Amar nuestro trabajo
Asistí a las conferencias de un enamorado de su disciplina, un hombre apasionado por el conocimiento. Se trata del Dr. Peter Boettke, profesor en la Universidad de George Mason de Virginia, editor de varias publicaciones académicas periódicas y activo bloguero (Cooperation Problem). Su arte es la ciencia económica, la cual irónicamente resulta árida para muchas personas. Comparto algunos de sus discernimientos, pues son aplicables a múltiples ocupaciones. Nos pueden servir simplemente para sacarle más brillo a nuestra vida diaria.
El Dr. Boettke distingue entre sus colegas que remachan y los que nunca dejan de aprender, con evidente preferencia por la segunda categoría. Ambos tipos de persona agregan valor. Los primeros “descubren la verdad”, inclusive desde muy temprana edad, y se dedican el resto de sus vidas a reformular el mismo planteamiento de mil maneras, a fin de persuadirnos de sus opiniones. Cita a su maestro, el premio Nobel James Buchanan: “Se requiere de la reiteración para forzar un concepto foráneo sobre mentes renuentes”. A veces, el economista debe repetir hasta la saciedad el mismo concepto, pero debería hacerlo con la ilusión que provoca el primer descubrimiento. En contraste, el otro tipo de intelectual constantemente replantea la pregunta y explora nuevas avenidas. Es un pensador interdisciplinario y creativo; suele protagonizar excelentes conversaciones. Ubica en el segundo rubro a innovadores como Vernon Smith y Elinor Ostrom, ambos premios Nobel recientes. Me parece valioso identificar las dos influencias en nuestros respectivos mundos. Además, hemos de vivir con mente abierta a fin de convertirnos en estudiantes de por vida.
A juicio de Boettke, la actitud interdisciplinar en las ciencias sociales es imprescindible. Aquí recurre a un enunciado de Friedrich Hayek: “Nadie puede ser un gran economista si sólo es economista, y hasta estoy tentado de agregar que el economista que sólo es economista con probabilidad se volverá un estorbo, cuando no un peligro definitivo”. Peter agrega con humor que pudiera ser aún más peligroso un filósofo de la moral que no sabe nada de economía… En otras palabras, los buenos científicos sociales son humildes. Reconocen que siempre serán parciales y perfectibles sus apreciaciones y observaciones de la compleja naturaleza humana y la sociedad.
De ahí que el Dr. Boettke pregunte a sus estudiantes: ¿Qué tendría un mayor impacto en su día, una huelga emprendida por economistas, o por recolectores de basura? El punto es que, con o sin estudiosos de la economía, la vida económica sigue su curso. El economista no es omnisciente y la economía no es panacea, pero tampoco es mera opinión. Es ciencia. El pensamiento económico es una clave interpretativa que descifra la interacción humana. El maestro es fiel a su vocación si un creciente “alfabetismo económico cultiva las capacidades requeridas para el autogobierno ciudadano en una sociedad de individuos libres y responsables.” Noble ideal.
- 28 de diciembre, 2009
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