Argentina: Cuando el pueblo teme al gobierno hay tiranía
En su embestida contra La Nación y Clarín, el ministro
Randazzo afirmó, entre otras cosas, que estaba “indignado” frente a la
"mentira, la omisión y la tergiversación de la información", en
referencia a si había habido irregularidades en las elecciones del pasado 14 de
agosto. En rigor Randazzo no debería sentirse tan “indignado” por lo que él
llama mentira, omisión y tergiversación de la información, porque si este
gobierno controla el INDEC que nos dice que la inflación es del 10% anual, ya
de movida está dando argumentos para dudar de cualquier cifra que proporcione
el gobierno kirchnerista. Dicho de otra manera: si truchan la inflación, al
punto que el INDEC no publica los precios que utiliza para determinar el IPC,
¿por qué no pueden llegar a truchar los números de una elección? Como dice el
refrán: hazte la fama y échate a dormir.
¿Por qué no dudar de un gobierno que nos dice que en
julio pasado, con 5 pesos por día una persona podía desayunar, almorzar,
merendar y cenar sin desnutrirse?
El kirchnerismo ha hecho grandes esfuerzos para no ser
creíble en su palabra y, por lo tanto, se ha ganado el derecho a dudar de la
transparencia de un acto electoral controlado, justamente, por el mismo
kirchnerismo.
Muy posiblemente Cristina Fernández haya obtenido una
buena cantidad de votos el 14 de agosto pasado, pero el tema es si los datos
que surgieron de las urnas son confiables o tienen una calidad INDEC.
Pero más allá de los datos, Randazzo habló de ataque a
la democracia por dudar de los números oficiales del escrutinio. Es más,
Randazzo afirmó que “nosotros estamos convencidos que estos medios han
condicionado a los gobiernos democráticos de los últimos 30 años, que tuvieron
legitimidad en el origen, pero no en el ejercicio y así terminaron". Justamente,
el tema que debería estar sobre la mesa es la legitimidad en el ejercicio del
poder, porque el simple acto de votar no implica que el que es elegido pueda
utilizar el monopolio de la fuerza a su antojo. El monopolio de la fuerza le es
otorgado a un determinado gobierno para que haga respetar el derecho a la vida,
a la propiedad y a la libertad de las personas. Cuando ese monopolio de la
fuerza se usa contra la población para expoliarla impositivamente, perseguirla
con el ente recaudador o ignorar los fallos de la justicia, haciendo que ésta
quede en una simple declamación, ese gobierno pierde legitimidad de ejercicio
porque viola los derechos individuales y avasalla las instituciones. Se puede
atentar contra la democracia y la república tanto desde fuera del gobierno como
desde el mismo gobierno. ¿Acaso Hitler no usó la democracia para llegar al
poder y luego destruyó todos los derechos humanos y sumergió al mundo una
guerra que costó millones de vidas? Tener votos no otorga la razón y mucho
menos legitimidad para hacer lo que le venga en gana al gobernante con una
mayoría circunstancial. Cuando un gobernante, usando el monopolio de la fuerza
intimida a quienes piensan diferente, se transforma en déspota. Por eso siempre
hay que tener presente aquella frase que dice: “cuando el pueblo teme al
gobierno hay tiranía. Cuando el gobierno teme al pueblo hay libertad”.
Basta ver como con el resultado del 14 de agosto
dirigentes empresarios y sindicales se acercan nuevamente al gobierno, para
advertir que aquí hay un problema. ¿Por qué? Porque si tienen miedo de no
quedar bien con el gobierno de turno y sufrir alguna represalia, quiere decir
que no hay libertad. Significa que el gobierno puede abusar del monopolio de la
fuerza para quebrar a una empresa o cualquier otra cosa. En una democracia
republicana el gobernante no tiene ese poder y, por lo tanto, el empresario, el
dirigente sindical o el periodista ven al gobernante como alguien que
transitoriamente ocupará un cargo para administrar la cosa pública. Ahora, si
el dirigente empresarial, sindical o el periodista adulan al gobernante de
turno es porque no estamos en una democracia republicana, sino que el gobierno
de turno abusa del monopolio de la fuerza para someter a los ciudadanos.
Por supuesto que puede estar la otra parte que
consiste en que el empresario adula al gobernante de turno para que este le
otorgue algún privilegio para conseguir una renta que no podría obtener
compitiendo, que es lo mismo que decir: ganándose el favor del consumidor. En
este caso estaríamos en presencia de un falso empresario y de un gobernante
corrupto que usa el monopolio de la fuerza para definir arbitrariamente
ganadores y perdedores.
Cuando uno ve que los empresarios se acercan adulando
al gobernante de turno, que los sindicalistas hacen lo mismo, que intendentes y
gobernadores se arrodillan y humillan ante el poder central y que mucha gente
vive temerosa de perder su subsidio, me pregunto si la gente le teme al
gobierno o el gobierno le teme a la gente.
Dependiendo de la respuesta, uno puede saber si
vivimos en libertad.
- 28 de diciembre, 2009
- 8 de junio, 2012
- 21 de noviembre, 2024
- 21 de noviembre, 2024