está interpretado según el color del cristal de su único binóculo que se llama ego.
Este es el trasfondo psíquico de todo este enredo jurídico político que se ha causado con la tácita expropiación del diario El Universo. Matemáticamente es una expropiación lo que se ha producido, si acaso se deben vender más del 50% de las acciones del diario para cubrir ese valor de 40 millones de dólares que deberán egresar los socios para cumplir con la expeditiva sentencia.
Considero, además, que el negocio en marcha en las actuales condiciones políticas del Ecuador no sustenta ni amerita un pago de ese volumen de dinero. Económicamente es más práctico dimitir bienes, es decir las acciones mismas, en el porcentaje necesario. No habrá otro comprador dispuesto a sufrir riesgos invirtiendo en el negocio de la noticia escrita a sabiendas que este gobierno aspira a prevalecer al menos hasta el 2.017. Esa es la seguridad que denotan y la forma como se comportan.
Sin duda que el diario cometió una equivocación muy grande. No supieron sus dueños evaluar la capacidad de atropello de un Rafael Correa dispuesto a saltar sobre todo. En vez de abogados debieron consultar con sicólogos. Los abogados manejaron el caso como un asunto jurídico donde la doctrina del derecho pone límites y determina cierta proporcionalidad y lógica en el desenvolvimiento de los litigios. Una indemnización no enriquece, sino que resarce. Es con este argumento que el SRI determinó que no causaba impuesto a la renta la anterior indemnización cobrada por el mismo Rafael Correa al Banco del Pichincha. Estaba el diario frente a un caso político y ante un ser humano largamente fuera del estándar emocional promedio. Le había resultado tan fácil controlar diario El Telégrafo, ante el silencio del resto de la prensa, y tomar el control informativo de dos canales de Televisión como lo son Gamavisión y TC, que el siguiente caramelo resultó la falta de prudencia de Emilio Palacios, acostumbrado que estaba este personaje a usar su propio lenguaje para denigrar a sus “patitos feos” y a León Febres Cordero aún después de muerto. Los medios públicos sometidos al Gobierno le dieron a beber su propia receta y desenterraron a Carlos Pérez Perasso para llenarlo de escarnios. Los actuales dueños de El Universo, por incomodidad o inconsciencia, entregaron a un troskista la dirección editorial del diario. No se dieron el trabajo de vigilarlo e incluso permitieron que el Director de Opinión excomulgara a algunos editorialistas a su libre voluntad y antojo. No debería existir siquiera tal cargo si luego se alega que cada columnista escribe bajo su propia responsabilidad. Es fácil, raspando tan solo un poquito, encontrar tantas inconsistencias de lado y lado. Yo Palacio, censuro, pero a mí nadie me censura. Hasta el apellido coincide.
La meta del Gobierno es controlar a El Universo. Esa es la razón de la cuantía de la demanda. Rafael Correa no ha dejado de ganar un centavo por lo expresado por Emilio Palacio en su columna “No a la mentira”. Al contrario, ha ganado poder y duración en su cargo en un ambiente donde ya no existe libertad de expresión que lo controle o censure. El periodista Palacio, acostumbrado a llegar hasta el filo de la navaja, se excedió en las palabras, y cumplió con su vocación troskista de vivir en revolución permanente prevalecido del cargo que le otorgó demasiados poderes. En estas circunstancias no midió al emperador enfurecido llevando a esta inimaginable situación de poner en peligro la existencia de un diario tan antiguo e importante como lo es El Universo. Pensaba que insultando de vez en cuando a Febres Cordero, aplacaría las iras de Rafael Correa. Lo mismo que hace Alfredo Pinoargote, y ya le llegará el turno.
Ya es tarde para dar y recibir consejos. Los hermanos Pérez han sido obligados a salir a la palestra y bien lo han hecho, al punto de que Carlos Jijón en una exagerada exaltación los lleva al nivel de héroes míticos de la antigüedad griega y los encumbra al nivel de la Ilíada, sin ser, tampoco él, del nivel de Homero ¡Sin duda que las pasiones se desbordan! Los abogados cobrarán sus planillas y tributarán por ello. Rafael Correa cobrará sus 40 millones limpios de polvo, paja e impuestos. A lo mejor la familia Pérez tenga la liquidez para saltar el obstáculo financiero, pero se abre la posibilidad de que las acciones de la empresa cambien de manos en estos tiempos de caos donde suelen surgir nuevos ricos de la noche a la mañana.
El objetivo del Presidente se ha cumplido: Destruir opositores, intimidar y satisfacer una megalomanía sin tope. Su propósito de tomar el control del Universo está a punto de cuajarse Hagamos votos para que este diario subsista en poder de sus actuales propietarios que han sido, inesperadamente, bautizados en estas verdaderas lides que forjan periodismo. ¡Ánimo y aliento
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