Buenas nuevas: Ejércitos en alquiler
La privatización de los conflictos es un fenómeno que crece en países desarrollados. De cada diez soldados en armas de la Otan, uno pertenece a una Private Military Company (PMC). Los ingresos operativos combinados de estas novísimas corporaciones alcanzaron el pasado año 0 millardos.
En otra oportunidad hemos examinado en este espacio la tendencia de lo que es conocido en el mundo del conflicto como Private Military Companies (PMC), una adaptación moderna, de la concepción de mercenarios que surgió en la antigua Grecia, China y Roma. Los mercenarios eran soldados asalariados contratados para fortalecer sus tropas. Esta concepción se desvaneció con la imposición del relativamente nuevo principio que le asigna al Estado el monopolio de la fuerza legítima contra la violencia.
La definición clásica de un mercenario es la de un combatiente que participa en un conflicto de otro país con fines de lucro. El período poscolonial de África surgieron innumerables mercenarios contratados para enfrentar movimientos de liberación. De hecho hubo casos de estados que recién adquirida la independencia fueron fácil presa de mercenarios bien armados que participaron en golpes de Estado sin comprometer a ningún país.
A la caída del Muro de Berlín grandes potencias se desentendieron de muchos de sus aliados, los presupuestos se redujeron y estados débiles que antes eran apoyados por una de las pinzas de la bipolaridad quedaron inertes ante la violencia de grupos armados. Soldados veteranos y operativos de inteligencia, ya despojados de una causa ideológica, devinieron en organizaciones mercenarias y más recientemente en PMCs.
La evolución mercenaria
Al término de la Guerra Fría se multiplicaron los conflictos de baja intensidad que originaron grupos de renegados, gansterismo, rebeldes, terrorismo o carteles de la droga que apelaron a guerrillas organizadas como protección.
Para enfrentar estas nuevas formas de violencia y reducir costos se ha acudido a la novísima concepción de compañías militares privadas que siguen una estructura corporativa-militar y en los casos más notorios actúan contratadas por establecimientos militares formales. Los PMCs no se deben confundir con compañías privadas de seguridad las cuales son solo defensivas y suplen protección a individuos y propiedades. El vocablo “militar” tiene otras connotaciones e implica capacidad ofensiva, táctica, estrategia, sistemas complejos de armas y logística.
A diferencia de la concepción mercenaria los PMCs son en teoría “ejércitos” contratados por gobiernos. Un esquema que se aproxima a las ejércitos mercenarios que usaba los señores feudales para enfrentar enemigos, bien porque los cortesanos no estaban preparados para ello o bien porque consideraban la tarea indigna de un aristócrata.
La incomodidad de su uso obligó al principio a llamar a los PMCs como “military outsources”, apoyo logístico, entrenamiento y asesoría. Pero en su evolución han devenido en verdaderos ejércitos que participan en combates e incluso realizan operaciones y análisis de inteligencia. Los pioneros en el apoyo de estas organizaciones han sido EE UU y Gran Bretaña, ejemplificados en corporaciones militares como Military Profesional Resources Inc (MPRI) y Sandline International. El directorio internacional de las PMCs lista 63 corporaciones y se estima que sus ingresos anuales combinados alcanzan los 0 millardos. Decenas de ellas participan en Irak, Afganistán, Libia y Colombia.
La privatización
La avanzada organización de muchas PMCs está muy lejos de la rústica noción de mercenarios. Estamos frente a verdaderos ejércitos privatizados conformados por oficiales retirados experimentados en operaciones especiales, tácticas de combate, apoyo de avanzada tecnología, complementado con analistas y operativos de inteligencia.
Una de las tantas corporaciones que han actuado en Colombia en el curso de la década es Dyncorp, la cual figura de 62 en la lista Fortune de las 500 corporaciones más grandes de EEUU. Military Profesional Resources Inc. (MPRI), que también actúa en Colombia contratada por el Pentágono se publicita como "The world's greatest corporate military expertise".
Estas organizaciones se hicieron públicas en la comunidad de inteligencia gracias a un trabajo del International Institute for Strategic Studies (IISS) de Londres, titulado Private Armies and Military Intervention a comienzos de 2000.
Para EE UU esta opción tiene varias ventajas: los contratos no requieren aprobación del Congreso; soldados y operativos de inteligencia pueden ser extranjeros; no existen bajas, sólo “accidentes de trabajo”.
- 23 de julio, 2015
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