La ciencia económica no es el diablo en esta crisis

La Nación

Que los periodistas aprovechen la crisis económica mundial para descalificar a la teoría económica y a los economistas es parte del deporte habitual; pero que en ámbitos universitarios se tome a la ligera la cuestión del valor que tiene lo que se enseña en las aulas es preocupante por el mensaje que reciben los alumnos, y por las contraproducentes reformas que puede provocar un diagnóstico equivocado.

Al respecto entrevisté al argentino Alfredo Juan Canavese (1945-2009), sobresaliente profesor en las universidades de Buenos Aires, San Andrés y Torcuato Di Tella. No sorprendentemente en esta última llevan su nombre los premios que otorga al mérito docente. Circunspecto y amable, pero también corajudo, Alfredo sorprendía a colegas y alumnos conduciendo un Alfa Romeo SZ Zagato descapotable modelo 1983.

-¿Cuál es tu reacción a la descalificación masiva de "la ciencia económica", a la luz de la crisis económica mundial?

-¿Cambian los planes de estudios de las escuelas de medicina cuando aparece una epidemia? ¿Cambian los de las escuelas de ingeniería después de un tsunami?

-¿Estás diciendo que no hay que revisar nada?

-No, estoy ayudando a entender para mejorar lo que hoy existe. Algunas porciones de la teoría económica siguen tan vigentes como antes de comenzada la crisis (¿qué habría que modificar en la economía del medio ambiente, en la del transporte, etcétera?). En otras porciones, seguramente se van a introducir cambios (macroeconomía, economía financiera, etcétera). "Sodoma y Gomorra", es decir, patear el tablero y comenzar otra vez de cero luce muy atractivo, pero no sirve.

-Explicate.

-La carrera de licenciado en Economía se compone de tres partes: en la primera, introductoria, el alumno se familiariza con los principios básicos, al tiempo que aprende en qué consiste estudiar en una universidad; en la segunda, bien técnica, aprende el herramental y los cuerpos básicos de la teoría (macro y micro; moneda, comercio y finanzas; crecimiento, etcétera), y en la final aplica todo lo que aprendió en seminarios de especialización. La experiencia universitaria surge de integrar los cursos (fundamentales, insustituibles), los debates, las conferencias de los profesores visitantes, las vivencias con los compañeros, etcétera.

-¿Cómo se incorpora la realidad en esta forma de encarar los estudios?

-A través de los debates, del material que aportan los profesores de los cursos, de las monografías inspiradas en las novedades, etcétera. La universidad es un ámbito que siempre pone todo en tela de juicio, pero aplicando ciertos procedimientos. La verdadera universidad gira alrededor de un valor supremo: el de la verdad. Por eso los desafíos siempre comienzan con los hechos. Pensar implica aplicar sistemáticamente la siguiente secuencia: los hechos, la calificación del problema, la explicación causal (lo más difícil) y qué se puede hacer al respecto.

-¿No implica esto marchitar la creatividad y las energías de los estudiantes?

-No, en manos de un profesor que entiende cuál es su rol. Que consiste en ayudar a los estudiantes que tienen inquietudes a transformar expresiones de deseos y formulaciones grandilocuentes en cuestiones dignas de analizar, a la luz de la introspección, la historia, la comparación internacional, etcétera. "Vender buzones" delante de un alumnado entusiasmado para conseguir un aplauso efímero es una tentación que los verdaderos profesores siempre resisten.

-¿Qué consejos les das a los profesores?

-Que hablen de lo que creen y de lo que saben. Si los alumnos captan que el profesor no cree lo que está diciendo o no sabe de qué está hablando, seguirán asistiendo a las clases obligatorias y rendirán el examen, pero aprenderán muy poco.

-Pero hay profesores y profesores.

-La viveza de cada estudiante pasa por sacarle el jugo a cada profesor, "corriendo a cada loco para el lado que dispara". Lo cual implica aprender rigor formal con algunos; intuición, con otros; sabiduría, con otros, etcétera. Y después ponerse a pensar.

-Alfredo, muchas gracias.