Argentina: Sobra de todo pero nada parece alcanzar…
"Tengo un proyecto y hay que continuarlo; no se me pasa por la cabeza irme. Esto no fue un fracaso”. No hay otra frase que sintetice mejor la forma de asumir la realidad en casi todos los ámbitos de la vida nacional. Si bien, la cita pertenece a Sergio Batista, director técnico del Seleccionado, pudo haber sido esgrimida, o podrá serlo, en lo sucesivo, por cualquiera de los exégetas del kirchnerismo.
No es novedosa la manera de negar las cosas. Han sido coherentes con su metodología desde el primer día, pretender cambios después de ocho años es insensato. Creer que la Presidente, y la larga lista de involucrados en las últimas ignominias para no extendernos demasiado, reconocerán derrotas o problemas que ellos mismos causaron, es no conocer la esencia intrínseca de una dirigencia que ha llegado hasta a comprar sus propias falsedades.
La persecución política que sufrieron los hermanos Noble fue de tal magnitud que no hay pedido de disculpas que sirva. Tampoco serían sinceras, convengamos. ¿Quién creería en un "perdón" de Cristina? Es tarde. Los “gestos” no aportan un ápice cuando las conductas se han sobre actuado, transgrediendo hasta los límites más humanos. Desde luego tampoco es bueno observar, de pronto, como otros se suben al carro. Hacer proselitismo con un tema tan delicado es de una bajeza desmesurada. El equilibrio pende de un hilo.
Lo cierto es que fracasó otra de las operaciones políticas oficialista. Eso no invalida, claro, que sigan prosperando nuevas en los próximos días. No es este, un gobierno que se quede de brazos cruzados. No ejecutará políticas de Estado, pero es rápido para crear escenarios mediáticos que distraigan al ciudadano, ya sea con causas perdidas o con escándalos.
Volviendo al caso Noble Herrera, ya no hay resarcimiento capaz de reparar el daño. Muy posiblemente se insistirá en continuar con artilugios secundarios que dilaten hasta después de los comicios, el final de lo que puede considerarse una de las vejaciones más palpable, llevada a cabo bajo un supuesto régimen democrático.
En este aspecto quizás sea más saludable el silencio. Si la Presidente, o alguno de su séquito, intentan acicalar con palabras los hechos, se corre el riesgo de ver al escorpión aflorando detrás de cualquier adjetivo, sustantivo o adverbio.
Ahora bien, ¿de qué manera pueden explicarse situaciones maniqueas como ésta, y otras tantas que continúan sin definiciones concretas, en un marco electoral caracterizado por irregularidades y absurdos en cantidad?
Sobra de todo, y sin embargo, nada alcanza para garantizar un final. El Ejecutivo está presionado, pero es su propio yugo el que le está apretando. No hay certeza plena del cuándo podrá aflojarlo. A veces la oposición, incluso, parece estar dispuesta a darle una mano.
Elegir significa optar pero, de entrada, estamos enfrentados a elecciones sin opciones. Hay teorías que sostienen que las internas obligatorias obrarán como la gran encuesta para vislumbrar aquello que ha de acontecer con posterioridad.
En rigor, y considerando que estamos en Argentina, esto puede ser un argumento racional pero no aporta un ápice, ni es concluyente de lo que vendrá. Puede hablarse de cierta tendencia o clima predominante, no mucho más.
Un sintético racconto por los acontecimientos últimos, nos encuentra en un escenario político donde los protagonistas son el atropello y la impunidad. No escasea indignación y asombro, pero a esta altura no suman, y pese a la contundente victoria opositora en capital, garantizar que, finalmente, se va a reaccionar, suena más al deseo de experimentar madurez como sociedad que a razonamiento capaz de sustentarse en la jurisprudencia de nuestra historia nacional.
¿Cuántas veces se han celebrado triunfos que desilusionaron antes que cante el gallo, y terminaron siendo estrepitosos fracasos?
El clima de algarabía es verídico, halla su correlato en el resultado de la pasada elección, y en las inminentes derrotas que se prevé han de golpear al gobierno en provincias claves. No puede, sin embargo, dejar de recordarse que idéntico júbilo se percibió cuando en Misiones, Carlos Rovira perdió su reelección, o cuando Julio Cobos daba su voto no positivo en el recinto, o mismo cuando el ex mandatario, en el 2009, debió reconocer que habían perdido ("por poquito, y no en El Calafate", claro)
Ni hablar de lo acontecido en Chubut donde se estuvo un mes sin saber quién sería el gobernador, y una vez definido que el triunfo había sido opositor, la "borocotización" no se demoró.
Y no se trata de matar esperanzas, ni ser “agoreros del mal” como catapulta el oficialismo a quién no acompaña su manera de pensar. Se trata, simplemente, de observar que:
– pese a que la libertad de prensa está coartada desde el momento en que se prohíbe vender un matutino porteño en un determinado comercio,
– pese a que hay consultores amenazados por no falsear datos,
– pese a que ya no hay modo de santificar a las Madres de Plaza de Mayo porque el oficialismo las ha utilizado, convirtiendo en negocio a los derechos humanos,
– pese a que Ricardo Jaime y Sergio Schoklender siguen caminando libremente,
– pese a que Cristina Kirchner da a conocer su futuro abuelazgo pero no su declaración patrimonial, que debería interesar un poco más,
– pese a que el gobernador neuquino afirma que su provincia puede proveer gas, pero se pacta una contratación millonaria para traerlo de Qatar,
– pese a que se tilda de “operación mediática” a la falta de combustible y la crisis energética mientras hacen mella en industrias con cortes programados,
– pese a que la captura cotidiana de mulas y droga en todos lados, es negada por el jefe de Gabinete sistemáticamente,
– pese a que no hay vergüenza de crear medios gráficos donde instalar la mentira oficial, titulando por ejemplo: “Filmus gana la primera vuelta en Capital”,
– pese a que la repartija de fondos a Hugo Moyano no cesa, se “cajonea” el exhorto judicial, un sindicalista cercano es descubierto sacando 45 mil dólares sin declarar, y se anulan arbitrariamente las elecciones de la CTA,
– pese a que la inauguración de Tecnópolis fue concebida como un oportuno acto proselitista por la simultaneidad con la exposición Rural,
– pese a que los famosos aduladores que vociferan las bondades del modelo a profundizar solo lo hacen para aumentar su caché “profesional”,
– pese a que los resultados del “fútbol para todos”, y sus explícitos acuerdos monetarios son llevados a cabo en la mismísima residencia presidencial,
– pese a que la descalificación abrumadora del electorado porteño, halla también eco en las voces del elenco oficial,
Y pese a tantos otros “pese” más…, que aún exista la posibilidad de que este gobierno pueda continuar, anula cualquier análisis que se precie de haber sido realizado con seriedad. No hay estructura lógica y racional en la cual apoyarse para explicar lo inexplicable que vivimos con insólita naturalidad. La duda acerca de qué ha de pasar una vez concluido el escrutinio final permanece inalterable.
Es verdad que hay países europeos con crisis importantes, y acá todavía el “rebusque” les permite acicalarse, y dar pelea para seguir adelante. Pero también es real que, en esos países, quienes hoy detentan el poder ni sueñan siquiera con perpetuarse en él.
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