Chávez, ¿estrategia o enfermedad?
El Universal, Caracas
Era predecible el regreso del Presidente una vez abierta la caja de pandora sobre su enfermedad, en un primer discurso en el que se notó débil física y emocionalmente (una situación que ha cambiado en sus últimas apariciones). El secretismo previo al anuncio da indicios de que el Gobierno quería evitar los costos políticos vinculados a la humanización de su líder, ahora debilitado de salud. Pero no hay que ser muy perspicaz para entender que el anuncio se produce cuando el costo de mantener el silencio (rumores e inicio de percepción de vacío) empezaba a ser mayor que el de reconocer que estaba enfermo (afectación a la imagen de invulnerabilidad y proyección de futuro).
Su anuncio también representaba el riesgo de generar fuertes incertidumbres en la base del chavismo, así como en su elite dirigente. En las masas chavistas, saber que su máximo líder está enfermo y verlo debilitado podía generar angustia y desmotivación. En los niveles elevados del chavismo, sabiendo que no existen reglas para una sucesión, se elevaba la probabilidad de lucha interna por el poder entre los radicales y los pragmáticos, una división simplista para un movimiento donde podrían haber tantas revoluciones como revolucionarios y a quienes solo une el caudillo.
Una vez desatada esas pasiones con su anuncio, el Presidente necesitaba conjurar los demonios de inmediato y mantener la unidad de su revolución y esto solo puede hacerlo estando cerca de las riendas del poder y de los grupos en pugna. Con él en Caracas es más difícil que exploten las pasiones… por ahora.
La decisión estaba clara. Tenía que venir y manejarse estratégicamente. Esto nunca significó lo que interpretaron algunos actores políticos y analistas en Venezuela cuando Chávez reapareció en Caracas: "nunca estuvo enfermo. Era una estratagema política" dijeron muchos. La realidad es que Chávez está enfermo (no tendría sentido político fingirlo tanto tiempo), pero también aplica una estrategia para minimizar costos y tomar ventaja. Pero, ¿alguien duda que un candidato que se enferma necesite decisiones estratégicas para mantener la pasión y esperanza de sus seguidores?
No necesita presentarse fuerte y recuperado. Solo necesita aparecer para mostrar que es capaz de enfrentar las adversidades y esa aparición podría resultar mágica y motivante para los chavistas, aunque no resuelva la incertidumbre generada en los independientes, quienes serán vitales en esta historia, pero de los que tendrá que encargarse cuando realmente este recuperado, porque ellos necesitan más que discursos encendidos.
Pero más allá de los temas emocionales o perceptuales generados por la ida y el regreso de Chávez, la incertidumbre de fondo, que definirá los escenarios políticos electorales del país, queda viva: ¿cuán grave es la enfermedad del Presidente? ¿Podrá enfrentar la campaña del 2012 con la energía suficiente que requiere un candidato?
No es cierto que los discursos presidenciales acabaron con el secretismo oficial. Sobre lo relevante de su enfermedad seguimos sin saber nada y al no tener detalles de la intensidad de la misma y su posibilidad real de recuperación para la campaña, solo podemos plantear múltiples escenarios que se irán develando en el tiempo.
La jugada perceptual de mostrarse puede ser positiva para él a corto plazo, pero lo relevante al final del día será si puede recuperarse plenamente o no. Eso no lo sabemos por ahora. Chávez puede intentar vender la idea de que sigue venciendo adversidades, pero para la mayoría del país eso solo será importante… cuando las vuelva a vencer.
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