Promesas rotas
Qué tienen en común Barack Obama, Hugo Chávez, Felipe Calderón y Luis Fortuño? Muy fácil. Los cuatro hicieron promesas muy concretas para llegar al poder y los cuatro no las cumplieron.
Empecemos con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Cuando él era candidato en el 2008, asistió a la conferencia de NALEO (que agrupa a los principales funcionarios hispanos del país) y les prometió que, si ganaba, regresaría a su reunión anual como presidente. Bueno, ya como presidente lo han invitado tres veces y tres veces no ha ido, incluyendo la reciente conferencia celebrada en San Antonio.
“Es una falta de respeto a nuestra comunidad”, me dijo Juan Carlos Zapata, presidente del Fondo Educativo de NALEO. Zapata insiste que las promesas se deben cumplir y que Obama “no ha sido honesto” con los latinos.
La Casa Blanca, a través de un comunicado, dijo que el presidente no puede asistir a todas las conferencias que quisiera y que un solo evento no define la relación de Obama con los hispanos. Cierto. Pero si prometió ir a la conferencia anual de NALEO como presidente, tiene que cumplir y, hasta el momento, no ha cumplido. Promesa rota.
Hay otra. La promesa que Obama no cumplió con los votantes hispanos y que todos los grupos de inmigrantes le echan en cara es la de tener una propuesta migratoria durante su primer año de gobierno. “Lo que puedo garantizar es que tendremos, en el primer año, una propuesta migratoria que yo pueda apoyar”, me dijo el candidato Obama en una entrevista el 28 de mayo del 2008 en Denver, Colorado. Eso prometió y no cumplió.
Obama, justificando su falta, ha dicho que él solo no puede aprobar una reforma migratoria sin el apoyo del congreso. Correcto. Sin embargo, si prometió tener una propuesta migratoria en el primer año de gobierno, debió haberla presentado y, hasta la fecha, no lo ha hecho. Promesa incumplida. ¿Cómo va a hacer Obama para que los votantes hispanos le crean en el 2012 si esta promesa, tan pública y clara, no la cumplió?
Ahora vamos con Hugo Chávez (quien acaba de reconocer que tuvo cáncer). El 5 de diciembre de 1998, un día antes de las elecciones, Hugo Chávez me hizo tres promesas en una entrevista. Una: entregar el poder después de cinco años. “Claro que estoy dispuesto a entregarlo”, me dijo. Dos: no nacionalizar ninguna empresa. “No, absolutamente nada”. Y tres: no tomar ni cerrar ningún medio de comunicación privado. “Basta con el medio del estado”. Las tres promesas ya las rompió.
Además, en esa misma entrevista, le llamó “dictador” a Fidel Castro. Curiosamente con ese mismo “dictador” es que apareció fotografiado recientemente en La Habana. Si Chávez hubiera dicho en ese diciembre de 1998 lo que realmente pensaba hacer, no hubiera ganado la elección. Mintió para ganar. Promesas rotas.
Otro que prometió y tampoco cumplió es el actual gobernador de Puerto Rico, Luis Fortuño. En un anuncio por televisión durante su campaña, en el 2008, dijo: “Hago el compromiso contigo de reducir el tamaño del gobierno sin despedir a nadie”. Pero después despidió a más de 16 mil empleados públicos.
Cuando lo confronté en una entrevista, Fortuño me dijo que el gobierno anterior le había dado cifras equivocadas y que no tenía más remedio que despedir trabajadores. Sin embargo, su promesa fue muy clara: “no despedir a nadie”. No cumplió su promesa.
Fortuño está buscando la reelección en el 2012 y los votantes tendrán una segunda oportunidad para ver si le creen o no. Pero sospecho que entre sus posibles electores no estarán los miles de empleados que despidió.
Felipe Calderón también incumplió sus promesas de campaña. En una entrevista en el 2006, antes de las elecciones, Calderón me dijo que tendría un “gobierno de coalición” y crearía más de un millón de empleos al año. “Yo voy a ser el presidente del empleo”, me aseguró.
Cuatro años después, está claro que Calderón rompió sus promesas electorales. Y no solo eso. No será recordado por ser el “presidente del empleo” sino por ser el presidente de los 50 mil o quizás hasta 60 mil muertos. Si Calderón hubiera dicho que su prioridad sería enfrentar el narcotráfico y que el costo sería miles de muertos, seguramente habría perdido el voto de muchos mexicanos y, quizás, hasta la presidencia.
A nadie sorprende que estos cuatro políticos, de ideologías, países y partidos tan distintos, caigan en el grupo de los que prometen y no cumplen. Los cuatro han dado muchas excusas de por qué no han podido cumplir. Pero si no estaban seguros que las podían cumplir ¿por qué hicieron esas promesas? Para ganar la elección, obviamente.
Obama, Chávez, Fortuño y Calderón olvidaron le lección clave que enseñamos a los niños y que mantiene la credibilidad de los políticos: lo que se promete, se cumple. ¿Cómo creerles ahora?
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